Presidente Provisional de la República

del 1º de junio

al 30 de noviembre de 1920

Don Adolfo de la Huerta nació en Guaymas , Sonora, el 26 de mayo de 1881. Estudió en el Colegio de Sonora en su ciudad natal y en la Escuela Nacional Preparatoria en México; llevó cursos de contabilidad, de música y de canto. En 1900 quedó huérfano y se estableció en Guaymas, donde fue ayudante de tenedor de libros, comerciante, empleado de un banco, gerente de una tenería y profesor de canto. En 1908 se afilió al Partido Antirreeleccionista, del que fue representante en Guaymas y resolvió venir al centro del país para tomar parte en la campaña política en favor del señor Madero.
Cuando renunció a la presidencia el general Díaz (ver su carta de renuncia), el señor De la Huerta fue nombrado diputado local y tomó parte muy activa en las negociaciones de paz con las tribus yaquis. Estaba en la ciudad de México para el arreglo de algunos asuntos políticos y fue testigo presencial de los acontecimientos del cuartelazo de la Ciudadela el 9 de febrero de 1913. Se presentó con Madero en Chapultepec y lo acompañó hasta Palacio, cooperó con el gobierno durante la llamada Decena Trágica y al ocurrir el asesinato de Madero y Pino Suárez marchó a Monclova, Coahuila, para presentarse a don Venustiano Carranza en la lucha contra los usurpadores. Al triunfo del constitucionalismo fue nombrado Oficial Mayor de la Secretaría de Gobernación y encargado del despacho; el 5 de mayo de 1916 se le designó gobernador provisional de Sonora, puesto que desempeñó con mucha actividad y eficiencia tocándole promulgar la Constitución de 1917.

Fue designado de nuevo oficial Mayor de Gobernación, senador de la República, cónsul general en Nueva York en 1918 y gobernador de Sonora a partir del 1º de diciembre. Distanciado del presidente Carranza por el apoyo que éste dio al ingeniero Bonillas para que le sucediera en el cargo, De la Huerta y el Congreso de Sonora declararon que el Estado asumía su soberanía. Carranza intentó mandar tropas para someter a Sonora, pero entonces los jefes militares con mando que se encontraban allá se levantaron en armas. Reunidos todos formularon y firmaron el Plan de Agua Prieta el 23 de abril de 1920, por el cual desconocían a Carranza y a su gobierno, reiniciándose la guerra civil que terminó prácticamente el 21 de mayo de 1920 al ser asesinado el presidente Carranza en Tlaxcalaltongo, de la sierra de Puebla, cuando iba con alguna gente de su confianza con rumbo a Veracruz. Entonces, el Congreso de la Unión lo nombró presidente provisional de la República, cargo que recibió el 1º de junio del mismo año. Durante el corto tiempo en que lo desempeñó, el señor De la Huerta dedicó sus esfuerzos a consolidar la paz. Los jefes zapatistas reconocieron al nuevo gobierno, el general Francisco Villa que se mantenía en rebelión fue muy bien tratado por De la Huerta y se rindió en Sabinas, Coahuila. El gobierno regaló a Villa, a nombre de la nación, la hacienda de Canutillo y le pagaba una fuerte escolta.

Posteriormente, cuando un periodista preguntó a Villa por quien se inclinaría en las próximas eleciones, entre don Adolfo de la Huerta y el general Álvaro Obregón, Villa declaró que por "Fito" de la Huerta. Probablemente esto costó que lo asesinaran. Don Adolfo fue secretario de Hacienda y Crédito Público, del 1º de diciembre de 1920 al 25 de septiembre de 1923. Reanudó los arreglos de la deuda externa y concertó el tratado De la Huerta-Lamont que aseguró y redujo las responsabilidades en dinero contraídas por los gobiernos durante la revolución.

Renunció a ese puesto para aceptar su candidatura a la Presidencia de la República, pero como el general Obregón estaba más comprometido con el general Calles, De la Huerta, aconsejado por sus partidarios civiles y militares, salió para Veracruz el 7 de diciembre de 1923 y se levantó en armas contra el gobierno. A pesar de que De la Huerta contaba con muchos partidarios y tropas, principalmente en Jalisco con el general Enrique Estrada, los delahuertistas fueron derrotados completamente en junio de 1924. De la Huerta escapó a Estados Unidos y se radicó en Los Ángeles, donde abrió una academia de canto de mucho renombre. Regresó al país en 1935 y fue nombrado visitador general de consulados y más tarde director general de Pensiones Civiles. Murió en la ciudad de México el 9 de julio de 1955.