La Santidad


Del libro: Animo, un momento de Reflexión, del Pbro. Faustino Armendáriz J.

"En la Iglesia todos están llamados a la santidad" (Vaticano II, Lucas 33) ¿Se puede hablar hoy de santidad? ¿Tú puedes ser santo? La concepción equivocada de la santidad, nos impide buscar esta realidad.

El hombre santo no es el que está libre de tentaciones y de inclinaciones al mal. No es el que vive en un invernadero o en una cápsula que lo aísle de toda contaminación o enfermedad.

No es el indiferente y pasivo que no tiene capacidad de lucha.

No es el triste y melancólico que no busca horizontes nuevos.

No es el que reza mucho sin traducir su oración en vida.

Santidad no es una palabra reservada para adjudicarse a un reducido número de personas muy privilegiadas. Es para tí.

Santo es el que enfrenta la tentación y la supera, y en muchos momentos aunque siente la inclinación hacia el mal, no lo consiente.

Es el que a pesar de que vive en ambientes difíciles, donde las conversaciones, el lenguaje, los vicios, que ciertamente están lejos de los consejos evangélicos, intenta vivir de manera diversa, "anormal" para el común de las gentes.

Es el que día con día resucita a una nueva vida, a pesar de los momentos de Getsemaní (dolor) y de Calvario (más dolor).

Es el que a pesar de su carácter difícil, lucha por vivir en la alegría y cultiva la paciencia, la mansedumbre y el perdón.

Es el que ora, pero vive en una continua atención hacia Dios, queriendo hacer siempre su voluntad.

Santo es el padre de familia, la madre de familia, el joven, el estudiante, el obrero, el niño, el anciano, etc., que vive con honestidad su vida cotidiana, los pequeños detalles, esos que estás pensando.

Santo es el que camina, resucita diariamente (a una nueva vida), busca horizontes nuevos. Es el que lucha por llegar a la meta: "Sed perfectos como mi Padre Celestial es perfecto".

¿Es posible ser santo hoy? Puedes responder con seguridad "SI".

Animo. Tienes la posibilidad de comenzar hoy; no esperes un mañana que se puede eternizar. Que el Señor Jesús te dé la paz, su paz.


Hermosillo, Sonora, junio 28 del 88.

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