El Rezo del Santo Rosario


Siempre ha sido una , la exhortación que la Santísima Virgen María ha hecho al mundo a lo largo de todas Sus apariciones: ¡ORAR! Nunca ha pedido que busquemos nuevos métodos para ello; tampoco los ha sugerido. Más bien, nos ha invitado a renovar y fortalecer la oración tradicional de la Iglesia, de tal suerte que se convierta en una oración viva.

Así lo ha pedido también en Medugorie. En un principio, Nuestra Señora sugirió como oración mínima diaria, el rezo de siete Padrenuestros, AveMarías y Glorias además del Credo. Posteriormente nos invitó a rezar adicionalmente todos los días una parte del Rosario y finalmente la corona completa. Durante la víspera de su Asunción, el 14 de Agosto de 1984, la Santísima Virgen dió -por medio del vidente Ivan Dragicevic- el siguiente mensaje:

"Dile a la gente, que yo deseo que el mundo entero ore conmigo en estos días. Oren lo más posible. Ayunen los miércoles y los viernes; recen al menos el Rosario completo todos los días: misterios gozosos, dolorosos y gloriosos..."

Al mismo tiempo, Nuestra Señora pidió que este mensaje fuera aceptado por todos con una firme voluntad, especialmente por los fieles de la Parroquia de Medugorie y de los lugares aledaños.

Significado del Rezo del Santo Rosario

Rezar el Rosario no es otra cosa, más que encontrar un camino para estar con Jesús y María. Meditando los misterios de Sus vidas, estaremos con Ellos: ya sea que se trate del gozo de la Natividad; la solemnidad de la presentación en el Templo; o bien, de la agonía y el sudor mezclado con sangre, derramado en el huerto; del dolor de las heridas infringidas por el flagelo, la corona de espinas, el peso de la cruz y la crucifixión. Si en estos misterios nos unimos a Jesús y María a través de la oración, habremos asegurado con Ellos el gozo de la victoria sobre el pecado y la muerte; habremos logrado con Ellos el triunfo del Espíritu Santo en nosotros y la victoria final en el Cielo.

Por tanto, rezar el Rosario no significa ocultarse en algún lejano rincón, viviendo apartados del mundo. Significa más bien, prepararnos para aceptar cargar la cruz: la nuestra y la de los demás, de la misma manera que Jesús y María cargaron la suya.

Al mismo tiempo, estar con Jesús y María significa:

  • Enfrentar problemas y dificultades y, sin embargo, no amargarse por eso.
  • Experimentar desprecios y humillaciones y, sin embargo, nunca albergar deseos de venganza.
  • Avanzar por el camino del hombre que cree en el Dios que nos salva y que todo lo renueva.
Toda oración puede rezarse de prisa, de tal suerte que aún cuando hayamos orado mucho, al final no habremos tenido un encuentro personal con Jesús y María. Si oramos así, estaremos perdiendo el tiempo y no llegaremos jamás a gustar de la oración. Orar es como encontrarse con un amigo. Si nunca tenemos tiempo para él, si el tiempo que le dedicamos es demasiado corto, si le hablamos de tal modo, habremos condenado a esta relación a morir.

Es importante entonces, dedicar tiempo suficiente al rezo del Rosario y a toda oración.


Meditación tomada del libro: ORA CON EL CORAZON, de Slavko Barbaric, OFM

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