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El siguiente relato, lo hice en un trabajo para el colegio, donde teniamos que crear un relato, sobre un soldado que había estado, en la Guerra de malvinas. Espero que les guste:

Me pidieron que relatara mi historia, no la de mi vida, sino la de mi otra vida, la que viví en Malvinas, la vida que deje allí, y nunca volví a recuperar. La voy a relatar con la poca cordura que me queda (si es que aún soy una persona cuerda), con la poca cordura que la guerra me dejo traer. Tenía solo dos semanas de entrenamiento militar cundo me mandaron a las famosas islas. Llegue con el corazón pintado de celeste y blanco, con todo el patriotismo que se puede tener. Yo, era un adolescente que recién empezaba a dar los primeros pasos a la etapa adulta, tenía tan solo dieciocho años y me obligaron a dar un salto en largo hacia la madurez. Al desembarcar, nos dirigieron lo más rápido posible hacia el campo de batalla, donde a duras penas nos armaron con la poca artillería que tenían y nos colocaron en un pozo que decía llamarse trinchera. Enseguida conocí a mis compañeros, de los que ni siquiera supe el nombre porque no dio el tiempo, fui el único que quedo de los 15 que estabamos. Se es bien sabido que nada de lo que era mandado para los soldados llegaba: Ni abrigo, cuando la temperatura mas alta no subía de los 2* bajo cero y tampoco alimento, a tal punto que había veces que solo desayunábamos y no comíamos hasta el otro día. También, había veces que estabamos sin artillería, y aunque la hubiéramos tenido, tampoco hubiera sido útil, era mas que obvio que no existía comparación entre la nuestra y la de los británicos. Lo único que vieron mis ojos en esos 72 días de matanza, era sangre. Pero no solo la sangre derramada inútilmente por los soldados de ambos lados, si no, lo que mis ojos veían sangrar era a una patria, una patria destruida por el orgullo y la corrupción. Perdimos una patria, de la que no estoy seguro de haber recuperado. Cuando me preguntan que opino de la guerra, doy una respuesta muy dura (porque una de las pocas buenas cosas que me dio el conflicto fue la dureza), y tal vez muchas personas no logren entender lo que realmente paso. La guerra, sin dudas, fue una estrategia para distraer la mente de los argentinos de los problemas políticos que estaban afectando al país. Fue la decisión de una persona que para aparentar, una avance, una mejoría desde Golpe, nos hizo creer (y me estoy incluyendo), que estabamos capacitados para declarar guerra a una de las principales potencias mundiales, eso fue lo que nos hizo creer o mejor dicho, lo que tal vez quisimos creer. Esta persona, el SEÑOR LEOPOLDO GALTIERI, sin darse cuenta destruyó la fe de toda una generación, justamente la mía. Me quitó algo, que nunca voy a recuperar, me quito toda una vida por delante, que la perdí, la perdí, porque después de ver tanta muerte, no necesité sentir la vida. En este momento lo único que sé, es que estoy solo, tan solo como lo estuve cuando mataron a todos mis compañeros, pero al igual que antes, no le tengo miedo a la soledad, no lo tuve estando allí y creo que menos ahora, porque entiendo a mi corazón y entiendo a mi alma, que están muertos: de dolor, de desilusión, de lo que sea. Y como alguna vez, mi corazón estuvo pintado de celeste y blanco, ahora esta oscuro, tan oscuro que no se puede ver. Tal vez representa la soledad que viví, vivo y viviré o tal vez sea la hora de que me vaya, me vaya a un lugar en donde todos terminamos (se quiera o no), alguna vez. De lo único que está tranquilo mi corazón, es que la memoria de los argentinos, la memoria de nuestro pueblo, jamás será destruida, y este suceso, donde se perdieron miles de vidas, NUNCA SERA OLVIDADO, por que de las pocas cosas buenas que trajo el conflicto, fue la memoria para no olvidar todo aquello que afectó a nuestra sociedad.





Este es el mito de Narciso, muy conocido, legendario, por el nombre de la conocida flor, que yo misma reelaboré para el colegio. Para mí es un de las cosas más lindas que escribí. Este trabajo, lo pusieron en la cartelera de mi colegio:

