Pomona era una ninfa muy bella que le encantaba cuidar de los jardines y de los árboles frutales, realmente hacía estas cosas con mucha pasión. Era tanta la dedicación que no le hacía caso a ningún hombre que se le acercara, ni faunos ni sátiros, ni el propio Silvano y hasta el mismísimo dios Pan, nada pudo hacer para que ella se fijara en él.

Sin embargo, Vertumnus, fue quien más se enamoró de ella. Pero tampoco a éste le hizo caso. Vertumnus era experto en el arte del disfraz, y fue así como vestido de granjero, le llevó granos, luego se disfrazó de campesino que labraba la tierra, y después de vinicultor llevándole vinos, pero siempre como excusa para hablar o acercarse a Pomona.

Un día se disfrazó de viejecita y entró al jardín de Pomona, la saludó con un beso, el cual no fue exactamente el beso que una viejecita le da a una muchacha. Vertumnus, se quedó viendo uno de los árboles frutales y le dijo a Pomona: "El árbol ha crecido muy hermoso, gracias a tus cuidados, pero ¿te imaginas si el árbol no diera frutos?, su vida no estaría completa", y siguió "¿no deberías aprender la lección del árbol?, debes casarte y tener hijos. Debes, además casarte con un hombre que te cuide y te haga feliz. Conozco a un muchacho muy bueno y buen mozo que te ha visto y está muy enamorado de ti".

Luego le comentó: "A Venus no le gustan las personas con corazón de piedra, te contaré la historia de Ifis y Anaxaretes. Ifis era un joven que perdidamente se enamoró de la bella Anaxaretes, quien no le hacía caso ni a él ni a ninguno de sus pretendientes. Ifis hizo todo lo que estuvo a su alcance, hasta que por fin se dio por vencido y se ahorcó en la puerta de la casa de Anaxaretes, con una corona de laurel y una nota que decía: 'Anaxaretes, esta corona es para ti, pues has triunfado, no he podido conquistar tu amor'. Al día siguiente, pasó el cortejo fúnebre frente a la casa de la muchacha, y ésta al ver pasar el féretro se convirtió en una estatua de piedra".