Cómo sanar a otros

 

La sesión Reiki con otra persona se parece mucho a la auto terapia, salvo dos excepciones. En primer lugar dirigimos las palmas de las manos hacia fuera, en vez de volverlas hacia nuestra propia persona, lo cual impone algunas modificaciones en cuanto a la ejecución de las posturas. La persona que administra el tratamiento debe buscar una postura corporal de máxima comodidad; de lo contrario la realización de las diferentes posturas originaría una fatiga considerable. No cruces los brazos ni las piernas, ni permitas que lo haga la destinataria. En segundo lugar, cuando sanamos a otra persona es preciso respetar la intimidad física. Tocar los senos o los genitales implica una invasión de esa intimidad, por lo general inadmisible, excepto si la destinataria eres tú misma o tu pareja.

Esto debe tenerse en cuenta lo mismo con los niños que con los adultos. En nuestro país una de cada tres mujeres ha sufrido una violación y probablemente una de cada dos, o más, han sido víctimas de abusos deshonestos incestuosos o de otro género. La sesión Reiki debe constituir un espacio seguro: no podría ser de otra manera.

Al comienzo de la sesión practicamos las posturas para la cabeza, de pie o sentados a espaldas de la persona que recibe el tratamiento. Esta disposición espacial será válida para las tres posturas de la cabeza, la del chakra de la garganta y probablemente también la del chakra Cordial. En las páginas siguientes pueden verse las figuras, ordenadas y numeradas con arreglo a la secuencia de ejecución que se propone. La primera postura consistirá en posicionar las manos con suavidad y algo ahuecadas sobre los ojos de la persona, sin aplicar ninguna presión (1). Prestaremos atención al ciclo de la energía y cuando desaparezcan las sensaciones, pasaremos a la postura siguiente. La primera postura servirá para equilibrar los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo, y es posible que la receptora manifieste cierta agitación, pero se tranquilizará tan pronto como pasemos a la postura siguiente. Nos abstendremos de dar pie a ninguna conversación mientras realizamos las posturas para la cabeza y si la persona se empeña en hablar, le rogaremos que guarde silencio por ahora.

En la segunda postura impondremos las manos sobre las mejillas, los meñiques junto a las orejas. Mientras la primera postura iba dirigida al chakra del Tercer Ojo, en ésta actuamos sobre el chakra Corona y también sobre el Tercer Ojo. Con frecuencia la persona que recibe el tratamiento se tranquiliza en este momento e incluso es posible que se duerma o inicie una excursión extracorpórea. Para efectuar la tercera postura (3), la sanadora levantará un poco la cabeza de la paciente (que suele colaborar de manera espontánea) pasando las manos debajo de ella y haciendo copa debajo del surco occipital. Conviene buscar la colocación más cómoda para las manos, que será al mismo tiempo la correcta. Afecta a los chakras Corona, Tercer Ojo y Cuerpo Causal. En esta postura tratamos el cráneo, el cerebro, los ojos, los oídos y el sistema nervioso central.

Pasamos adelante para actuar sobre el chakra de la garganta (4). Debido a la reacción de pánico que produce en muchas personas el sentir unas manos ajenas sobre la garganta, yo prefiero no hacerlo y acostumbro posicionar las manos un poco más abajo, cerca de las clavículas. Otra posibilidad estriba en colocar ambas manos sobre la garganta pero sin llegar a tocarla, formando como una tienda de campaña, pero la postura es incómoda y supone un esfuerzo adicional para el o la terapeuta. En existencias pasadas, muchas de las personas que hoy se dedican a sanar murieron en el patíbulo, por lo general estranguladas antes de arder sus cuerpos en la pira, de ahí la fobia.

Mediante una nueva extensión de los brazos, o desplazándonos lateralmente, pasamos a la postura para el chakra del corazón (5, 5a). Nunca tocaremos con las manos los pechos de una mujer con quien no tengamos intimidad, salvo si se ha convenido previamente (como sería el caso de la paciente que busca remedio a unos quistes o nódulos en las mamas). Por lo general nos limitaremos a imponer las manos sin tocarlos, o iremos a apoyarlas entre los pechos si hay espacio suficiente, o si no se puede corregir de algún modo la postura, prescindiremos de ella por completo. Una vez más, esperaremos la subida y la bajada del ciclo energético, lo cual puede llevar unos cinco minutos, antes de pasar a la postura siguiente. Ahora será preciso que nos coloquemos a un lado de la receptora no a espaldas de ella. El plexo solar (6) se localiza justo debajo de las mamas y cuando actuamos sobre esta región influimos en los órganos superiores de la digestión (hígado, vesícula biliar, páncreas).

En las posturas para el torso se ofrecen varias posibilidades en cuanto a la colocación de las manos. Pueden posicionarse como se hizo para la auto terapia, aunque apuntando hacia fuera y no hacia dentro. Para hacerlo las dispondremos en horizontal, y transversalmente con respecto al cuerpo, los dedos de una mano casi rozando la muñeca o la palma de la otra. Otra posibilidad, a veces más cómoda, consiste en posicionar las manos la una al lado de la otra, los pulgares casi rozándose. Para localizar las posiciones imaginemos el torso de la persona receptora dividido en cuatro cuarteles, adonde dirigiremos sucesivamente las manos contiguas: superior derecho, superior izquierdo, inferior derecho, inferior izquierdo, y terminando con la imposición de las manos en el centro de la parte baja del abdomen. (En la práctica de Reiki no importa si comenzamos por el lado izquierdo o por el derecho.) Lo mismo podremos hacer, si queremos, cuando trabajemos la parte dorsal del cuerpo.

Las ilustraciones y las descripciones que doy seguidamente muestran el primer método, pero en la página 79 se ilustra la manera de efectuar el segundo; ambos procedimientos son correctos y su elección sólo es cuestión de comodidad para la sanadora.

