20 de agosto de 1999

Las abuelas de Pristina

Por Alberto Piris
Estrella Digital, 20 de agosto

De los poco más de 30.000 habitantes serbios que componían el censo de Pristina antes de la guerra, apenas queda ya un millar. Lo que más llama la atención de este hecho es que, en gran parte, son ancianas que viven solas. Encerradas en sus casas, apenas pueden hacer la compra. Subsisten en la miseria. No se atreven a salir a la calle. Hablan en voz baja con los soldados o periodistas extranjeros, para que no se advierta que su idioma es el serbio.

Hace dos semanas, una anciana de 80 años apareció brutalmente ahogada en la bañera; alguien había sujetado su cabeza bajo el agua hasta que murió. Sus humildes pertenencias habían sido saqueadas y su pequeño apartamento mostraba las huellas de quienes ejecutaron tan vil hazaña.

Sólo en el curso de una semana, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados constató nueve asesinatos consumados y siete fallidos entre la población serbia de Pristina. En el conjunto de Kosovo, desde que el ejército de ocupación (KFOR) empezó a desplegar, cada día un serbio o un gitano ha muerto, ha sido torturado, ha desaparecido o ha sufrido amenazas que le han obligado a abandonar su domicilio. Las venganzas se encadenan y parecen no tener fin.

Los militares británicos que patrullan Pristina -donde se halla además el Cuartel General del Mando de KFOR- han ideado algo que no estaba en sus manuales: "la patrulla de las viejecitas". Consiste en grupos de soldados que varias veces al día recorren a pie las calles de la capital. Los vehículos de combate de KFOR y otros vehículos de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) se mueven en sus inmediaciones. Los helicópteros no abandonan la vigilancia desde el aire, ni de día ni de noche. Pero nada de esto sirve para impedir que los serbios sigan abandonando la ciudad. Ni que una anciana sea brutalmente asesinada en su casa.

Menos del 25% de la población original serbia permanece todavía en Kosovo. Aunque el Ejército de Liberación (ELK) niega su relación con la incesante represión del pueblo serbio, los hechos lo desmienten. Durante los ataques aéreos de la OTAN fue expulsada gran parte de la población albano-kosovar y se cometieron atrocidades indescriptibles contra ella, sea siguiendo órdenes de Belgrado, sea dejando actuar libremente a grupos radicales serbios. La idea de venganza se extendió por doquier. Por otro lado, desde las revueltas populares de 1997 en Albania, existían en poder de la población armas en número incalculable, por lo que se daban todas las condiciones para generar una sangrienta espiral de violencia. La OTAN parecía no saber nada al respecto.

Raro es el albano-kosovar que no ha sufrido algún tipo de violencia en miembros de su familia. En las tradiciones del país, la justicia ha de ejercerse personalmente y sin esperar a los lentos trámites de la Ley, aplicando sin vacilación el "ojo por ojo y diente por diente". Además, el concepto de venganza no se refiere solo a quien cometió el hecho inicial, sino a toda su familia y a las personas con él relacionadas. La abuela de un paramilitar serbio que haya contribuido a diezmar una familia albanesa cae también bajo el imperio de esta cruel ley de la sangre.

Y la violencia atrae a la violencia, porque luego el nieto de la anciana asesinada en la bañera volverá lleno de odio a salvar el honor de la familia degollando a quien la mató.

La OTAN ha fracasado por segunda vez; está ahora perdiendo su segunda batalla. La primera la perdió cuando no supo detener la represión serbia del pueblo albano-kosovar, sino que, por el contrario, la multiplicó y agravó como consecuencia de los bombardeos que sembraron la muerte y la destrucción en Yugoslavia. Ahora es incapaz de contener la oleada de venganzas que se producen en sentido opuesto.

La idea de un Kosovo multiétnico está cada vez más lejana. Es lo mismo que ha ocurrido en Bosnia, donde coexisten, pero en realidad por separado, bosnios, croatas y serbios, esperando sólo la retirada de las fuerzas de ocupación para saldar las cuentas pendientes. Se trataba de no cometer en Kosovo el mismo error pero parece que se avanza por un camino no muy distinto.

¿Para esto sirvió la costosa operación de la OTAN? Apedrear un avispero no es el mejor modo de contribuir a la tranquilidad de un jardín. Pero ahora se estarán repartiendo las medallas quienes soltaron sus bombas sobre Yugoslavia con índices de precisión superiores al 90%.

 


Jordi Ros

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