Hace días leía un libro donde encontré estas frases que a todos nos pueden dar ánimos:
"La vida es como una apasionante aventura. La vida, un reto que debo superar, un riesgo que debo correr, y en lo que tengo que vivir intensamente para realizar cada uno de sus minutos, decidido a mantenerme vivo hasta el último minuto que me den en el mundo". Nosotros podemos añadir: "hasta el último minuto que Dios me conceda".
La vida, una oportunidad nueva en cada amanecer, y lo podemos decir porque conocemos y estamos unidos a aquél que hace de nuestra existencia una novedad: Cristo.
No se pueden cultivar amarguras, a pesar de tantos momentos difíciles que el hombre tiene que aprender a superar cada día; posiblemente en ese encuentro no muy agradable, en esa injusticia, en el dolor personal o de aquella persona a quien tanto queremos, en esa mentira sistemática que desborda corrupción, en esas cien o doscientas personas inocentes que son asesinadas, en ese etcétera que tú puedes ampliar con tu experiencia personal.
La vida es un reto a la lucha, a tomar una actitud de dinamismo, porque Dios te regala cada minuto, cada segundo; vívela y transmite esa ilusión por dejar a las generaciones futuras (tus hijos), un mundo menos inhumano.
Recordemos aquella frase del Concilio Vaticano II: "El curso de la historia presente es un desafío al hombre, que le obliga a responder" (GS).
Es posible poner nuestro granito de arena, pero cada día al amanecer, dile al Señor como San Pedro: "Señor, en Tu nombre echaré las redes" (Lucas 5,5). Posiblemente tengamos que lanzarlas en las tinieblas, o sea sin ver las cosas claramente, pero con gran fe en el Señor.
Animo, y repite con el poeta: "El mundo es todavía hermoso, sé fuerte, esfuérzate por ser feliz".
El Señor te dé su paz.