El mismo día del centenario de José Antonio, 24 de Abril de 2003, el Diario de Sevilla, en lugar de publicar mi carta, publicaba una columna en su sección local firmada por Juan Luis Pavón. Una columna que empieza hablando de Chaves y de los libros y que gira de repente, con dudosas formas, hacia una crítica a José Antonio desde la ignorancia manifiesta de su ideario, utilizando frases entrecomilladas de la carta que yo había enviado. A continuación transcribo la columna de Pavón y la carta que le remití días después.

 

Pasa la vida
Juan Luis Pavón.

Libros como antídoto de las malas historias.

El presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, en su mensaje con motivo del Día del Libro, dijo ayer en las Reales atarazanas: "El libro es el mejor antídoto contra tantos actos de barbarie inquisitorial vividos en el pasado". Cierto. A su lado tenía a Aitana, la hija de Rafael Alberti, residente en La Habana. Ambos perdieron la oportunidad de proclamar que los libros son un buen disolvente de las dictaduras y de los imperialismos, de las guerras preventivas de Bush y del culto a la personalidad de Fidel, ambos practican las inquisitoriales cazas de brujas. Que La Habana es Cádiz con mucha menos libertad y el Gobierno andaluz subiría enteros en su credibilidad si pierde el miedo a pregonarlo.

El Día del Libro, una de las mejores festividades de la sociedad civil y laica, han precedido al Día de José Antonio Primo de Rivera, al cumplirse hoy el centenario de su nacimiento. En Sevilla, los falangistas le dedican misa y conferencia. Insisten en afirmar que "ha sido relegado a un oscuro e inmerecido cajón de la historia". Aún hoy recibo mensajes que terminan con la apostilla "José Antonio, presente". Por mucho que se empeñen, y pese a los esfuerzos intelectuales de Aquilino Duque, la ideología del hijo del dictador Miguel Primo de Rivera está indisolublemente unida a la esquizofrenia y a la barbarie de una época de la Historia de España y de Europa, en el contexto del auge de los fascismos. La España de la Constitución de 1978 ha sido posible gracias a los españoles que han leído a fondo sobre nuestro fracaso colectivo desde Fernando VII hasta Franco. Los derechos, deberes y libertades que definen en la actualidad nuestra vida cotidiana, en la España de las autonomías y en el mundo de la globalización, están en las antípodas del paternalismo joseantoniano.

Por ventura, ha sido posible averiguar y desmontar muchas patrañas sobre Andalucía, España o la Humanidad gracias a la lectura cruzada de muchos buenos libros de historia que han sido editados en los últimos treinta años. Pero hay millones de españoles que se van a la tumba con la cabeza llena de las falsedades que les imbuyeron (o quisieron creer) cuando José Antonio era un mito para unos y la Unión Soviética para otros. Porque no quieren que les desmonten sus ideas.

 

 

José Antonio

 

Al Sr. Juan Luis Pavón.

Estimado Sr. Pavón:

Después de leer su "pasa la vida" del jueves 24, he dejado pasar unos días por ver si su crítica feroz a los que recordamos ese día el centenario de José Antonio se adornaba con un signo de caballerosidad publicando su periódico la carta que yo envié y que usted cita entrecomillada en un par de ocasiones.

No voy a criticar al diario por no publicarla, por supuesto, que para eso los medios tienen sus criterios y sus selecciones y no siembre van a aparecer las cartas que uno envía, qué duda cabe. Pero me parece un detalle mínimo de caballerosidad el publicar mis palabras si estas van a ser motivo de réplica y de crítica.

Nada nuevo habría en su columna si no me hubiera citado, Sr. Pavón. Como ya decía en mi carta, no esperaba que quien la leyera sintiera lo que José Antonio sentía, sino que se atreviera a acercarse a conocerlo. Es evidente que usted no lo ha hecho, ni a partir de mi carta ni nunca antes.

Habla usted de los "muchos buenos libros de historia que han sido editados en los últimos treinta años" que le han servido para desmontar patrañas. Bien, Sr. Pavón. ¿Qué libros son esos? ¿Qué patrañas se han desmontado? ¿Qué crítica ha encontrado usted en ellos del pensamiento de José Antonio? ¿Basa usted su crítica al "paternalismo joseantoniano" en lo que ha leído en esos libros? ¿No cree que debería basarla en el conocimiento de unos principios, en primera persona? En esos libros ¿ha encontrado usted el fundamento para incrustar a José Antonio en el auge de los fascismos en Europa? ¿Sabe usted que José Antonio se negó a participar en una especie de "internacional fascista" que se quiso lanzar en los años treinta, porque no se sentía identificado, para empezar, con quien proponía la idea, con el nazismo? ¿Sabía usted, Sr. Pavón, que José Antonio, despues de conocer a Hitler, dijo de él que nunca podría entenderse con aquel hombre ni entender aquellas ideas? Pues para saberlo no tenía usted que esperar a los últimos treinta años, Sr. Pavón, sino que valía que usted hubiera acudido a las fuentes, a los textos de José Antonio, a sus discursos, a sus escritos, al diario de sesiones del congreso en la república... En definitiva, podría usted haberse detenido a conocer a José Antonio para después, con todo el derecho del mundo, criticar lo que no le gustara de su idea. Pero no hacerlo, y criticar por lo que le han contado esos "muchos buenos libros" no me parece consecuente, Sr. Pavón.

