Moc!
Moc!
Dedicado
en cuerpo y alma a la pantomima, me dediqué
a buscar recursos
escénicos
que no requiriesen parlamentos. Robé una bocina
en forma de bulbo de un taxi y me
la puse bajo el cinturón para mi papel en "Home
Again". Cuando
Chico y yo
iniciábamos nuestra riña y el policía nos daba con
la porra y me separaba
de Chico
de un tirón, la bocina decía "¡Honk!"
y obteníamos una carcajada nueva.
.
.
Una
tarde preparé una pequeña sorpresa
para Groucho.
Durante una de sus
escenas más
tranquilas, mientras yo estaba fuera del escenario elegí a una monada
rubia del coro
y le pregunté si le gustaría tener un papel más
importante.
Se mostró más que
dispuesta. Le dije que lo único que tenía que hacer era atravesar
el escenario
corriendo y gritando.
Lo hizo y yo eché a correr detrás de ella en alocada persecución,
saltando y rebotando
y haciendo sonar mi bocina.
.
.
Interrumpí
la escena de Groucho,
pero cuando las risas se calmaron, él fue capaz
de darle el toque
final:
"Es
la primera vez
que veo a un taxi perseguir a un pasajero",
dijo. Así que perseguí a
la corista por el escenario en sentido inverso, tratando de coger a
Groucho
desprevenido.
No lo logré: "El de las nueve y
media llega puntual. Uno siempre puede poner
su reloj en hora",
dijo.
.
.
La
persecución se convirtió en un chiste fijo de Cocoanuts.
Era divertido, por lo
menos, ver cuál
sería la réplica de Groucho y luego se convirtió en
parte de mi repertorio
permanente. Mi estatura como actor crecía, podríamos
decir, a saltos y rebotes.