23 de
febrero de 2007

Idoia Rodríguez ha
caído en Afganistán. Independientemente de las
consideraciones que queramos hacer sobre esa guerra y nuestro papel
allí, no afecta en nada al hecho principal. Una soldado
española, que vivía feliz su vocación
militar, ha entregado su vida cumpliendo lo que le mandaron.
Pero el gobierno que mandó a esta niña a dar su
vida por España, le niega ahora el distintivo rojo en su
condecoración póstuma. Y no se trata
sólo de negarle un honor que le corresponde, por haber
caído en combate. Se trata de que en virtud de intereses
políticos se le niega, además de una
consideración de honor, la pensión a la familia
que ese distintivo conlleva.
El ministro que le mandó a morir a un desierto lejano lo
hizo sentado en un cómodo y cálido despacho. Y
por dar esa y otras órdenes, tendrá una
pensión de por vida. Mientras tanto, Idoia tendrá
el reconocimiento de la gente de bien que honra a nuestros soldados
caídos, pero se le negará a su familia un
sustento que ella ganó con su sangre y con su vida.
Durante siglos se escribió del valor y la entrega de
nuestras tropas y la traición, desprecio y abandono que
recibían desde la corte como pago. Parece que vuelven esos
tiempos. O quizá nunca se fueron.
Idoia, descansa en paz. Honor y gloria a ti.
Gonzalo
García Yangüela.
Agradezco
todo tipo de comentarios, no tienes mas que escribirme:

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