Del actor, autor y director teatral Rodrigo M. Malmsten
(el creador de la galardonada Kleines Helnwein) culminamos la primera parte
de la polémica
¿EXISTIO UNA CULTURA MENEMISTA?

La opinión de
Rodrigo M. Malmsten
publicada originalmente en inglés en
Mute, London, Culture and Politics After the Net,
issue 25 Nov 2002 / June 2003


No se podría comenzar a hablar de cultura, sin tener presente la fatídica
cifra de un 0,45% del P.B.I. anual erogado para la misma.
Desde nuestro cautiverio, pero no desde nuestra derrota, desde estos
tiempos deshojados al recordar y al sufrir en este presente el genocidio
perpetuado por el gobierno menemista, poder y genocidio que continúa, pues
¿qué tipo de punición judicial, qué tipo de desnazificación a niveles de
genocidio cultural, podremos juzgar?
En el tiempo del olvido, podemos ver los despojos que han quedado de La
Cultura, Agonizante y Desdentada, jóvenes con ilusiones, ricos artistas,
ricos intelectuales, estupendos periodistas, maravillosos músicos,
cineastas, sin posibilidades de expresar, de tener lugar en el aparato de
la
cultura.
Pues monopolizar la cultura de un artista, monopolizar el futuro de un
niño,
que muere de hambre, es matar a nuestros futuros referentes artísticos e
históricos.
Cuántos periodistas no podrán jamás decir lo que piensan, cuántos no podrán
investigar, cuántos artistas morirán en el olvido, cuántos teatros bajo el
monopolio de la cultura obturarán el futuro de artistas, escenógrafos,
coreógrafos, actores, directores, autores.
¿Cómo podremos pretender este estatuto de normalidad, es decir, que todos
ellos puedan llegar a estos objetivos, cuando mueren de hambre ahora, en
este tiempo, gracia a Menem, los militares, a los robos, a esa Cultura del
champagne y la pizza, de alfombras rojas y doradas?
¿Cómo podremos pretender esto, si aquel genocida de la cultura, fue
cómplice
de los militares, al indultarlos?
¿Cómo podremos pretender esto, si aquel genocida de la cultura, fue
cómplice
de uno de los atentados más atroces en la Argentina como la voladura de la
AMIA?
Perece inevitablemente ante nuestras bocas como un pez de un color azul
desesperado, lejos de la frescura del agua.
Pero, pensándolo con frialdad, es casi coherente el estado de la cultura
actual luego de la sinécdoque en la histórica argentina, que fue el Imperio
Menemista.
Libre ahora, claro está, sin devolver los dineros del pueblo, los dineros
de
nuestros niños, los dineros del futuro de todos nosotros como argentinos.
Ahora, ya casi consumidos por aquel berretaje, que arrastró también hacia
el
fracaso a una parte de la historia de este país por oponerse a su proceso
lógico de continuidad ascendente, llevándola a ésta, a la historia, a su
decaimiento, y me refiero con esto a la impunidad que gozan, aquellos que
han cometido crímenes de lesa humanidad, crímenes que no prescriben en la
historia y al No esclarecimiento de los atentados a la Embajada de Israel y
a la AMIA.
Creo que estos dolorosos acontecimientos históricos forman parte de la
cultura de
Creo que estos dolorosos acontecimientos históricos forman parte de la
cultura de este país, y por esa razón hay que mencionarlos, y esta historia
cambiará cuando todos ellos sean juzgados por la Justicia, por una Justicia
justa.
Ellos han gobernados estas tierras, tan poco saludadas por la buenaventura,
aunque sí advertida, por sus musas del amor. Han gobernado este cono
durante
diez años, encaramándose hacia una gloria luminosa sin igual, enlodados en
dorados Versaces, pizza de muzzarella e inexistentes y ficticios abolengos.
¿Cómo han podido relucir y permanecer semejante paquete de asesinos
corruptos y tilingos?
Sabemos ahora que la voz de la justicia y su gobierno se ha equivocado.
La prueba está en los índices de calamidad, pobreza y desocupación que roen
a la Argentina, productos de aquellos &Mac184;sus Divinos Lustros&Mac183;.
Desde luego que a estas alturas, es obvio que se puede dominar a aquellos
que desde el poder se decide No Educar, estatuto frecuente de los gobiernos
dictatoriales y del gobierno dictatorial de Menem, sus secuaces y el de De
la Rúa.
¿Cómo podemos entonces dejar de mirar aquellos sus gloriosos años de
Imperio
Menemista, de los cuales no se han tomado ni un minuto para dedicarse al
Pensamiento Puro, entre otras cosas, o a tomar un sencillo seminario para
aprender a hablar correctamente en público.
Sabemos que poco podía haber hecho aquel sujeto llamado Menem y sus
secuaces, por la cultura de este país, con tanto viaje, tanto enriquecerse
y
tanto libro de Sócrates bajo el brazo.
Pues Menem fue el espejo reluciente de una Argentina exitista y mentirosa,
en donde la ignorancia fue como el agua de un manantial maravilloso y
generoso.
Sí, ignorante, cómplice de asesinos, corrupto, ladrón, Ignorante, cómplices
de jueces cómplices del endeudamiento del país.
Recuerdo una frase de la tragedia de Macbeth, acto V, de William
Shakespeare:
...un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena, y
después no se le oye más...; un cuento narrado por un idiota con mucho
aparato y que nada significa.&Mac183;
Eso fue el Imperio de aquel Menemato de cuarta o décima categoría que
insiste en perdurar, influyendo política y económicamente en este gobierno,
socavando con su poder casi ilimitado.
Máscara de colágeno, que ha alterado su aparato neurológico, pero sin
embargo esto no justifica su hambre desaforada de poder, fama y riqueza,
como un Rey de algún extraño país de Medio Oriente.
Lujo, apariencia, poder, sembrar el terror y hambre para el pueblo.
La cultura, como la salud, la ciencia y la educación, están al límite de un
gris similar al de una turbera sombría y estremecedora.
El arrasamiento de la cultura como institución del hombre ya es un hecho.
Sólo la voluntad política de los nuevos gobernantes podrán restablecer el
estado de la justicia, de la equidad, de la Cultura actual hacia un diáfano
destino, invirtiendo dinero, en uno de los tres pilares fundamentales de
cualquier sociedad civilizada.
Si los lineamientos políticos del gobierno actual, y en lo particular yo
creo, o espero, esperanzado, que sí, que esto cambiará, que aquellos años
cambiarán.
Si los lineamientos políticos y culturales de este nuevo gobierno no
cambian
aquellos rumbos atroces marcados por el Imperio Menemista, continuación de
la dictadura militar, en lo político y en lo económico, nuestro futuro como
sociedad será la inexistencia, el abismo, la desventura.
Los espejos esgrimirán nuestros tristes cuerpos, condenados al son de una
danza macabra, sobre el laberinto de una tumba viscosa y putrefacta.
Pues creo que la cárcel y el devolver los bienes robados al pueblo,
desmantelar sus cuentas en Suiza y otros países, de él y sus secuaces.
Este señor merece estar en los anales de la historia del país, como un
genocida de la cultura, imperada por sus lustros de lujos, excentricidades,
horror, amenazas a las organizaciones de derechos humanos, a los
periodistas.
Y sobre todo el genocidio perpetuado a la cultura y al futuro de nuestro
país.




