LOS ANTECEDENTES DEL ACTUAL PROCESO |
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EL
CONTEXTO INTERNACIONAL 1955 - 1973 Luego
de la segunda guerra mundial, EE.UU. salió fortalecido y se transformó en la
primera potencia en el campo del capitalismo. En cambio, se hallaban claramente
debilitadas, Gran Bretaña, que había sido hegemónica desde mediados del siglo
XVII, Francia y sobre todo, las que habían constituido el bloque nazi-fascista:
Alemania, Japón e Italia. A
partir de 1932, en Estados Unidos, siendo presidente Franklin Roosevelt comenzó
a implementarse el Welfare State, un nuevo modelo económico, social y político
del capitalismo. Este nuevo esquema, que suplantaba al liberal, respondía a las
ideas económicas de Keynes. El modelo benefactor, luego de terminada la Segunda
Guerra se expandirá por el mundo
capitalista y predominará, en las tres décadas siguientes. La
U.R.S.S., bajo la dirección de José Stalin, que había salido triunfadora de la
guerra, aunque devastada material y humanamente, se recuperó rápido. Además, se
formó un campo socialista, añadiéndose a la Unión Soviética un bloque de
Estados de Europa Oriental, algunos liberados por la contribución del Ejército
Rojo y otros, que habían derrotado al fascismo con sus propias fuerzas, como
Yugoslavia y Albania. Más adelante, se unirán a este bloque Corea, Vietnam y
China. Luego del XX Congreso del P.C.U.S., en 1956, comenzó en la U.R.S.S.,
dirigido por el revisionismo, un
proceso de desmantelamiento del socialismo que iba a afectar al movimiento
comunista internacional. La
guerra había producido el debilitamiento del control que ejercían las naciones
capitalistas dominantes sobre los pueblos dependientes. Esta circunstancia
permitió que se desatara una oleada de revoluciones y de movimientos de
liberación nacional desarrollados luego de 1945. Estos procesos fueron
conducidos en algunos casos por la clase obrera y en otros por la burguesía
nacional. Así, en 1949, nace la República Popular China, poco antes se había
independizado la India, mientras que en 1954 triunfa la revolución nacional -
democrática en Vietnam. En
muchos países de América Latina, la
crisis mundial del capitalismo iniciada en
1929 primero y luego la Segunda Guerra, crearon condiciones para que se
iniciara un proceso de industrialización por
sustitución de importaciones. Se expandieron así las burguesías
nacionales de carácter industrial y también creció, notablemente, la clase
obrera. El Estado fue fortalecido para actuar como un agente impulsor del
modelo de desarrollo capitalista nacional. En Argentina, por ejemplo, se
estatizaron varias empresas del área de servicios públicos (teléfonos,
ferrocarriles), mientras que se creaban otras (Aerolíneas Argentinas, Gas del
Estado, Y.C.F., Agua y Energía Eléctrica) y también se impulsaban algunas
preexistentes como Y.P.F. Perón en Argentina,
Vargas en Brasil, Ibáñez en Chile, Cárdenas en México, Arbenz en
Guatemala, la revolución de 1952 en Bolivia con la conducción de Paz Stenssoro
y Siles Suazo, son claros ejemplos de estos procesos. Pocos años después, en
enero de 1959, triunfó en Cuba una revolución democrática y antiimperialista,
conducida por Fidel Castro. La teoría del foco revolucionario, basada en la
experiencia cubana, provocará profundas desviaciones en el movimiento
revolucionario, en particular el de América Latina. Ante
el avance de las masas populares, particularmente en Europa, Asia y América
Latina, los Estados imperialistas se dedicaron, en un primer momento, a lograr
la recuperación económica y política de las potencias debilitadas. EE.UU.,
una vez recobrados los Estados del bloque imperialista, lideró el proceso de
reconquistar los mercados perdidos en los países dependientes, con el objetivo de liquidar los intentos de
desarrollo capitalista autónomo. En ese contexto deben ser encuadrados los
golpes contra Arbenz en 1954 y el de Argentina en septiembre de 1955. En
el mismo año, se celebró en Indonesia
la Conferencia de Bandung. Participaron veintinueve estados asiáticos y
africanos, muchos de ellos
recién habían logrado su independencia. Por África concurrieron Egipto,
Sudán, Etiopía, Costa de Oro (Ghana), Liberia y Libia. Entre los dirigentes
políticos se destacaban Nehru de la India y Chou En Lai, encargado de las
relaciones exteriores de la República Popular China. En la mayoría de los
discursos se reclamaba impulsar un capitalismo independiente. Para ello se
proponía desarrollar la industria, los
transportes en especial los marítimos y
la banca nacional. Estos Estados, la
mayor parte de ellos económicamente
dependientes de las grandes potencias capitalistas, planteaban, en lo relativo a la política exterior, mantenerse
neutrales en el conflicto entre la
U.R.S.S. y EE.UU. Las burguesías nacionales estaban esperanzadas en que este
enfrentamiento mantendría ocupados a las potencias dominantes y les daría
tiempo para alcanzar un alto nivel de desarrollo capitalista. En esta reunión
nació el Movimiento de Países No Alineados.
