- A veces, en la historia de la m&uacuute;sica, se acaba dando nombres caprichosos o sin sentido aparente a ciertas composiciones. Las «Variaciones Goldberg» es un ejemplo de estos caprichos históricos.
Ante el insomnio que sufría el embajador de Prusia en la corte de Dresde, el Conde Hermann Carl von Keyserlingk (que sería posteriormente el primer biógrafo de Bach), le fue aconsejado por su médico que escuchase música relajante a la hora de irse a dormir. Así pues, el embajador se puso en contacto con su admirado Bach y le solicitó una obra que fuese lo suficientemente larga como para quedarse dormido mientras la escuchaba.
Una vez compuesta la obra por Bach, fue su joven alumno Johann Gottlieb Goldberg quien se encargó de interpretarla al clave cada noche, en una habitación lo suficientemente cercana al dormitorio del Conde como para que éste pudiese oírla y quedarse dormido. De esta manera la obra no acabó llamándose con el nombre de la persona a quien iba dirigida, como era habitual, sino con el nombre del clavecinista, que consiguió su sitio en la historia musical con su sacrificado trabajo.
- En 1747 Bach visitó la corte de Federico el Grande de Prusia (en la su que hijo Carl Philipp Emanuel trabajaba como clavecinista al servicio de éste), por invitación expresa del propio rey, un gran amante de la música que ocasionalmente componía sus propias obras. El rey deseaba que Bach probase los nuevos fortepianos fabricados por Silbermann que había adquirido y colocado en varias de las estancias de palacio.
Bach, cuya fama de improvisador ya era conocida, le pidió al rey que tocase alguna composición propia para que él pudiese posteriormente hacer con ella una improvisación. El rey accedió y, tras tocar su pieza, Bach se puso a improvisar sobre lo allí oído.
El Conde Keyserlingk, embajador prusiano que había trasladado la invitación a Bach y primer biógrafo del compositor, nos cuenta cómo el rey «no pudo por menos de celebrar la ciencia profunda de su improvisación. Deseoso de conocer hasta qué punto podía alcanzar este arte, el rey indicó a Bach que deseaba oírle improvisar una fuga a seis partes obligada. No todos los temas podían convenir a una fuga de éste género, no todos eran susceptibles de llevar una armonía tan densa. Bach escogió su tema, y se puso a improvisar ante la estupefacción de todos, en un estilo sabio y majestuoso, una fuga a seis partes, tan fácilmente como acababa de hacerlo el rey con su tema».
A su regreso a Leipzig, Bach retomó el tema del rey y elaboró sobre tal mediocre obra una composición que resultó ser una obra maestra, a pesar de incluir en ella el propio motivo inspirador. Hizo imprimir todo y se lo envió al rey, dedicándoselo bajo el título de «Ofrenda musical».