Entrevista a Rodrigo M. Malmsten

OPO. – Mi interés en la obra es porque en ella convergen varias disciplinas
¿estás de acuerdo en esto?
R.M. - Sí, yo creo que es así. Todo lo que me nutrió en la vida está
reflejado en la obra, lo musical, con música en vivo; lo visual con las
imágenes proyectadas de Helnwein y la dramaturgia en sí; que es lo que está
escrito y lo que la actriz dice e interpreta. En los últimos tiempos, se ha
buscado abrir dentro de lo teatral, otras posibilidades, que no sean solo
atenerse a la visión realista. Si yo quiero representar mi casa, no necesito
hacer un ambiente con cortinas, paredes, simplemente con un objeto puedo dar
la misma sensación; puedo dar una imagen más minimalista, que es lo que me
interesa como puesta; no me interesa lo fastuoso. En lo teatral está lo de
multimedia, la imagen proyectada o video dentro de la misma obra.

Autor y director de la obra ¨Kleines Helnwein¨
OPO. –¿ La Fura del Baus es cierta forma de teatro?
R.M. – Sí, es teatro, es performance, muy contundente. La ópera también es
teatro, están todas las disciplinas; está la música, el canto, es como una
conjunción de las artes.

OPO. - ¿ No te parece decadente?
R.M. – No, según que ópera. Vi hace poco Lady Macbeth de Rostropovich fue
genial, tuvo un trabajo de imagen tan fuerte, que los tenores, las sopranos,
y la música giraban en torno de esa imagen; un medio realza al otro tanto en
la ópera como en el teatro y ayuda a un objetivo, contar lo que querés con
herramientas nuevas.

OPO. – Vos hablaste en otro reportaje que tu obra tiene un personaje fuerte
que parte de una cosa muy yoica y un padre absoluto y perforante
R. M. – Es un personaje niño- niña, hombre- mujer, es un personaje anodino.
En alemán kleines es un adjetivo que significa lo neutro. En ese sentido el
personaje es una suerte de victima- victimario; está atrapado en una especie
de sala, de habitación infantil degradada, casi a un clima de laboratorio.
El personaje revive o evoca aquello que vivió, juega con su propio dolor y
eso desestabiliza al espectador. Dice una frase durísima riendo y juega esta
cosa de estafa, da confianza y estafa otra vez; así como hacen los políticos
y los aparatos de gobierno constantemente ¿no?

OPO. - ¿Cómo utiliza la risa tu personaje?
R.M. – Es como que yo dijera: Sí, se me murió mi mamá con una sonrisa.
Yo podría haber hecho la obra como un drama, el personaje de Belén si fuera
de la vida cotidiana, estaría llorando, pero yo como dramaturgo sentía que
no quería usar esa herramienta. Es decir trabajar desde un lugar casi
opuesto, yo diría que esta es una puesta en escena dura. Lo ideal era que el
personaje de Belén Blanco sufriera y gozara ese dolor. La obra pega a los
sentidos así como hacía el llamado teatro de ¨La crueldad¨
La palabra, el discurso, la repetición, la música constante, la imagen se
potencian mutuamente Fue muy difícil crear la obra porque hay un entretejido
discursivo, visual, musical, y dramaturgia y lo que uno ve, no es
arbitrario, hay todo un estudio para que se dé así.
OPO. – En plástica hay un término muy de moda que lo podríamos como una
tendencia a lo abyecto ¿tu obra tiene que ver con esto?
R.M. – No lo sé. Te diría que sí; hay como dos paralelas, para poder
mostrar algo realmente horroroso y que sea bello y armónico a la vez. Eso es
el arte mostrar algo terrible pero de una belleza que impacta; te atrae por
lo bello, pero te repele por lo que lo que se está escuchando y viendo.

