Entra en un bar el Pepe Luis, un andaluz muy cabrón. Pide un café al camarero. Al terminar, pregunta:
-¿Cuánto es?
-Trece pesetas.
El Pepe Luis, bastante hijo de su madre, saca trece monedas de una peseta y las va tirando una por una en diferentes direcciones (una detrás de las botellas, otra dentro de la ensalada, otra encima de la lámpara, otra en el vaso de un borracho, varias al piso). Obviamente, el camarero se calienta pero las recoge por aquello de que "el cliente siempre tiene la razón".
Al día siguiente, el Pepe Luis vuelve y otra vez tira las trece pesetas para todos lados. Así pasan los días. Una mañana no tiene suficientes pesetas y paga con una moneda de 25 pesetas. Al camarero le brillan los ojitos.
-¡Esta es la mía! El cabronazo éste se va a enterar ahora.
-Caballero, su cambio.
Y empieza a tirarle las doce pesetas del vuelto en todas las direcciones posibles. Queda sonriente y satisfecho.
El Pepe Luis lo mira con tranquilidad y mientras pone una peseta en la barra dice:
- Déme otro café.-