Además, para referirse a José Antonio, mete con toda la intención del mundo a la figura de su padre. Me parece bien para hacer una crítica de la persona, pero absurdo si lo que se quiere criticar es la ideología de José Antonio, que en muy poco tenía que ver con la dictadura de su padre, por otra parte sustentada en su acceso al poder en el apoyo a la medida de la práctica totalidad de fuerzas políticas, particularmente del PSOE.

Sobre el aspecto de las falsedades con que se les llenó la cabeza a millones de españoles, puedo tranquilizarle al respecto: tengo 33 años, mi escolarización y mi educación han sido (salvo primero de EGB) tras la muerte de Franco, y en mi casa no sólo no han sido jamás falangistas, sino que jamás ha gustado mi atracción por la figura de José Antonio. Sin embargo, yo simplemente he hecho lo que usted recomienda pero no se aplica: leer, conocer, aprender... y así poder juzgar y apreciar.

Y francamente, sobre su comparación entre José Antonio y la Unión Soviética, pues qué decirle... que ha quedado usted bastante retratado. Compara usted a un hombre que tuvo una idea y murió por ella perdonando a sus enemigos y pidiendo que no se vertiera mas sangre después de la suya, con el régimen que durante setenta años asoló media Europa, con millones de crímenes en su currículum y con el hundimiento de tantos países en la más absoluta miseria. Muy revelador, Sr. Pavón.

¡Ah! y sobre la primera parte del artículo, ya que aparece el apellido Alberti, no sólo subiría enteros la credibilidad del gobierno andaluz si pregonara lo que es la Cuba comunista. También lo haría si, reconociendo la valía de Alberti como poeta (sólo en sus inicios, a mi modesto entender, pero esa es otra historia), condenara la labor que el poeta tuvo como comisario político del PCE en la guerra, con bastantes responsabilidades en la represión. Vamos, digo yo, que como habla usted de la barbarie de esa época, habrá que apuntar para todos los lados, ¿o no?.

Para despedirme, Sr. Pavón, y como lo cortés no quita lo valiente, le felicito por su columna del sábado sobre las declaraciones del alcalde de Sevilla.

Atentamente,

Gonzalo García Yangüela

 

Días después, el 29 de Abril, el mismo diario publicaba una carta de Miguel Angel Loma Pérez en referencia a la columna de Pavón, que también reproduzco:

 

JOSÉ ANTONIO


En la columna de Juan Luis Pavón del pasado 24 de abril, cuyo título era Libros como antídoto de las malas historias, el autor comenzaba recogiendo unas palabras de Manuel Chaves con motivo del Día del Libro, para pasar posteriormente a expresar diversas opiniones sobre José Antonio Primo de Rivera, ya que ese mismo día se cumplía el centenario de su nacimiento y con tal motivo, el insigne poeta y escritor Aquilino Duque iba a pronunciar una conferencia. Dicha conferencia (por cierto, magnífica), hubo de celebrarse finalmente en un hotel donde muchos de los asistentes tuvieron que seguirla en los pasillos, incomodidad liviana pero un tanto indignante, porque la causa procedía de que una importante institución sevillana, que, dada la categoría del conferenciante, acogió en un primer momento con simpatía la propuesta, al enterarse del tema se negó a facilitar su salón de actos. Al igual que en el 36, no hubo piedad para José Antonio.

Como no dispongo de espacio suficiente ni puedo abusar de la cortesía de este Diario, me detengo únicamente en unas palabras que aparecían resaltadas en el artículo de Pavón: "Tanto Fidel Castro como José Antonio tienen cada vez menos gente que hablen de ellos". Aparte de que es absolutamente injusto comparar a quien fue fusilado a los 33 años, con un dictador que se perpetúa en el poder desde hace medio siglo, el discutible supuesto de que cada vez hubiera menos gente que hable bien de otro, no parece un criterio muy fiable a la hora de valorar ideas políticas, y menos aún en una época donde todos nos creemos legitimados para juzgar a cualquiera. Amparados en tan volátil baremo, serían los chinos quienes marcasen la bondad o maldad de casi todo.

Considero más riguroso atender a un criterio cualitativo y saber de quién proceden las alabanzas o los vituperios, y sobre todo, en qué razones se fundamentan. Unamuno calificó a José Antonio como "un cerebro privilegiado. Tal vez el más prometedor de la Europa contemporánea"; claro que a lo peor, cada vez hay menos gente que hable bien de Unamuno. Ese mismo 24 de abril, aparecían en este Diario unas palabras del filósofo José Antonio (con perdón) Marina, que decía: "La credulidad y falta de sentido critico es un peligro público porque la gente puede ser fácilmente engañada".

MIGUEL ÁNGEL LOMA PÉREZ (SEVILLA)

 


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