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LA REINA DE LA COCINA *continuación*

Por Otto Martín Wolf (La Prensa, 1 de Marzo de 1999, pág. 9a  Tegucigalpa, M.D.C.)  

QUE HAY EN EL CEREBRO DE UNA MUJER? Y qué hay en su cerebro? Habrá sido creado únicamente para saber el punto de los espaguettis o cuántas cucharaditas de sal ponerle al arroz?. Rebelión señoras, rebelión. Apártense de la sartén, atrévanse a dejar las ollas a un lado, tomen un curso de 15 minutos en sandwiches y otro de 3 en sopas de bolsita y habrán solucionado el asunto para siempre, habrán aprendido todo lo que una mujer necesita saber sobre cocina.

QUE DEBE HACER LA MUJER DESPUES? De ahí en adelante lean libros, matricúlense en computación o aprendan astronomía. (Para sorpresa de muchas, esos temas y otros no están reservados para nadie en especial, todo mundo puede aprender) Haga cualquier cosa nueva, cualquiera que no sea picar el apio o cómo escoger mejores aguacates !Olvide todo eso!. Sólo tiene una vida y sólo un cerebro, no cree que ambos deben ser llenados con algo más que la receta del guacamole?. Téngalo bien presente, sus dotes en la cocina la convierten en esclava, no en una reina. Además, quién desea un reinado entre cucharones y ralladores de queso? Que quién va a cocinar si usted no lo hace? !Qué importa! Estoy seguro que cuando la andaban enamorando no le decían "te quiero para que me cocines". Lo más probable es que en aquellos rosados tiempos lo menos que hacía su novio era invitarla a cocinar. Por el contrario, es bien posible que aprovechara la ocasión para llevarla a comer fuera, lo del "reinado" seguramente vino después.

OTRO CONSEJO: Otro consejo: apártese de las amigas, cuyo principal tema de conversación sean recetas de cocina y "lo mucho que le encantan al gordo mis platillos", posiblemente ellas también se crean reinas. Finalmente, no se preocupe por lo que pueda decir su marido, a lo mejor él ha pensado durante años dejar de pensar que está casado con la cocinera y por temor a no ofenderla no se lo haya dicho, no le ha mencionado que le gustaría hablar con usted de otra cosa y no sólo sobre lo caro que está el repollo o lo mucho que cuesta ahora encontrar buenos patastes. A lo mejor él está deseando tener una conversación sobre otros temas, algo que le demuestre que no está casado con la cocinera. Y si acaso a él no le parece su nueva actitud, invítelo por una semana a quedarse en casa a cargo de todo el oficio, a ver si de verdad le gustaría convertirse en "el rey de la cocina".