Renato Descartes

La personalidad de Derscartes señala el paso decisivo del Renacimiento a la Edad Moderna. Los temas fundamentales de la filosofía del renacimiento, el reconocimiento de la subjetividad humana y la urgencia de profundizarla y aclararla con un retorno a sí misma, el reconocimiento de la relación del hombre con el mundo y la necesidad de devolverla a favor del hombre, se convierten en la filosofía de Descartes en los términos de un nuevo problema en la cual están implicados conjuntamente el hombre como sujeto y el mundo objetivo.

Renato Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en La Haya de Turena. Se educó en el colegio de los Jesuitas de La Fléche, donde permaneció de 1604 a 1612. Los estudios que hizo en este período fueron sometidos por él mismo a crítica en la parte primera de su Discurso: no bastaron para darle orientación segura y le revelaron la íntima vacuidad de la cultura escolástica de su tiempo. Pero Descartes conservó siempre relaciones afectuosas con sus maestros jesuitas, y con uno de ellos, el Padre Marino Mersenne, conservó relaciones de amistad y correspondencia durante toda su vida.

El problema que domina toda la especulación de Descartes, es el del hombre. El procedimiento de Descartes es esencialmente autobiográfico, aun cuando  (como en los Principios) tiene la intención de exponerlos en forma objetiva y escolástica. Su precedente y su modelo es Montaigne. “Mi finalidad, dice Descartes, no es la de enseñar el método que cada uno debe seguir para conducir rectamente su razón, sino solamente hacer ver de que manera he procurado conducir la mía.”

Escribió:

* El tratado sobre el mundo, no publicada hasta 1677 por la condena de Galileo.

* Discurso sobre el Método y la recta conducción de la Razón y la búsqueda de la Verdad en las Ciencias, 1637, junto con ensayos
sobre los meteoros, la dióptrica y la geometría.

* Reglas para la dirección del espíritu. Parecen escritas en 1628, aunque publicadas póstumamente.

* Meditaciones Filosofía Primera, en latín, junto con una serie de críticas y objeciones por parte de los teólogos y las respuestas de
Descartes a ellas.

* Otra edición de las Meditaciones, junto con la séptima serie de objeciones y respuestas de Descartes.

* Principios de Filosofía, en 1644, en latín. Traducidos en 1647 al francés por el abad Claude Picot.

* Las pasiones del alma, 1649.

* La búsqueda de la verdad por la luz natural, diálogo inacabado. En 1701 apareció una traducción latina.

En septiembre de 1649 se trasladó a Suecia, a invitación de la Reina Cristina. Los rigores del invierno, junto con la práctica de la reina de hacerle acudir a las cinco de la mañana a la biblioteca (él, que estaba acostumbrado a pasar mucho tiempo en la cama), fueron demasiado para él y no pudo resistir un ataque de fiebre a finales de enero de 1650. El 11-2 murió.

Siempre fue hombre moderado y de disposición agradable. Nunca se casó, porque entendió que una vida retirada y tranquila era esencial para su obra. Siempre profesó la fe católica y tuvo una actitud respetuosa al hacerlo. No parece que su objetivo deliberado fuera construir un nuevo sistema filosófico enfrentado a los dogmas católicos tradicionales. En general, evitó siempre las discusiones puramente teológicas. Opinaba que el camino del cielo está tan abierto tanto a las ignorantes como a los doctos, y que los misterios revelados exceden a la comprensión humana. Como filósofo y matemático, no teólogo, se ocupó de problemas que, en su opinión, pudieran ser resueltos con la luz de la sola razón.

Su objetivo era  el logro de la verdad filosófica mediante el uso de la razón. («Quería dedicarme por entero a la búsqueda de la verdad». D.M., 4.) Intentaba desarrollar un sistema de proposiciones verdaderas en el que no se diese por supuesto nada que no fuera evidente por sí mismo e indudable. Todo el edificio debía reposar sobre un fundamento seguro, de forma que el sistema fuera impermeable a los ataques corrosivos del escepticismo.

«Filosofía significa el estudio de la sabiduría, y por sabiduría entiendo no solamente la prudencia
en la acción, sino también un conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede conocer, tanto para orientar su vida y
conservar su salud como para la invención de todas las artes» (P.F., Carta Prelim.).

• Filosofía incluía en Descartes no sólo la metafísica, sino también la física o filosofía natural, (= el tronco del árbol de las ciencias),
de la que se derivan la medicina, la mecánica y la moral. Por moral, «entiendo la más alta y más perfecta ciencia moral que,
presuponiendo un conocimiento completo de las demás ciencias, es el último grado de la sabiduría» (Ibid.). Reconoce un gran valor
práctico a la filosofía. Cree que debe «abrir a cada uno el camino por el que pueda encontrar en sí mismo, y sin tomarlo de otro,
todo el conocimiento que le es esencial para la dirección de su vida» (B.V.;A.T., IX B,3. Pero nunca elaboró una ciencia moral
sistemática, de acuerdo con su propio plan.

