Dios misericordioso, que nos perdonas y quieres la salvación de todos los hombres, imploramos tu clemencia para que, por la intercesión de María Santísima y de todos los santos, concedas a las almas de nuestros padres, hermanos, parientes, amigos y bienhechores, que han salido de este mundo, la gracia de llegar a la reunión de la eterna felicidad.
Santísima Virgen María, Reina del Purgatorio; vengo a depositar en tu Corazón Inmaculado una oración en favor de las almas benditas que sufren en el lugar de expiación. Dígnate escucharla, clementísima Señora, si es ésta tu voluntad y la de tu misericordioso Hijo. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
Virgen Santísima, te pido que, así como me acuerdo de las benditas ánimas del Purgatorio, se acuerden de mí los demás, si he de ir allá a satisfacer por mis pecados. En ti, Madre mía, pongo toda mi confianza de hijo, y sé que no he de quedar defraudado.
Amén