¿Qué tienen de nuevo los nuevos medios?
Roger Silverstone
[...] Esta es una pregunta que no tiene una única respuesta. Sin embargo, mucho de lo que escribimos y decimos sobre este tema ya lleva implícita una (...). Lo nuevo es nuevo. Las tecnologías que han surgido en los últimos años, principal pero no exclusivamente las tecnologías digitales, son nuevas. Hacen nuevas cosas. Nos dan nuevos poderes. Crean nuevas consecuencias para nosotros como seres humanos. Modifican mentes. Transforman instituciones. Liberan. Oprimen.
No es difícil identificar lo utópico, ni lo distópico, en todo esto. No es difícil notar como, muy a menudo, el deseo o el temor al cambio condiciona el análisis. Es fácil verse seducido por la simplicidad y el significado de la novedad. Es fácil malinterpretar los signos. En este punto la novedad es, sin embargo, nuestro problema (...). Lo nuevo no es un tema sencillo. Tecnología y sociedad no siempre coinciden. La historia cuestiona a la ontología. Las revoluciones son, generalmente, más retóricas que reales.
Preguntar “¿qué tienen de nuevo los nuevos medios?” es, por supuesto, preguntar acerca de la relación entre continuidad y cambio; es una pregunta que requiere investigar las complejidades de la innovación como un proceso tanto tecnológico como social. Pero es una pregunta que también obliga a replantearse algunas de las presuposiciones más fundamentales de las ciencias sociales, al tiempo que también obliga a confrontar algunas de sus más resistentes paradojas. En este sentido, tenemos que empezar nuestra respuesta con viejas teorías y con preocupaciones que son familiares pero necesarias. Tenemos que abordar el asunto de la determinación, y preguntarnos sobre el status de “lo tecnológico” como categoría. Tenemos, por ejemplo, y consecuentemente, que inquirir sobre la naturaleza del poder y sobre los grados de libertad para moldear y para resistir a la tecnología. Tenemos que abordar comunicación, información y mediación como procesos. Tenemos que pensar tanto simbólica como materialmente. Tenemos que confrontar historia con historiografía, teoría y metodología, tanto por aquello que nos dicen sobre evolución y revolución, como por la forma en la que delimitan nuestros juicios sobre la causa y el efecto. Y tenemos que involucrarnos con discursos específicos en teoría de la comunicación y estudios sociales de la tecnología; con sus esfuerzos más recientes para comprender las tortuosas relaciones entre instituciones, tecnologías, textos y usos.
¿Crean los nuevos medios nuevos significados? ¿Hacen posible o deshabilitan cambios sociales o culturales? ¿Cómo podemos desenmarañar los varios componentes del cambio en los medios y las tecnologías cuando afectan, o se supone que afectan, tanto a organizaciones como a procesos políticos, al comercio global, la vida cotidiana? ¿Por qué a este espacio se le llama ciber?
Todas estas preguntas tenemos que abordarlas de manera rigurosa, de forma que no nos veamos cegados por el exceso. Los nuevos medios traen consigo nuevos retos para el análisis, pero también refuerzan los viejos retos. Y es que no podemos afirmar que comprendemos por completo la prehistoria de los nuevos medios. Las supuestas características distintivas de los nuevos medios: convergencia digital; comunicación muchos-a-muchos; interactividad; globalización; virtualidad, no son, con la probable excepción de su especificidad técnica, nada nuevo. La comunicación cara a cara es simultánea e interactiva y no necesita de un mouse. La globalización se vio prefigurada en la cultura cinemática y la televisual. Y cualquier incursión en el espacio electrónico siempre ha presupuesto y requerido un espacio físico como su punto de partida y de llegada. En lo que respecta a comunicación el asunto de la cantidad se convierte en un problema de calidad. Y esto no es cierto sólo para la Internet sino para todas las redes mediáticas. Es la simple ley de todos y cada uno de los intentos de comunidad.
(En el análisis de los nuevos medios) hay que temperar el entusiasmo con la crítica, y la crítica con la apreciación y el entendimiento. Las nuevas tecnologías, en su supuesta novedad, deben ser confrontadas no sólo en relación con lo viejo, sino también en el contexto tanto del pasado como del presente; de lo social y de lo humano. El espacio virtual debe ser visto como una expresión de lo real y no sólo, o no necesariamente, como algo que lo trasciende. Las luchas de poder que sabemos se dan dentro del capitalismo global no pueden ser simplemente ignoradas una vez que entramos en la nueva era mediática y nos aventuramos en el ciberespacio. El conocimiento todavía se ancla en la experiencia. El lenguaje todavía es un hecho político y no simplemente social. Los nuevos medios nos ofrecen posibilidades y crean nuevos dilemas tanto como usuarios como teóricos. El cambio tecnológico no está divorciado de la ideología, y las ideologías, en tanto máscaras y disfraces de intereses materiales, permanecen incluso en la inocencia de la Internet [...].
Los nuevos medios, de hecho, nos afectan y nos involucran completamente como seres sociales, políticos, y también económicos. Y al cuestionar su significancia el sentido definitivo puede ser encontrado en su uso, y en nuestra capacidad para movilizar su potencial para el bien político y social. No hay duda alguna que los nuevos medios tienen una notable capacidad para transformar las instituciones existentes. De la misma manera, no existe duda acerca de la igualmente notable capacidad de determinados intereses para movilizarse en contra, o apropiarse de ese potencial con fines conservadores o convencionales [...].
La novedad no puede, por lo tanto, ser asumida ni dada por sentado. Nunca es simple y raras veces no es contradictoria. Lo novedoso de los medios es tanto un asunto de contenido como de organización y tecnología. La novedad es, por lo tanto, el problema.
Roger Silverstone
London School of Economics and Political Science
Whats new about new media?
En New Media & Society, Vol 1 (1). Pp.10-12.
Traducción: Arturo Wallace-Salinas