OPO. - ¿ Le dejás al espectador toda la parte de la incógnita?
R.M: - Sí, es una obra de muchas lecturas, que produce tantas incógnitas y
preguntas que hay gente que la ha venido a ver l muchas veces. La incógnita
se da porque no es un teatro ¨realista¨ donde hay una historia clara. No
hay principio nudo y desenlace; es un teatro que es como un gran órgano
funcional que va viviendo y está conformado por un discurso psicótico en que
lo que dice el personaje no condice con lo que vive, pero también tiene que
ver con lo poético.
OPO. - ¿Vos le actuás a tus actores?
R.M. – No, yo dirijo; pero hay cosas puntuales que les marco y en ese caso
actúo yo.

OPO. –¿ Porqué elegiste ser director?
R.M. – Mirá yo no elegí. Yo tenía una idea; tenía la obra y fui al San
Martín, salió la coproducción y allí empecé a buscar a un director. Daniel
Veronese (director del Periférico de Objetos) y otra gente que sabe mucho,
me dijeron que era el momento de asumir mi propia idea, porque la obra
estaba tan pensada, hasta los menores detalles que no tenía sentido
pasársela a un director desconocido como yo. Fue un gran riesgo. No se sabía
que iba a pasar.


OPO. - ¿Te sentiste líder?
R.M. – No, sentí, que tenía una gran responsabilidad. La obra es mía, hago
también la producción y la dirección. Soy muy exigente, obsesivo y trato de
influir en la gente para crear un clima particular. Estuvimos más de diez
meses y tuvimos excelente crítica, tuvimos premios, invitaciones del
exterior, y no pudimos ir por el tema de que no nos pagaban los pasajes. El
teatro alternativo, no tiene un aparato de producción para que la obra pueda
ser difundida de una manera tal que la gente se entere que la dan y la pueda
venir a ver. Pero sin embargo pasa algo paradójico, los curadores
internacionales eligen obras que no son de teatro convencional u oficial.
Hay un par de producciones del San Martín que este año se ha decidido
hacerlas en otro lugar; y allí entra todo el aparato publicitario.

OPO. - ¿ Cuánto tardaste en escribir la obra?
R.M. – Sí, fue largo.

OPO. - ¿Tiraste mucho?
R.M. - Sí, tiré, igual el texto que termina como obra está acotado.

OPO. - ¿A Belén Blanco le armaste vos el personaje o ella tenía mucho que
dar?
R.M. – Con Belén tenemos una empatía estética notable; sobre todo ella
siendo una actriz conocida, trabajar con alguien desconocido como yo, fue un
desafío y le resultó interesante la búsqueda de este personaje tan distinto
a los de sus anteriores trabajos.
La creación del personaje en sí, se da conjuntamente Hay ideas que quedan,
hay otras, hay otras que se van descartando y puliendo. Hemos hecho un
trabajo de mesa de aproximadamente tres meses y más o menos el mismo tiempo
de ensayos porque era una obra muy difícil.
OPO. - ¿Porqué tuviste necesidad de ir a nosocomios?
R.M. – Porque yo trabajo con mucho material: literatura, investigación
histórica, música. En este caso fuimos a ver un lugar donde trataban
psicosis infantil; esto sirve para solidificar al actor, por más que en ese
momento no implemente lo que se está viendo.
Uno no está acostumbrado a ver lo que lo asusta, lo que es distinto; esos
casos son emergentes de una sociedad enferma.

OPO. – En otro reportaje dijiste que lo psicótico se adquiere. ¿ Esto es una
deducción tuya?
R.M. – Por lo poco que sé de psiquiatría tengo entendido que la psicosis no
es congénita sino adquirida.

OPO. - ¿Tu personaje es psicótico?
R.M. – Sí, tiene algunos rasgos.

