LA MARIMBA
Lentamente,
Lentamente cual si fuera
Una gota que cayera
Desde el mármol de la
taza de una fuente
Tal preludia la marimba
una extraña sinfonía
Saturada de amargura de
cruel melaconlía
Con sus teclas de
madera...
Yo no sé que oscuro
arcano
De tristeza hay en lo
hondo
De esa música salvaje,
que palpita allà en el fondo
De sus notas como queja
Dolorosa.
Como un gemido humano
Como algo que solloza
Como un dolor latente
Como algo inexplicable,
infinitamente triste.
Es el alma de una raza;
de una raza que no existe,
De una raza ya
extinguida, libre indómita y valiente
Es el alma de Votam,
Es el alma de Lempira
Que en la música suspira;
Es el alma de los indios
que mandó Tecum Umán
Siempre, siempre a la
Victoria
Siempre al triunfo y a la
gloria
Es el alma brava y fuerte
De aquel fiero luchador
Que encontró gloriosa
muerte
En la punta de la lanza
del feroz conquistador.
Es la pobre raza extinta
Del imperio Cachiquel
Es la raza de aquel
pueblo que dejó con sangre tinta
La antes clara linfa pura
del gran río Xequijel
Es el alma de la raza de
los grandes sacrificios
Triunfadora en mil
combates, triunfadora
Hasta el día en que los
teules con engaños y artificios
Redujéronla a ignominia
A infame vasallaje.
Esa raza es la que llora
Que solloza de coraje
De despecho y de
impotencia en la música salvaje
En la nota plañidera
Del indígena instrumento
de teclado de madera.
Escuchad la sinfonía
De cruel melancolía
Escuchad ¡qué sentimiento
El que vibra entre las
notas del indígena instrumento!
Nunca ríe, nunca canta
Es cual pájaro cautivo
que jamás cantó alegrías,
Ni jamás de su garganta
Ha brotado más que el
lloro
De sus tristes elegías
En las frías
Soledades de sus cárceles
de oro.
Qué le importa a la
vencida
Raza extinta, vuestros
dones, vuestra lengua
Que no entiende? Qué le
importa que en el nombre
Del Dios bueno, del Dios
hombre
Arrasaran sus altares
Si para ella es mudo el
cielo,
Si es su vida
Solo oprobio, cautiverio,
sólo mengua?
Qué le importa, ya no es
de ella el rico suelo
Que regaron sus mayores
con su sangre generosa...
Qué le importa al indio
eso
Que llamáis pomposamente libertades
y progreso
Si es del amo su cabaña y
sus hijas y su esposa?
Qué le importa? Si de
aquella raza libre, brava y fuerte
Que sufrió sin inmutarse
los tormentos y la muerte
Habéis hecho solamente
las acémilas de carga
Que se arrastran tristes,
mudas bajo el peso
De su amarga dura suerte
Oh! Dejadle que solloze,
que se queje a su manera;
Solamente le ha quedado
su marimba de madera,
Que le habla de sus
tiempos victoriosos
De sus templos y palacios
de Yxinché y de Copán,
De su rey Kiyab el
grande, de su gran Volum Votan;
Rectos, libres, bajo el
sol,
Que infundieron la pavura
Por su arrojo y su
bravura
En el ánimo aguerrido del
intrépido español.
Francisco P. Figueroa
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