Bajo
la dirección revisionista, la U.R.S.S. se transformó de país socialista en una
superpotencia imperialista que disputaba con Estados Unidos el control del
mundo. Su dominación se extendía por Europa Oriental, Asia, África y América
Latina. Cuba, poco después del triunfo de la revolución, se incorporó al
conjunto de estados dependientes del socialimperialismo soviético. A
fines de los años cincuenta y principios de los sesenta, el movimiento
comunista internacional se escindió, ante la denuncia contra el revisionismo
que encabezaron el Partido de Trabajo de Albania y el Partido Comunista Chino,
dirigidos por Hoxha y Mao respectivamente. Pocos
años después, el pueblo de Vietnam,
continuó su larga lucha por la
liberación nacional y social del sur del territorio. A mediados de los años
sesenta, el Frente Nacional de Liberación se enfrentaba con un enorme ejército
norteamericano al que logró derrotar. La revolución democrática y
antiimperialista triunfó en 1975. Los
pueblos de África, luego de la Segunda Guerra Mundial, iniciaron una profunda
lucha contra el colonialismo, que culminará, en 1975, con la independencia del
continente. El
auge de los de movimientos de
liberación de los pueblos de los países dependientes, que había comenzado
intensamente luego de 1945, había declinado treinta años después. EL
PROCESO NACIONAL 1955 - 1976 LOS
RASGOS GENERALES EN LA ÚLTIMA MITAD DEL SIGLO XX Desde
la caída del peronismo se pueden señalar algunas tendencias en la evolución del
proceso económico, social y político nacional. Continuaron
expandiéndose las relaciones de producción capitalistas, lo que implicó un
crecimiento en el número de obreros y asalariados en general. Paralelamente,
también aumentó la explotación de la clase obrera, que sufrió un constante
deterioro de los salarios y de las
condiciones de trabajo. Al
mismo tiempo, la pequeña burguesía sufrió
una significativa pauperización que obligó, a muchos de sus integrantes,
a incrementar las filas de los asalariados. La
economía se desnacionalizó, pasando a manos de los monopolios extranjeros,
muchas veces asociados con la gran burguesía argentina. Esta transferencia
ocurrió, en un primer momento,
lentamente, para luego acelerarse, sobre todo desde principios de los noventa,
hasta prácticamente concluir a fines del siglo XX. Esta centralización
monopólica implicó la desaparición del Estado empresario y la casi liquidación
de la burguesía nacional. Esta clase social, que había tenido una enorme
importancia a mediados del siglo, se diferenció cada vez más. Mientras un
sector evolucionó hasta alcanzar a definirse como gran burguesía y se entrelazó
con el capital extranjero, teniendo un
peso significativo en varias ramas de la producción, su porción mayoritaria declinó de un modo cada vez más
ostensible. El
imperialismo norteamericano fue claramente dominante durante la segunda mitad
del siglo. Sin embargo, en la última década, sobre todo durante el proceso
privatizador, los monopolios europeos, le disputaron la hegemonía. La
deuda externa, en particular la pública, creció sostenidamente hasta alcanzar,
a fines del siglo, importes descomunales. La
conducción política del proceso, en general, estuvo en manos de la alianza del
imperialismo, principalmente norteamericano, con la gran burguesía argentina. Estas tendencias avanzaron por etapas y no se
desarrollaron de manera lineal. En algunos casos, el avance fue profundo y veloz, muy pocas veces sufrió un retroceso
relativo. 1955
- 1976 El
golpe de septiembre de 1955 indicó el comienzo del desmantelamiento del modelo
de capitalismo nacional que había articulado Perón. El
Fondo Monetario Internacional comenzó a adquirir, en nuestro país, mayor
ingerencia en la elaboración de políticas económicas. Este
organismo, ha exigido, desde 1957, un programa
que, en muchas de sus pautas, aún hoy continúa vigente; entre otras: reducir el
déficit fiscal, disminuir la protección
arancelaria, reducir los salarios
reales y fomentar el endeudamiento externo. La