OPO. – ¿Querés transmitir algo abarcativo a muchas situaciones con tu
personaje, niña-mujer, víctima-victimario?
R.M. – Es un recorrido por el alma de uno mismo, es como vernos en un espejo
que muestra nuestro lado oscuro, cuando discriminamos o somos discriminados,
cuando nos vemos superiores o inferiores es decir en distintas
circunstancias. El personaje tiene que ver con algo vivido o no vivido por
eso dice:¨dejame ir, quiero correr hacia un lugar donde no haya espejos,
quiero correr hacia atrás. Está hablando de su historia, ¿ quién no quiere
rehacer lo que hizo mal, o volver a vivir algo o recuperar un tiempo pasado?


OPO. - ¿Cómo sentiste el día del estreno, esa puesta que te pertenecía pero
de hecho dejó de ser tuya?
R.M. – Con mucho miedo por que era una gran exposición; era mi primera obra.

OPO. - ¿Te sentiste afuera?
R.M. – No, hago todo el personaje, voy diciendo toda la letra porque eso me
va conectando con Belén, y eso hace que no me sienta afuera de la obra.

OPO. - ¿Se repite todas las veces?
R.M. – Sí, con más o menos intensidad pero todas las veces.
OPO. - ¿Cómo quedás cuando termina?
R.M. – Tanto Belén como yo quedamos exhaustos. Es una obra muy dura y al
final te quedás como con un gran vacío. Hay mucho placer y dolor a la vez.
El público quedo impactado. Es una obra bella y dura.

OPO. - ¿Qué es lo que considerás bello?
R.M. – El poder crear, el poder llevar a cabo, lo que siento y tengo in
mente.

OPO. – Vos hablaste de la muerte ¿está presente en todo momento?
R.M. – Sí, está presente en todo momento, El personaje pide un caramelo y
despierta ternura, pero la parte oscura vuelve a aparecer otra vez, Trabaja
con el concepto de engañar y dar confianza constantemente.

OPO. – ¿En algún momento ponés amor?
R.M: - En la obra puse mucho amor. Es como un hijo.

OPO. - ¿En la obra existe otra situación que no sea la estafa?
R.M. – No. Lo que se muestra en la obra es lo que padece, violencia, horror,
discriminación, abuso infantil, abuso de poder.

OPO. - ¿El público se estremece?
R.M: - Sí, creo que esa es la intención

OPO. - ¿Te considarás un poco sádico?
R.M. – No, tampoco diría para tanto, pero sí, el sadismo que tenemos todos.

OPO. - ¿Cómo te definirías?
R.M. – No sé; soy obsesivo, exigente. La personalidad de uno es difícil de
definir. Está la impronta, uno es lo que ha vivido, leído, las personas con
las que ha compartido, el deseo de seguir creando, el miedo a la muerte. La
incógnita de lo que es la vida en sí misma.

OPO. – ¿Cómo crees que te ve el otro?
R.M. – No me interesa mucho. Me interesa que me respeten.

OPO. - ¿Qué significa que te respeten?
R.M. – Uno trabaja en el arte, y en este país es muy duro. La Argentina se
caracteriza por no pensar ni en cultura, educación y ciencia, que son los
pilares fundamentales de toda sociedad civilizada. Ningún aparato de poder
le ha dado la atención suficiente

OPO. - ¿En qué planos no te respetás?
R.M. – En algunos personales: Uno se respeta cuando defiende lo que siente.

OPO. - ¿Harías Televisión?
R.M. - ¡ Sí !!!!. Pero solo unitarios, estoy escribiendo un guión
cinematográfico.

OPO.- ¿Ves televisión?
R.M. - ¡No! casi nada ...

OPO. - ¿Cuáles son tus directores preferidos?
R.M. – Veronese, García Bewi, Angelelli de teatro. De cine Greenawwey.
OPO. - ¿Y tus escritores preferidos?
R.M. – Los Surrealistas franceses, Cotázar, Bataille, Conti, Alejandra
Pizarnik, Borges, En dramaturgia, Müller.

OPO. - ¿Qué es para vos la muerte?
R.M. – La muerte es todo lo que se prohíbe hacer por miedo.Es inexorable a
todo humano. Se tiene miedo a lo desconocido, como el sexo.

