11° DOMINGO ORDINARIO.
ANTIFONA DE ENTRADA.
Escucha, Señor, mi voz y mis clamores y ven en mi ayuda;
no me rechaces, ni me abandones, Dios , salvador mío.
Sal 26, 7-9
Lectura del libro del Éxodo. 19, 2-6
En aquellos días,
el pueblo de Israel salió de Refidim, llego al desierto del Sinaí
y acampo frente al monte. Moisés subió al monte para hablar
con Dios. El Señor lo llamo desde el monte y le dijo: "Esto dirás
a la casa de Jacob, esto anunciaras a los hijos de Israel: 'Ustedes han
visto como castigue a los egipcios y de que manera los he levantado a ustedes
sobre alas de águila y los he traído a mi. Ahora bien, si
escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi especial tesoro entre
todos los pueblos, aunque toda la tierra es mía. Ustedes serán
para mi un reino de sacerdotes y una nación consagrada'".
Palabra de Dios.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.
Alabemos a Dios todos los hombres,
sirvamos al Señor con alegría
y con jubilo entraremos en su templo. R.
Reconozcamos que el Señor es Dios,
que él fue quien nos hizo y somos suyos,
que somos su pueblo y su rebaño. R.
Porque el Señor es bueno, bendigamoslo,
porque es eterna su misericordia
y su fidelidad nunca se acaba.
R.
Hermanos: Cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque pueda haber alguno que este dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama esta en que Cristo murió por nosotros, cuando aun éramos pecadores
Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su
sangre, seremos salvados por él del castigo final. Porque, si cuando
éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por
la muerte de su Hijo, con mucha mas razón, estando ya reconciliados,
recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo. Y no
solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de
nuestro Señor jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Palabra de Dios.
EVANGELIO.
No he venido a llamar a los justos, sino a
los pecadores.
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Lectura del santo evangelio según san Mateo.
9, 9-13. |
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolome; Tomas y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
A estos doce los envío Jesús con estas instrucciones:
"No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan
mas bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y
proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen
a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen
fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejerzanlo,
pues, gratuitamente".
Palabra del Señor.
ANTIFONA DE LA COMUNIÓN.
Una sola cosa he pedido al Señor y es lo único que busco: habitar en su casa todos los días de mi vida.
Sal 26, 4
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