etapa abierta a partir de 1958, con el desarrollismo, mostró la expresión local
de una nueva fase en la evolución del imperialismo. Los capitales que se
invertían en los países dependientes,
sin dejar de producir materias primas para las grandes potencias, como se venía
realizando desde su inicio, buscaban también el aprovechamiento del mercado
interno. El capital financiero norteamericano, ahora claramente hegemónico,
había desplazado al inglés, que
predomino desde el siglo XIX hasta la década del cuarenta. Esta
sustitución de una potencia rectora por otra importará para Argentina una seria
dificultad para insertarse en el mercado mundial. Gran Bretaña, mientras fue
dominante, absorbía gran parte de nuestra producción agropecuaria . En cambio,
EE.UU. no adquiría nuestras principales mercancías de exportación e, incluso,
resultará un serio competidor en el mercado mundial. El
gobierno de la Unión Cívica Radical, entre 1963 y Junio de 1966, implicó un
tibio intento de la burguesía nacional de resistir el avance del capital
monopólico. Ejemplo de esto fue la anulación de las concesiones petroleras. En
1966, la dictadura de Onganía retomó el rumbo y marcó un salto de calidad en el
curso del proceso. Se agudizaron la concentración y la centralización del
capital y adquirieron más relevancia las inversiones foráneas. En 1969, las 100
principales empresas industriales extranjeras producían casi el 20% del total
de Argentina, mientras que en 1957 su participación había sido del 11,8%.
Considerando al conjunto de las empresas extranjeras, su proporción se había
elevado del siguiente modo: 18,2% en 1955, 24,7% en 1962, 26,8% en 1966 y 31%
en 1972. Para entonces, resultaba clara la hegemonía del capital
norteamericano. En 1969, más de la mitad de la producción industrial realizada
por empresas extranjeras correspondían a filiales norteamericanas, el 15,7% a
británicas y el 10,8 a francesas. También
adquirió mayor relevancia la influencia
del Fondo Monetario Internacional en el diseño
de las políticas económicas. La
burguesía nacional se diferenciaba cada vez más. Un sector de ella evoluciono
teniendo un peso significativo en varias ramas de la producción como
alimentación y vinos. Las
relaciones de producción capitalista se seguían expandiendo en Argentina. El
crecimiento de la masa de asalariados es un buen indicador de este fenómeno. Si
en 1947 los trabajadores en relación de dependencia representaban el 68,1% del
total de la población ocupada, en 1970 se había elevado al 70,8%. La
clase obrera, en su lucha contra la dictadura, comienza un crecimiento
organizativo y político significativo. Rebeliones como el Cordobazo y el
Viborazo harán temblar al régimen. Este se verá obligado, poco después, para
sortear la crisis, a buscar una salida electoral. La
gran burguesía argentina, dirigida en un principio por Perón, se hace cargo de la conducción del proceso
político entre 1973-1976, resistiendo muy débilmente las presiones de los
monopolios y logrando desviar el curso revolucionario que las masas habían
iniciado en la dictadura anterior. Por
su parte, la clase obrera, que había conducido las luchas contra la dictadura
en estrecha alianza con otros sectores populares, particularmente
estudiantiles, logró ciertas concesiones. Por ejemplo, el salario real se elevó
en el bienio 1974/1975, en un 25% respecto de 1970. Sin embargo, a mediados de 1975, el gobierno de Isabel Martínez
se encargó, golpe inflacionario mediante, de recomenzar el aumento de la tasa
de explotación. La
participación de las empresas estatales en ciertas áreas del P.B.I. todavía era
relevante. En 1975 producían el 53% de la electricidad, gas y agua, el 48% de
minas y canteras, el 40% de transportes y comunicaciones y el 35,8% de
finanzas, seguros y bienes inmuebles. EL
CONTEXTO INTERNACIONAL 1973 - 1983 La
crisis del petróleo de 1973 puede considerarse como el momento en que comenzó
la larga fase de depresión económica que afecta al sistema mundial capitalista