Los mitos, las leyendas, y las historias, cuentan hechos fascinantes, cuentan sueños que parecen ser historias e historias que parecen ser nuestros mismos sueños y eso a todos nos parece fabuloso, nos atrapa, como la araña al insecto. Se podría decir que hay mitos que se destacan entre los demás, y ese es el ejemplo de Narciso y su amor desmesurado hacia sí mismo. Todo comienza cuando en el suroeste de Grecia, exactamente en la Ciudad de Atenas, el Dios Cefiso, se enamora perdidamente de la Ninfa Líriope, que era tan bella como la misma Luna llena. Su mutuo amor era tan grande, que al cabo de poco tiempo, Líriope quedó embarazada de un niño. Al nacer el niño, su belleza era admirada por todos. Se comparaban sus cabellos con los rayos del sol, porque tenían un color dorado. Se comparaba también sus ojos marrones, como el color de la tierra, heredados de su padre. Su madre, lo llamó Narciso. Zeus, el regidor del mundo, envidioso de la belleza del niño, lo raptó de los brazos de su madre, que amamantándolo se había quedado dormida, y lo mandó, a la región del Tártaro, un lugar más bajo que los infiernos. Se era sabido que el Tártaro estaba tan debajo del Hades, como la tierra lo está con respecto al cielo. Para que Narciso no escapara hasta convertirse en un adulto, Zeus colocó dos enormes puertas de hierro en la entrada. Al despertarse Líriope y darse cuenta de la falta de su pequeño hijo, fue tanta su tristeza, y fueron tantas las lágrimas derramadas por ella, que formó un río, y luego murió de angustia. Por la muerte de Líriope y el rapto de Narciso, Cefiso se quedó solo, y no resistió la soledad, por eso mismo se arrojó al río que Líriope había formado con su llanto, y dio origen al Río Cefiso que se encuentra en los valles montañosos de Atenas. Esto es todo respecto a los padres de Narciso. Con el pasar de los años, Narciso, fue haciéndose cada día más hermoso. La envidia de Zeus, por otro lado, fue cada vez mayor, y como era el dios supremo que todo lo sabía, condenó a Narciso, a ser igual de bello que cruel. El joven creció, y las puertas del Tártaro se abrieron como estaba previsto. El terrible ruido a viejo y oxidado que produjeron, delató los años de encierro. Al salir y subir a la tierra, Narciso, enmudeció y entristeció de todas las bellezas y cosas que se había perdido, por el cruel castigo, del que el no estaba enterado. Era primavera, y las plantas y los árboles ya habían florecido, con todo el color y el perfume que las caracterizaba. Cada pétalo que se habría, era una persona que se enamoraba perdidamente del cruel Narciso. Como era ya sabido, el joven, rechazaba todas las insinuaciones, tanto de las doncellas más bellas, como la de los muchachos más fuertes. Entre todas las jóvenes heridas, estaba Eco, una hermosa Ninfa, condenada por Hera (la mujer de Zeus), a repetir las últimas palabras que se le dijera. Por este castigo, Eco, fue incapaz de confesarle su amor a Narciso. Se cuenta en los valles de la antigua Atenas, que un día Narciso, se perdió en el bosque, sin saber como salir. .Asustado Narciso, sintió, por primera vez, la necesidad de pedir ayuda,, entonces comenzó a gritar: - ¿Hay alguien aquí?. Por fortuna, Eco, se escondía y lamentaba en unos arbustos cercanos, y reconoció enseguida la voz de su amado, pero solo pudo responderle: - Aquí, aquí. Narciso, ya impaciente, volvió a gritar con un tono más severo: - Ven. Eco, enmudecida por la felicidad le respondió: - Ven, ven. Acto seguido corrió hacia él, con los brazos abiertos y lagrimas en los ojos. Pero la crueldad de Narciso, hizo que este rechazara el amor de Eco y encontrara el camino solo, sin su ayuda. Apenada, y avergonzada al mismo tiempo, Eco, se ocultó en una cueva del mismo bosque para siempre. Poco a poco y a causa de la tristeza, Eco, se fue consumiendo, hasta quedar de ella solo su voz, capaz de repetir las últimas palabras que oyera. Este, mismo suceso, dio origen al Eco. Al enterarse de esto, Némesis, personificación de la justicia divina y de la venganza de los dioses. Hizo que el cruel Narciso, se apasionara de su misma imagen reflejada en una fuente de aguas claras y transparentes como un espejo. Al contemplarse, no pudo dejar de admirarse y apartarse de su propio reflejo. Enloquecido, y sin ninguna otra opción, se arrojo a las aguas y murió ahogado, al igual que su padre, pero con razones totalmente diferentes. Ceres, Diosa de los granos, de las cosechas, la encargada del crecimiento de las flores, los frutos y las plantas y también creadora del mito de la primavera, había observado, la historia desde un principio, y se entristeció del infeliz final del hermoso Narciso. Por eso, y para que nadie jamás lo olvidara y olvidara su historia, en el lugar de su muerte, donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor pequeña, de hojas largas, con seis pétalos unidos en forma de corona de color amarillo y blanco, que se la llamó Narciso, en honor a su nombre y a su terrible muerte.







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