El gallego en un partido de fútbol oyó un grito a sus espaldas:
-¡¡Manolo!!
Se dio vuelta, pero nada. No pudo distinguir a nadie.
Al cabo de cinco minutos, la misma voz:
-¡¡Manolo!!
Así que volvió a girar, y de nuevo no vio a nadie.
A los pocos segundos ,otra vez:
-¡¡¡Manoloo!!!
El gallego se levantó con cara de pocos amigos, se dio vuelta
y gritó con todas sus fuerzas:
-¡¡¡Que no me llamo Manolo, joder!!!-