OPO. - ¿Porqué pensás que la muerte tiene que ver con el sexo?
R.M. – Tiene que ver porque es algo que termina.

OPO. - ¿Te gusta ser hombre?
R.M. – Hay cosas del hombre que detesto y otras no.

OPO. - ¿Si pudieras tener los dos sexos los tendrías?
R.M. – Sí.


OPO. - ¿Sería lo ideal?
R.M. – No sé. Es quizás buscar lo que no se es, el ideal que no está. Hay
cosas del hombre que me parecen terribles, que no están en las mujeres.

OPO. - ¿Cuándo a tu personaje no le das una definición, es cristalizar ese
pensamiento?
R.M. – Es hablar de los aspectos violentos, vulnerables, oscuros e
indefinidos.

OPO. - ¿Lo fálico es violento?
R.M. – Lo fálico es violento.

OPO. - ¿Crees en Dios o en la vida después de la muerte?
R.M. – No, creo en la naturaleza; o en el Hombre.

OPO. - ¿Qué pasa cuando la memoria se pierde en la historia del tiempo?
R.M. – La historia se construye a partir de la memoria. Cuando hay
asesinatos en masa, está impidiendo el proceso evolutivo. Perderla es como
retroceder.

OPO. - ¿La Argentina es un pueblo sin memoria?
R.M. – Tiene una estructura particular como una diáspora. Es un pueblo
sumiso al poder, es una sociedad exitista. Trata de ver lo menos doloroso.

OPO. - ¿Sos frágil?
R.M. - Sí, como todo ser humano.

OPO - Aparte del teatro ¿dónde obtenés placer?
R.M. – Cuando leo, viajo, creo, escribo, pinto etc.

OPO. ¿Tendrías una relación homosexual?
R.M. – Sí, la tendría. La vida es breve, hay que vivirlo todo. Me parece
bien, que el hombre o la mujer viva lo que quiera vivir. Hay que buscar la
felicidad.

OPO. - ¿Tu obra es aleccionadora?
R.M. – Sí, también hace reflexionar acerca del hecho histórico puntual, el
nazismo. Habla de la intolerancia fundamentalmente.

OPO. - ¿Vos ejerces el poder?
R.M. – No, creo que la estructura piramidal del poder absoluto, inhibe el
individual, pero no totalmente, dependiendo de las circunstancias.

OPO. - ¿Sentís que tus padres abusaron de vos siendo chico?
R.M. – No, uno siempre tiene cosas para recriminar a sus padres.

OPO. - ¿Cómo criarías un hijo?
R.M. – No. No los tendría. El planeta destruido, la globalización, etc. No
es un mundo que me gustaría para mis hijos.

OPO. - ¿Te considerás fascinante?
R.M. – No, el que fascina gana dinero, pero yo, no.

OPO. - ¿Qué harías si tuvieras mucho dinero?
R.M. – Educaría más a los gobernantes, haría escuelas para chicos humildes.

OPO. - ¿Y nada para vos?
R.M. – Obviamente sí. Algo que me pueda nutrir como artista.

OPO. - ¿En qué no trabajarías?
R.M. – No sería político, ni funcionario, ni policía.

OPO. - ¿Qué te enamora?
R.M. – Lo opuesto. No sé que me enamora. Sé lo que me da paz.
OPO. – ¿Qué es enamorarte para vos?
R.M. – No creo mucho en el amor. Uno puede querer mucho a algo o a alguien,
pero enamorarte es otra cosa. Muchas veces alas palabras les da todo un
contenido que no comparto.
OPO. - ¿Tenés sentido del humor?
R.M. – Sí, tengo un humor muy negro.
OPO. - ¿Es una máscara para ocultar tu interior?
R.M. – Viste que cada uno tiene su mecanismo de defensa, No es una máscara
pero sí una protección para el dolor.
OPO. - ¿Sos parecido a tu personaje?
R.M. – El personaje no tiene humor.

Rodrigo Mamlsten


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