otrotema
Acerca del conocimiento


El diccionario define CONOCER como tener la idea o la noción de una persona
o cosa.

Intentando encontrar argumentos para responder a la pregunta ¿EXISTE UNA
NACION ARGENTINA? descubrimos que en los últimos cuarenta años la mayoría
de
los presidentes argentinos, cuando asumieron, eran poco conocidos (o
directamente desconocidos) para la mayoría de la población.
Kirchner fue votado en primera vuelta por el 22% del electorado, poco se
conocía sobre él y más de uno no sabía ni escribir ni pronunciar bien su
apellido.
Pocos sabrán responder los nombres de los cinco presidentes que tuvimos
entre diciembre de 2001 y enero de 2002.
Cuando murió el general Perón lo reemplazó María Isabel Martínez. Pocos
tenían noción del pensamiento de su viuda. Algunos todavía se preguntan:
¿la
señora podía elaborar algún pensamiento?
En 1973, cuando se forzó la renuncia de Cámpora, lo reemplazó el presidente
de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri. Se sabía que era el yerno de López
Rega, pero poco se conocía sobre su persona, incluso en qué se ganaba la
vida.
Otro hombre del que poco se conocía (también obtuvo poco más del 20% de los
votos) fue el radical Arturo Humberto Illia. Durante años (ya siendo
presidente) diarios y revistas escribían mal su apellido, lo acentuaban
(Illía).

Las dictaduras militares también recurrieron a gente desconocida (incluso
para los propios militares) para ejercer la presidencia.
Cuando cayó Galtieri tras el desastre de Malvinas lo reemplazó el ignoto
general Bignone, del que todavía no sabemos si se llamaba Reinaldo o
Reynaldo.
En 1970 cuando las Fuerzas Armadas destituyeron al general Onganía lo
reemplazaron por un general experto en Inteligencia, Roberto Levingston. No
lo conocía nadie, tampoco lo conocía bien Lanusse, que lo puso en el cargo
y
lo echó al año siguiente.

La conclusión es estremecedora: en las últimas décadas, en un país
presidencialista, no teníamos real conocimiento de quién nos gobernaba. Y
no
entraremos en detalle sobre algunos que suponíamos conocer y después los
conocimosS&Mac255;

Desde Ediciones del Jilguero procuramos extender y profundizar el
conocimiento de ciertos temas. La batalla por el conocimiento es decisiva
en
momentos cruciales. Y pretendemos estar del lado de los buenos.