Para quitarnos de dudas los fineses de moda pasaron por España y reivindicaron su condición de banda rockera ante una mayoría de público enlutado y frente a los despistados de turno que, únicamente amantes de la radiofórmula, no sabían ni dónde estaban. Dos grandes discos y sus nº 1 en Finlandia y Alemania les honraban hasta este momento de cara a un público en el que también figuraban noreuopeos, sin duda atraídos por la posibilidad de presenciar en la calidez de un local pequeño a un grupo que ha causado impacto en las tierras frías del norte. Con algo de retraso se retira el telón y el escenario acoge a unos músicos que, sin despreciar el éxito masivo, forman un contingente que se recrea en mostrar de dónde vienen. "Your Sweet 666" irrumpe con fuerza y en seguida les honra el hecho de que en directo los teclados de Zoltan Pluto pierden protagonismo para cedérselo al guitarrista Lily Lazer y al bajo de Migé Amour, ambos amantes de las destensiones en las cuerdas de sus instrumentos. Gas Lipstick engrosa el sonido con una pegada propia de un hombretón de su tamaño. Aquello suena heavy, y al que no se lo parezca es porque no quiere verlo, incluso su estética ha evolucionado hacia derroteros menos finolis desde el lanzamiento del disco. Su aspecto ahora es el de banda netamente metalera, que es lo que son de corazón a tenor de lo que estamos viviendo. El 'frontman' y principal compositor, Valo, pone la guinda con su alternación de voces dolidas y el estilo gutual y sobrecogedor muy propio de la música gótica. Tras "Poison Girl" ya ha quedado claro que anda sobrado de voz, que no es sólo la imagen lo que aporta; se recrea rompiendo y variando las melodías de los temas ofreciendo una amplia variedad de registros. Un gran vocalista que fuma como un carretero incluso encima del escenario, quizá por eso tiene esa voz tan varonil: a mí también me pasa al día siguiente de una orgía de tabaco y alcohol. Van cayendo temas de su anterior álbum, que me lamento de no haber podido escuchar porque me parecen aún mejores que los de "Razorblade Kiss", más pesados y quitarreros, de escuela Sabbath aunque siempre lidiando con el romanticismo de Valo, una especie de ángel-demonio que a veces te llega al alma y otras causa temor. Para el momento en el que flota en la densidad de la sala el soniquete de teclado que abre "Bury Me Deep Inside Your Heart", uno de sus mejores y más representativos temas, ya hay unos cuantos sujetadores de todos los colores colgados del pie de micro de Migé. La pose Glam de Valo unidos a este morboso hecho me transporta a los felices años 80, aunque el líder de HIM ya ha declarado que no le gusta la música alegre en general. ¿Le desagradara tal disposicion por parte de sus entregadas fans? No creo. |