Continuando con el torso, en la postura (7) llevamos las manos un poco más abajo de la cintura para actuar sobre el chakra abdominal. En la postura siguiente (8) descendemos a la región pélvica, con imposición de las manos por encima del hueso púbico, puestas horizontalmente o la una al lado de la otra. Luego llevamos ambas manos al centro del bajo vientre (9), justamente sobre el hueso del pubis, superponiendo para ello las manos; en esta posición influimos sobre todos los órganos abdominales de los aparatos digestivo, excretor y reproductor. Véanse en las páginas anteriores los dibujos con la situación de los órganos corporales; son recomendables algunos conocimientos anatómicos para la práctica de la terapia Reiki, aunque no abundaremos demasiado en la terminología médica.

Las posturas para las rodillas, los tobillos y los pies son todavía más importantes cuando tratamos a otra persona que para las sesiones de auto terapia. Es preciso tener en cuenta que, a estas alturas de la sesión, hemos tenido a una persona inmovilizada, tal vez en silencio (excepto si ha pasado por una fase de desahogo emocional) y sometida a nuestras manipulaciones durante media hora o más. Quizá nos parezca que se ha dormido o que está "fuera de sí" en el sentido de una cierta divagación extracorpórea; pues bien, la imposición de las manos sobre las piernas y los pies nos servirá para devolverla al plano terrenal y a su propio ser.

Para ello la terapeuta deberá cambiar otra vez de posición. Para realizar las imposiciones sobre el torso la sanadora se sitúa de pie o sentada junto a un costado de la receptora. No es necesario pasar de un lado al otro, pues bastará con extender los brazos para situar las manos sobre el lado opuesto al que ocupamos. Hecho esto nos desplazamos algo más abajo, hasta donde sea necesario para alcanzar las piernas cómodamente. Ahora trabajaremos la parte superior de ambas rodillas (10), y luego la parte superior de ambos tobillos (11). Otra variante consiste en posicionar las manos sobre la rodilla y el tobillo de un mismo lado (l1a); esta postura es desde luego mucho más cómoda. Como de costumbre, dirigiremos nuestra atención a la subida y la bajada de las sensaciones energéticas. Termina esta fase con la imposición sobre las plantas de los pies (12), para lo cual trabajamos sucesivamente uno y otro pie, o ambos a la vez, siendo preferible esta última variante. Si la sesión va a completarse con imposiciones de manos sobre la parte dorsal del cuerpo, en este momento podemos prescindir de las posturas para los pies, dejándolas para el final de la sesión. En cuyo caso pediremos a la destinataria que se dé la vuelta y pasamos a ocupar de nuevo nuestro lugar junto a la cabeza.

Opcionalmente podemos realizar una imposición de manos para la parte posterior de la cabeza (13), a cuyo efecto la persona receptora debe volver la cara a un lado y posicionaremos una mano sobre el chakra Corona y la otra en la parte posterior del cráneo, sobre el surco occipital. Aguardamos la variación de las sensaciones y luego pasamos a la posición siguiente, que actúa sobre la parte posterior del cuello (14). Todavía no he conocido ningún caso de sensibilidad excesiva al tratamiento del chakra de la garganta por la parte posterior; en cualquier caso disponemos de una alternativa, que consiste en po-sicionar las manos sobre el músculo trapecio, es decir sobre los fuertes paquetes musculares comprendidos entre la nuca y los hombros.

Hecho esto nos colocamos al lado de la receptora y efectuamos las tres posturas correspondientes a la espalda (15, 16, 17). Las manos pueden colocarse la una a continuación de la otra, o ambas en paralelo, lo mismo que para la parte anterior del torso. Estas posturas afectan a los chakras Cordial, del plexo solar y del abdomen. También son beneficiosas para los ríñones y corrigen maravillosamente la tensión arterial, los estados de estrés y las dolencias de la espalda. En las personas de espalda muy larga o que acusan frecuentes dolores de la parte lumbar, realizaremos una postura adicional más abajo, hacia el comienzo de las nalgas, la cual puede practicarse opcionalmente con las manos apuntando en sentidos opuestos (18).

Seguidamente pasaremos a ocuparnos de las piernas y los pies, y quiero subrayar que la ejecución cuidadosa de las posturas es de suma importancia en esta fase. Sirven para la toma de fundamento de la receptora tras haber permanecido largo rato "fuera de sí". Para mayor comodidad pasaremos a situarnos más cerca de las piernas y efectuaremos las posturas Reiki para la parte posterior de ambas rodillas (19), así como para la parte posterior de ambos tobillos (20); con frecuencia se prefiere imponer las manos simultáneamente sobre la rodilla y el tobillo del mismo lado (20a). Tras conceder el tiempo necesario para el ciclo de la energía, no olvidaremos repetir la operación en el otro lado.

La última postura de la sesión es la que afecta a las plantas de los pies (21). Lo mismo que para la parte anterior del cuerpo, la postura consiste en imponer las manos sobre la parte central de las plantas, que es donde se localizan los chakras. Notarás un intenso flujo de la energía a través de los pies, el cual se prolonga a veces durante varios minutos. Esta postura integra y completa la curación. La persona receptora todavía dista de haber tomado fundamento cuando se incorpore al término de la sesión, pero se hallará en condiciones de desplazarse por su propio pie; si se omitiese la imposición sobre los pies nos arriesgaríamos a que permaneciese bastante rato en un estado de confusión o desorientación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagenes Cómo sanar a otra persona

                          Posturas:   (1-8)     (9-17)    (18-21)

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Extraído del libro de Diane Stein, "Reiki Esencial" Intermedio Editores.

Para mayor información visite: www.dianestein.com