hasta nuestros días. La crisis de
sobreproducción del capitalismo generó
una masa gigantesca de mercancías y de capital parasitario que, en gran medida,
fue colocada en los países dependientes, provocando en ellos la destrucción de
las industrias vinculadas al mercado interno y un crecimiento vertical de la
deuda externa La
escuela económica keynesiana, que había predominado desde la década del
treinta, comenzó a ser reemplazada por la doctrina neoclásica, dominante en los
albores del imperialismo. Los
gobiernos de Gran Bretaña, dirigido
por Margaret Thatcher, y de EE.UU. , encabezado por Ronald Reagan, fueron líderes en la aplicación de esta orientación, iniciándose, de este modo,
el proceso internacional de liquidación del denominado Estado de Bienestar. Las conquistas de la clase
obrera comenzaron a ser recortadas, permitiendo que los monopolios se
apropiaran de una mayor tasa de
plusvalía que compensara la tendencia declinante de la tasa de ganancia. A su
vez, las empresas estatales eran entregadas paulatinamente al capital financiero. Nacía así un nuevo modelo de capitalismo que,
luego, fue llamado neoliberal o
neoconservador. El
neoliberalismo se extendió por el mundo rápidamente, desplazando al agotado
benefactorismo. El proceso, si bien generalizado, se desarrolló de modo
desigual. Más pausado en los países monopolistas, más acelerado y profundo
en los países dependientes. En
este marco, el imperialismo, para frenar el avance popular y comenzar a aplicar
el nuevo modelo neoliberal, impulsó una ola de golpes de estado en varios
países de América Latina (Chile, Bolivia, Uruguay, Argentina). EL
PROCESO NACIONAL 1976 - 1983 En
nuestro país, la dictadura tuvo como uno de sus principales objetivos terminar
de liquidar un proceso de ascenso revolucionario de las masas populares, cuya
fecha de inicio puede ubicarse en el Cordobazo de mayo de 1969. Derrotar al
movimiento popular era necesario para profundizar la línea económica
anticipada: estimular la concentración
y la centralización del capital en manos de los monopolios extranjeros
asociados a la gran burguesía local y crear condiciones que permitiesen un
incremento en la explotación de la clase obrera y en la proletarización de la
pequeña burguesía. El
primero de estos aspectos implicaba la transferencia a manos de los grupos
monopolistas de los capitales de menor envergadura, profundizándose una
persistente liquidación de la burguesía nacional vinculada al mercado interno. La
dictadura comenzó a abrir las fronteras aduaneras permitiendo la introducción
del excedente industrial de los Estados dominantes, los que competían con
ventaja con la producción local. Se inició un proceso de desindustrialización.
Se sustituyeron las mercancías de elaboración nacional por artículos similares
importados, afectando preferentemente aquellas ramas vinculadas al capital
nacional. La
deuda externa argentina creció brutalmente. Hacia 1975 rondaba los u$s 10.000
millones, para alcanzar, al fin de la dictadura militar, un monto que giraba
alrededor de los u$s 50.000 millones. El pago de los intereses de esta deuda
pesará gravemente sobre el esfuerzo del pueblo argentino, particularmente de
sus trabajadores. La
composición orgánica del capital había crecido ininterrumpidamente desde
1950/54 (3,89) a 1971/73 (5,36). A su vez la tasa de explotación (P/V) lo hace
a un ritmo mayor casi duplicándose en el mismo lapso(pasa de 0,76 a 1,41). Como
consecuencia de este último aumento desmesurado se compensa la tendencia a
declinar de la tasa de ganancia (P/c+v) que se eleva de 0,19 a 0,26. Si
bien el incremento de la tasa de explotación de la clase obrera argentina, como
surge del párrafo anterior, no es nuevo, existen ciertos indicadores que
permiten describir su crecimiento descomunal a partir de 1976. En efecto, tal
como se demuestra con el siguiente cuadro, en el primer año de instalación de
la dictadura genocida, disminuyó el salario real un 33% respecto de 1975.
