Orígenes
Peñarol era un paraje, una villa aledaña situada a
diez kilómetros al norte de Montevideo. Tiene un nombre exclusivo,
único, derivado del italiano Pinerolo. Pinerolo es una población
turinesa que tomó su denominaciónn de "Pinus Aerolus", un
árbol del Piamonte. Un inmigrante de aquel lugar, Juan Bautista Crosa,
agregó Pinerolo a su nombre de pila y al radicarse en el pueblo, dio
origen al término Peñarol (derivación sonora y castiza del nombre
original). Juan Bautista Crosa Peñarol, montevideano por adopción,
casado con Francisca Pérez Bracamonte (española), fue enterrado en 1790
en el cementerio local de la Villa en una antigua chacra de Lino
Piedracueva, junto al oratorio de su capilla. Los británicos se
instalaron allí un siglo más tarde, avanzando sus construcciones
ferroviarias. Fue fundamental para la creciente villa ferroviaria la tarea
del ingeniero italiano Luis Andreoni -joven piamontés recibido en
Nápoles y profesor de la primera Facultad de Matemáticas en Uruguay-
quien proyectó y dirigió el trazado del Ferrocarril del Este en 1881.
Nueve años después comenzaron a levantarse las unidades habitacionales
de la compañía en Villa Peñarol. En predios independientes y portones
adentro, se construyeron las residencias confortables, con ladrillos a la
vista, reservadas para los jerarcas. Bella Vista permaneció como
estación de relevo del personal y barrio proletario. Allí se conocía el
fútbol desde siempre, cuando las lanchas fondeaban en procura de un lugar
de tierra seca. La mayoría trabajaba diez o doce horas por día:
foguistas, engrasadores, guardavías, herreros y peones de las carboneras.
Pero iban tras los ingleses a "Los Hornitos", nombre popular de
los descampados del lugar. Allí practicaban fútbol los carboneros
ferroviarios y por allí se colaron los primeros mirones con afán de
entreverarse. Y se entreveraron. |
Clásicos
Peñarol vs. Nacional (Copa Uruguaya)Los clásicos del
fútbol uruguayo son los que más veces se han jugado en el mundo y las
estadísticas mandan: Peñarol es quien más veces ha vencido. El primero
de la época amateur. El primero de la época profesional. El primero en
el Parque Central. El primero en la cancha de Pocitos. En Las Acacias. En
el Centenario. El primer clásico vespertino, el primero nocturno,
también el primero que se trasmitió por radio, como si la historia
coherentemente siguiera respetando el mandato: el primer clásico de la
Liguilla Pre-Libertadores, el primer clásico Copa de Oro de los Grandes y
así sucesivamente hasta lo anecdótico del primer clásico por
definición de penales por un Campeonato Uruguayo con Peñarol vencedor
justamente el día 6 de enero de 1987. La historia de los clásicos es
extensa y hermosa. El fútbol, en sus instancias deportivas al rojo vivo
como son los clásicos, necesita de una posición definida ante la lucha:
vencer. Que no es ganar. Es doblar cuando la otra parte quiera hacer
torcer un destino. Es estar en nuestro puesto para el parcial, el jugador,
el dirigente, en esa comunión permanente de vibrar todos. Es hacerle
sentir al rival que las pelotas divididas son para lucharlas entre dos y
no para sacar la pierna. Es demostrar la clase y la técnica, o la fibra y
el temperamento, según sea el partido. Es una actitud ante la lucha por
encima del toque, las paredes, las llegadas. Es vencer aún no ganando,
por un estilo y una mística. |
Segundo Quinquenio
El quinquenio comenzó en 1993 con la clásica disputa
de todos contra todos a dos ruedas. Peñarol llevaba seis años sin ganar
la Copa Uruguaya. Logró incorporar a Pablo Javier Bengoechea que, luego
de triunfar en España, se encontraba en Gimnasia y Esgrima la Plata. Con
Gregorio Pérez como técnico, Alejandro Botello ayudante y el profesor
Luis Betolaza en la preparación física; comenzaron la tarea de largo
alcance. Se operó al volante Gabriel Cedrés en Estados Unidos, se trató
la salud deportiva de Diego Dorta, retornó Mario Saralegui de Ecuador y
el Tano Gutiérrez del Logroñés de España. Llegaron Federico Bergara de
Racing, Darío Silva de Defensor Sporting y Marcelo Otero de Rampla. La
Copa Uruguaya se ganó en la última fecha, empatando con Cerro a estadio
lleno y superando a Defensor Sporting por un solo punto. En 1994
comenzaron las ediciones del Apertura y el Clausura con la estructura
actual. Se reincorporó el Pato Aguilera y se trajo al vasco Oscar
Aguirregaray. Peñarol perdió el Apertura en la Liga, por sanción, al
restársele tres puntos por un incidente que se produjo fuera del estadio.
Nuevamente en la última fecha ganó Peñarol el Clausura y en un tercer
partido contra Defensor Sporting, luego de dos empates, se logró el
costoso bicampeonato. Las grandes modificaciones del plantel manya
comenzaron en 1995: llegó Luis Alberto Romero desde Basáñez, Claudio
Sebastián Flores y Gonzalo de los Santos. Fueron transferidos al fútbol
italiano Darío Silva y Marcelo Otero. Comenzaron a llegar las ofertas por
los jugadores y por el técnico tricampeón, que se fue a Independiente de
Avellaneda. El presidente Damiani contrató a Jorge Daniel Fossati, el 12
de enero de 1996, que llegó con Eduardo del Capellán y Mario González,
ayudantes, y el profesor Alejandro Valenzuela (preparador físico). Las
incorporaciones se tornaron dificultosas: Se fue Luis Alberto Romero y
llegó el arquero Sergio Navarro. El torneo volvió a ganarse con
dramatismo, siendo por momentos difícil la continuidad del propio
Fossati, más allá del apoyo constante del presidente Damiani. El 2 enero
de 1997 estaba resuelto el retorno de Gregorio Pérez al cuerpo técnico.
Los jugadores solicitados a Damiani fueron de diverso origen. Dos de la
casa que retornaban: Fernando Álvez y Jorge Gonçalves, el salteño Pablo
Quiñones, el floridense Juan Carlos de Lima y tres valores
internacionales de la cartera de Paco Casal, el goleador Sub 20 Marcelo
Zalayeta, el volante Marcelo Romero y el lateral Serafín García. Pese a
ganar los partidos importantes, por actitudes del público, le volvieron a
restar puntos al viejo manya en el Tribunal de Penas. Nacional ganó así
el Apertura y Defensor el Clausura. Peñarol, con mayor puntaje anual,
debió conformarse con definir con Nacional y finalmente, con Defensor
Sporting su quinta consagración consecutiva, la que tanto anunciaba el
Loro Quinquenio, en la que tanto fervor puso el pueblo aurinegro. Ya en la
segunda rueda, por panfletos anónimos lanzados en Las Acacias, cuyo
estadio renovado Peñarol estrenaba, la prensa (CDP) decretó el fin del
diálogo. Peñarol inauguró entonces sus impactantes emisiones radiales,
el 20 de septiembre de 1997, talismanes de ocho triunfos al hilo,
increíbles algunos, hasta ganar el quinquenio. Tarea cumplida. |