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A los pocos días
de haber llevado a cabo la conquista del Valle de México, Hernán
Cortés dirije su curiosidad y avaricia hacia los desconocidos territorios
del noroeste Novohispano. Después de 1521, sería esta parte
de la Nueva España el principal escenario de la colonización
del norte bárbaro.
Entre sus múltiples rivales, Cortés contaba con uno particularmente incómodo:Nuño Beltrán de Guzmán, quien siempre se mostró dispuesto a despojar de la gloria y la fama al gran conquistador. Sin embargo, contaba también con una arraigada impopularidad fruto del exterminio de esclavos indígenas. La idea de ricos y fabulosos reinos en el territorio novohispano nunca pareció alejarse de la mentalidad del europeo; la leyenda de "El Dorado" y del reino de las Amazonas, ilustra con claridad como la riqueza y la fortuna fue el alimento de incontenibles fantasias por parte de Cortés, Guzmán y otros conquistadores. A fines de 1529, con 300 españoles y cerca de 6000 indígenas llevados como auxiliares, Nuño de Guzmán lleva a cabo la primera serie de exploraciones en el noroeste de México. Aunque falla en este primer intento por encontrar algún reino similar al del Valle de México, funda San Miguel de Culiacán, el primer asentamiento español en los territorios del noroeste, por lo que la Corona lo designa, en 1531, el primer gobernador del nuevo reino de la Nueva Galicia. Como gobernador Guzmán mantuvo una actitud favorable a las campañas de exploración. En 1533 envía hacia el norte una exploración al mando de Diego de Guzmán, quien penetra a terrenos hasta entonces desconocidos, llegando a tener contacto con grupos indígenas pertenecientes a la lengua cahita, y trayendo, por primera vez, noticias de los indios Yaquis. Habiendo dejado Culiacán en el mes de julio, los españoles alcanzan en septiembre el río Mayo, no sin antes haber librado múltiples problemas en las regiones del río Fuerte y Sinaloa, mismas que habían cruzado con un mes de anterioridad. Los pobladores del mayo, inicialmente hostiles a los intrusos, se mostraron considerablemente amables cuando los españoles les aseguran que su presencia es transitoria. Tal era el apremio de los indios mayos por deshacerse de los españoles, que proveen a estos de maíz, sal y un guía para continuar su camino hacia el norte. El 4 de octubre de 1533, según informes de un miembro de la expedición comandada por Guzmán, la tropa arriba al río Yaquimi (Yaqui). El capitán Diego de Guzmán ejecuta por primera vez, en tierras del noroeste, el acostumbrado acto de toma de posesión de territorio para la Corona, disponiendo del río y de todos sus habitantes para el Reino de España. Como era de esperarse, poco tiempo después sucedería el primer enfrentamiento entre españoles y yaquis, el cual derivaría en un conflicto armado, en donde saldrían victoriosas las tropas de la Corona sobre los aguerridos nativos sonorenses. Es muy ilustrativa del carácter de cada uno de los rivales, la crónica escrita por uno de los expedicionarios, en la cual se deja sentir, la mentalidad del conquistador en la soledad de esos territorios agrestes. La misma noche del combate, en el campamento español, se presenta ante el capitán un anciano de tribu, llevando consigo un báculo con incrustaciones de turquesa; pero, si bajo la mentalidad indígena esto hubiese intentado apagar la ambición de los conquistadores, desgraciadamente sólo sirvió para confirmar la sospecha de ricos territorios escondidos en la región norte de la Nueva España, lo que dio, sin lugar a duda, motivo de posteriores travesías. Sería necesario que transcurrieran algunos años para que tuviese lugar el segundo encuentro indígena con los conquistadores; este ocurriría como la culminación de una de las más espectantes e increibles aventuras del nuevo mundo. Por el año de 1536, Diego de Alcaraz, vecino de la villa de San Miguel en el norte del actual estado de Sinaloa, había salido a cautivar indios "sin atender a rey ni a ley", cuando, en las inmediaciones del río Petatlán, tropezó con un nutrido grupo de indígenas que acompañaban a cuatro cristianos; eran Andrés Dorantes, Alvaro del Castillo, el negro Estebanico y Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Cabeza de Vaca había sido el tesorero de una expedición que a cargo de Pánfilo de Narváez, cinco años antes, había ido a explorar la florida. El navío había sozobrado en las costa de Texas y los cuatro náufragos habían realizado una larga peregrinacián que Cabeza de Vaca relató en una amena crónica, en la que describe como logra hacer amistad con los numerosos grupos indígenas que lo ayudaron a seguir "el camino del maíz". Al atravezar por territorios sonorenses, Cabeza de Vaca y sus demás acompañantes topan con un grupo de nebomes los cuales entablan amistad con él, estos indios los dirigen hasta un lugar donde habían observado presencia española; sin embargo, después del incidente con el capitán Diego de Alcaraz, quien los depoja de sus escazas pertenencias, prefieren protegerse asentándose en Bamoa, al norte de Sinaloa. Alvar Núnez y sus acompañantes fueron bien recibidos por Melchor Díaz, alcaldede San Miguel de Culiacán, quien les ayudó a llegar a Compostela, para entrevistarse con el gobernador Nuño de Guzmán y pasar luego al Valle de México. En la capital del virreinato causó sensación la narración de los náufragos, quienes aseguraron haber visto dos magníficas ciudades -Cíbola y Quivira- donde abundaban el oro y las riquezas. Contagiado más que nunca por los aires de bonanza que provenían de un norte ignoto, el gobernador de la Nueva Galicia envía al franciscano Fray Marcos de Niza para que con el negro Estebanico entrara tierra adentro y sin el ruido que provocaba el manejo de las armas, descubriera la Ciudad de Quivira procurando pacificarla y someterla al evangelio. Los nuevos expedicionarios caminaron muchas leguas en medio de grandes trabajos; encontrando diferentes grupos indígenas con los cuales no les fue posible tratar de paz. En uno de estos enfrentamientos murió Estebanico y Fray Marcos volvió a Culiacán sin haber logrado el objetivo que le fue encomenado. La ambición española no cedería con estos reveces, Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, dando crédito a las afirmaciones de Cabeza de Vaca, organiza un ejército expedicionario de 400 hombres al mando de Francisco Vázquez de Coronado, llevando por alferez real a don Pedro de Tovar, conquistador y vecino de San Miguel. La tarea emprendida tenía el mismo objetivo que la financiada anteriormente por Nuño de Guzmán (el sometimiento de Quivira) y sin duda alguna tendría el mismo fin. El primer día de marzo de 1540, Coronado sale de Compostela siguiendo las señales que le diera Cabeza de Vaca y se adentra en Sonora. Vázquez de Coronado recorre gran parte del noroeste sin encontrar indicio alguno de las fabulosas ciudades; más de dos años habría de peregrinar para convencerse de la inutilidad de su viaje y regresar al fin sobre sus pasos, a la ciudad de Culiacán, que sería, durante todo ese tiempo, la frontera entre el México español y el México indio. fuente www.fisica.uson.mx/Sonora |