Cuando terminó esta etapa había descendido aún más. Cuadro
1 Variación
del salario real 1975/1993 Índice 1975=100 Año Salario 1975 100,0 1976 66,4 1977 51,3 1978 53,9 1979 57,7 1980 66,3 1981 61,9 1982
53,6 1983 63,6 1984 76,5 1985 68,8 1986 64,1 1987 58,7 1988 59,6 1989 54,5 1990 49,3 1991 46,8 1992 48,7 1993 49,1 Fuente:
Azpiazu - Nochteff Por
otra parte, el crecimiento de la pauperización relativa de la clase obrera
respecto de la burguesía, puede ser detectada considerando otro indicador: la
participación de los asalariados activos en el Producto Bruto Interno (P.B.I.).
Así, por ejemplo, mientras que en 1974-75 era del 44,1 %, bajó
perpendicularmente en 1976 al 27,9%. Por fin en el segmento 1977-1980 fue del
31,4 %, importando un repunte frente a la aguda disminución de 1976, pero
manteniéndose muy por debajo del nivel de 1975. El
cuadro general señalado en el párrafo anterior se mantiene incorporando la
participación de los asalariados pasivos, entendiendo que las jubilaciones y
pensiones implican la restitución de parte de la plusvalía apropiada por la
burguesía a la clase obrera. Se constata, en el cuadro que sigue, que la masa
total de asalariados (activos y pasivos) en 1974/75 alcanzó el 48,9 % del
P.B.I., mientras que en 1977/82 había disminuido al 36,4%, es decir un
cercenamiento cercano al 30%. CUADRO
2 Participación
de los asalariados en el ingreso (en porcentaje) Período Asalariados activos Asalariados Pasivos
Total asalariados 1974/75 44,1
4,8 48,9 1976
27,9
3,6 31,5 1977/80 31,4
5,0 36,4 Fuente:
Susana Torrado, obra citada, Pág. 266. El
siguiente cuadro demuestra que, desde 1976, las tasas de desocupación y
subocupación giraban en algo menos del 10%, elevándose, levemente, hacia el
final de la dictadura. Así, se puede concluir que la disminución del salario
real y el consecuente aumento de la tasa de plusvalía no fueron condicionados,
en esta etapa, por el crecimiento del ejército de reserva que, como se
anticipó, se mantuvo estable. Por ello, la dictadura se vio obligada a accionar
desde la superestructura estatal para lograr la disminución del nivel salarial,
impulsando medidas de distinta naturaleza para vencer la previsible oposición
de la clase obrera. Apeló al terrorismo
dirigido en particular hacia los militantes populares. Sobre esta base, dispuso
un conjunto de disposiciones jurídicas, que operaban tanto en el derecho
colectivo del trabajo (prohibición de las huelgas, modificación de la ley
sindical, congelamiento de las convenciones colectivas de trabajo, fijación de
los incrementos salariales por debajo del índice inflacionario, entre otras)
como en el terreno de las relaciones laborales individuales (modificación de la
Ley de Contrato de Trabajo). CUADRO
3 Desocupados
y subocupados en Argentina 1974-1995 Onda mes de mayo. Año
Población Total Pob.Econ.Ac. Desocupados
Subocupados Total 1974 25.241.297
40,6 5,0 5,4
10,4 1975 25.695.640
40,0 3,5 5,3 8,8 1976 26.157.162
39,9 5,2 5,3 10,5 1977 26.629.009
38,8 3,9 4,1 8,0 1978 27.108.131
38,8 4,2 5,5 9,7 1979 27.596.281
38,2 2,6 3,9 6,5 1980 29.949.480
38,3 2,6 4,5 7,1 1981 28.340.773
38,5 4,2 5,0 9,2 1982 28.737.544 38,2 6,0 6,7 12,7 1983 29.139.869
37,4 5,5
5,9 11,4 1984 29.547.827
37,8 4,7 5,4
10,1 1985 29.961.497
37,9 6,3 7,5
13,8 1986 30.380.958
38,6 5,9
7,7 13,6 1987 30.806.291
39,5 6,0 8,2 14,2 1988 31.237.579
38,7 6,5 8,9
15,4 1989 31.674.905
40,2 8,1 8,6
16,7 1990 32.118.354
39,1 8,6
9,3 17,9 1991 32.608.687
39,5 6,9 8,6
15,5 1992 33.005.209
39,8 6,9 8,3
15,2 1993 33.406.552
41,5 9,9 8,8
18,7 1994 33.812.776
41,1 10,7 10,2 20,9 1995 35.223.939
42,4 18,6 11,3
29,9 Fuente: RAFFAGHELLI-RAFFAGHELLI |