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Clarín review. FICHA: VELVET GOLDMINE Idem (EE.UU./1998). 127' Género: Drama musical Dirección: Todd Haynes Intérpretes: Jonathan Rhys Meyers, Ewan McGregor, Toni Collette Excelente La libertad está en uno mismo Velvet Goldmine, de Todd Haynes, es una fábula sobre el ascenso y la caída del glam rock setentista que ensaya una alegoría acerca de la compleja, vital relación entre la identidad y la creación. En un momento clave de Velvet Goldmine, su elegíaca sinfonía agridulce, el director Todd Haynes acepta que en los Estados Unidos reaccionarios de los 80 no hay espacio para brillar. La estrella de rock Curt Wild (Ewan McGregor), tan parecida a Iggy Pop como a Curt Cobain, sostiene el siguiente diálogo con un periodista llamado Arthur (Christian Bale): · Curt: Un artista real crea cosas hermosas y no pone en ellas nada de su vida. · Arthur: ¿Vos hiciste eso? · Curt: No... Estábamos llamados a cambiar el mundo y terminamos cambiándonos a nosotros. · Arthur: ¿Qué hay de malo en eso? · Curt: Nada. Siempre y cuando no mires cómo está el mundo. En ese momento la cámara se coloca en los ojos de Wild y ofrece una visión desoladora: un bar lleno de abúlicos fans de la estrella pop de turno, digno de los años de posguerra y prerock. Haynes utiliza una fábula sobre el ascenso y la caída del glam rock setentista (haciendo centro en un personaje símil David Bowie) para ensayar una alegoría acerca de la compleja, vital relación entre la identidad y la creación. Evidentemente a la manera de El Ciudadano, Velvet Goldmine se apoya en la investigación de Arthur, periodista británico al que se le encomienda averiguar el destino del rocker Brian Slade diez años después de que éste fingiera en escena su propia muerte. Como diría una sinopsis de ocasión, Arthur se ve enfrentado a sus propios fantasmas de ex rocker al que el glam le permitió pedir un deseo esencial: maquillarse para ser otro, escapar a un destino (un trabajo, un hogar, una sexualidad) que estaba marcado en su sangre. Haynes edifica la película desde esa atención extrañada y embelesada del fan, que cuanto más mira al astro, más cegado está por el brillo del mito. Y aunque ese efecto es más pertinente aun tratándose del glam rock (hablamos de ambigüedad sexual, disfraces y máscaras), el mérito mayor de la película es la manera en la que a través de un retrato tan perfecto del artificio logra dar testimonio de la verdad de las pasiones y de su enérgica belleza. Alejada del videoclip y más cercana a las visiones de películas como Performance (Nicolas Roeg) o Tommy (Ken Russell), Velvet Goldmine sorprende por su música, su dirección de arte y sus actuaciones. Pero brilla de verdad cuando nos recuerda (eso: nos recuerda) el modo en que el rock podía crear dentro de las personas un inexpugnable territorio de libertad. |
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