Averroes y otras herejías

Ibn Rushd o Averroes, el más célebre comentarista musulmán de Aristóteles, nació en Córdoba en 1126. Su abuelo y su padre fueron jurisconsultos y jueces, y él abrazó la misma carrera, aunque estudió con gran interés medicina, matemáticas y filosofía. Abentofáil lo introdujo en la corte del rey Yusuf, el cual le confió numerosos encargos políticos que le obligaron a viajar a menudo por España y Marruecos. E1 sucesor de Yusuf, Almansur, protegió también a Averroes. Pero cuando nuestro autor se hizo sospechoso de herejía y fue acusado, como otros muchos sabios árabes de la época, de promover la filosofía y la ciencia griega, con menoscabo de la religión islámica, Almansur lo desterró a Elisana (Lucena), cerca de Córdoba, de donde le prohibió salir. Entonces Averroes hubo de sufrir los insultos de los fanáticos. E1 mismo cuenta que una vez que fue con su hijo a la mezquita para asistir a la oración de la tarde, el populacho lo expulsó de ella. Más tarde fue enviado a Marruecos, y ya no volvió a pisar el suelo español. Murió el 10 de diciembre de 1198, a los setenta y tres años de edad. Todas sus obras habían sido destruidas por orden de Almansur, y el Occidente latino las conoció a través de versiones hebreas.

Entre sus obras, destacan, en primer lugar, los Comentarios a Aristóteles, que se dividen en: grandes comentarios, comentarios medios y paráfrasis o análisis. Por las referencias citadas en estas obras, se supone que compuso antes los comentarios medios que los grandes, y las paráfrasis casi al mismo tiempo que los comentarios medios. Además de estos comentarios, compuso:
1.° La destrucción de la destrucción de los filósofos de Algazel, refutación de la obra de Algazel
2.° Cuestiones, o disertaciones sobre varios pasajes del Organon de Aristóteles
3.° Disertaciones físicas, o pequeños tratados sobre varias cuestiones de la física del Estagirita
4.° Dos disertaciones sobre la unión del intelecto separado con el hombre
5.° Un estudio sobre el problema de "si es posible que el intelecto (el material o hílico) comprenda las formas separadas o abstractas"
6.° Una refutación del tratado Sobre la división de los seres de Avicena
7.° Un tratado acerca del acuerdo entre religión y filosofía
8.° Un estudio sobre el verdadero significado de los dogmas de la religión, escrito en Sevilla en 1179.

Filosofía y religión

La intención de Averroes no es construir un sistema propio, sino que quiere únicamente poner en claro el verdadero significado de la filosofía de Aristóteles, que es para él la cumbre del pensamiento humano. "Aristóteles, dice, es la regla y el ejemplar que creo la naturaleza para demostrar la máxima perfección humana. La doctrina de Aristóteles es la suprema verdad, porque su inteligencia fue el colmo de la inteligencia humana. Puede decirse que  la divina Providencia lo creó  nos lo ofreció, para que supiéramos todo lo que nos es dado saber" (De an., III, 14). Teniendo este concepto del valor del Estagirita y de la verdad de su doctrina, es evidente que Averroes no ha de pretender aventajar a su maestro ni ha de alejarse de su camino. Sin embargo, en sus comentarios a las obras aristotélicas, figuran los resultados principales de toda la especulación musulmana anterior; él mismo se mueve en el ambiente de esta especulación, que es sustancialmente una interpretación neoplatónica del aristotelismo.

Pese a haber sido acusado de herejía, Averroes no puede concebir que la investigación filosófica sea opuesta a la tradición religiosa. En primer lugar, conoce el valor absoluto de esta investigación. "En realidad, dice, la verdadera religión de los filósofos consiste en profundizar en el estudio de todo lo que existe; el mejor culto que puede darse a Dios es conocer sus obras, y llegar a conocerle a El en toda su realidad. A los ojos de Dios, ésta es la acción más noble, mientras la más baja es acusar de vana presunción v error al que se consagra a dicho culto, el más noble de todos, al que adora a Dios con esta religión, que es la mejor de todas" (Munk, Mélanges, p. 456). Pero, por otra parte, no todos pueden llegar a la investigación filosófica; la religión del filosofo no puede ser la religión del vulgo. A1 igual que determinados alimentos son buenos para ciertos animales y venenosos para otros, los procedimientos que tan útiles son para las investigaciones de los filósofos, serían funestos para los nofilósofos. Si los filósofos explicaran sus dudas y demostraciones al pueblo, darían ocasión a los incompetentes para plantear dudas y sofismas y para caer en el error. Por ello la religión, hecha para la mayoría, sigue y debe seguir distinto camino, un camino `sencillo y narrativo" que ilumine y dirija la acción. Este es el verdadero dominio de la religión. A la filosofía corresponde el mundo de la especulación; a la religión el mundo de la acción. Quien niega o solamente duda de los principios enunciados por la tradición religiosa, hace imposible la actuación del hombre al igual que haría imposible el que hacer científico quien negara o dudara de los primeros principios de que parte (Destr. destr., disp. 6, fol. 56, 79). Averroes quiere en sus libros "hablar libremente con los verdaderos filósofos", y no oponerse a las enseñanzas de la tradición religiosa.

Por consiguiente, no se le puede atribuir la teoría de la doble verdad que los escolásticos latinos consideraron piedra angular de su sistema. No hay en él una verdad religiosa junto a una verdad filosófica. Sólo hay una verdad: el filósofo la busca mediante la demostración necesaria, el creyente la recibe de la tradición religiosa (la ley del Corán) en forma sencilla y narrativa, adaptada a la naturaleza de la mayor parte de los hombres. Pero no hay oposición entre las dos vías, ni hay dualismo en la verdad. Como hemos visto, Averroes mismo compuso dos tratados para demostrar el acuerdo de la verdad religiosa con la filosófica.

Quienes no puedan especular, han de contentarse con la forma que la verdad ha recibido por obra de la tradición religiosa, para poder ser iluminados y guiados en su actuación. En cambio, para los filósofos la verdad adquiere el severo aspecto de la demostración necesaria y se convierte en fin de una investigación que es la mejor y más elevada acción humana.