Es indudable que, al menos en cierto sentido, rompió deliberadamente con el pasado.

          [1º] Decidió comenzar desde el principio, sin confiar en la autoridad de ningún filósofo anterior (el exceso
          de confianza en Aristóteles hasta ese momento había provocado muchos retrasos en filosofía y en la ciencia en
          general, sobre todo en Astronomía y en Física). Prefería confiar en su propia razón que en la autoridad.

          [2º] Había resuelto evitar aquella confusión de lo claro y lo evidente con lo que es solamente una conjetura
          más o menos probable, de lo que acusaba a los escolásticos. Sólo admitiría el conocimiento cierto.

          [3º] Pretendía alcanzar ideas claras y distintas, para trabajar sólo con aquellas y rechazar las que no tenían un
          sentido claro (p.ej., los escolásticos no decían nada claro al distinguir sustancia de extensión o cantidad de sustancia
          incorpórea.

• Descartes concedió poco valor al saber histórico o libresco en general. Romper con el pasado no significaba rechazar todo
cuanto otros filósofos habían tenido por verdadero. No pretendió nunca ser el primer hombre que descubriese proposiciones
filosóficas verdaderas. Sólo quería encontrar y aplicar el método adecuado para la búsqueda de la verdad, un método que
le capacitaría para demostrar verdades en un orden racional y sistemático, independientemente de que antes hubieran sido
conocidas o no. Así podría construir una filosofía cierta y bien ordenada, con la que oponerse al escepticismo, más que al
escolasticismo.

• Su ideal: un sistema orgánicamente conectado de verdades científicamente bien establecidas, ordenadas de tal modo
que la mente pase de verdades fundamentales evidentes por sí mismas a otras verdades evidentes implicadas por las primeras.

Se trataba de hacer que las verdades se ajusten a un esquema racional, del mismo modo que lo hacían las matemáticas.

Descartes ten´´ia varios aspectos importantes en su filosofia:

[1º] Unidad del saber y necesidad de método

- Las distintas ciencias son manifestaciones de una única sabiduría humana.

- La sabiduría es única porque la razón humana es una sola, aunque aplicada a diversos objetos.

- Si la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento, para conocer sin error.

[2º] Dos modos de conocimiento:

- Intuición: Especie de «luz o instinto natural» por el que captamos sin posibilidad de error, y de forma inmediata, los conceptos
simples que surgen de la razón misma. La intuición de las naturalezas simples es el punto de partida para la

- Deducción: Es una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las conexiones entre ellas. Se ejerce de dos modos: 1º)
Análisis, hasta descomponer el objeto en sus elementos más simples; 2º) Síntesis, reconstruyendo deductivamente lo complejo a
partir de lo simple.

Este es el único método que responde a la dinámica de la razón única. Pero sólo se ha empleado así en matemáticas, donde ha
posibilitado un progreso extraordinario. Es necesario, por tanto, extenderlo a todos los ámbitos del saber. Por tanto,

[3º] Necesidad del método (cfr. texto 1º)

- La deducción ha de realizarse según un orden para no perdernos en oscuras meditaciones.

- La construcción del sistema debe fundamentarse sobre una verdad absolutamente cierta. ¿Cómo? Eliminando todo aquello que
admita la menor posibilidad de duda. De ahí

[4º] La duda como método. Distintos niveles:

1º. Desconfianza ante la información procedente de los sentidos (cfr. 2a).

• Pero no afecta a la existencia del mundo que nos rodea, de las cosas que percibimos. Si los sentidos nos inducen a veces a
error, ¿qué garantías tenemos de que no lo hacen siempre?

     * Objeción: No serán tan malos informadores cuando nos han permitido sobrevivir. Pero la física moderna, la astronomía, la
     óptica, etc., no se fía de ellos, del sentido común: Teoría de la relatividad, geometrías de Riemann (ej. de Copérnico: la tierra
     gira en torno al sol y no al revés).

2º. Imposibilidad de distinguir cuándo soñamos/cuándo estamos despiertos (= solipsismo!).

• No afecta a las verdades matemáticas, de la geometría o la aritmética (cfr. 3b).

• La viveza de algunas impresiones recibidas en sueños es extraordinaria, y ciertamente nos confundimos algunas veces. Aunque
todos tenemos criterios para distinguir la vigilia del sueño, estos no sirven para fundamentar una certeza absoluta.

     * Objeción: Descartes exagera, ha perdido el sentido común. Pero su objetivo es no dar ningún paso en falso. Se ve que
     soñaba con las matemáticas, triángulos, etc., y nunca los veía deformados.

3º. Hipótesis de un genio maligno empeñado en confundirme/equivocarme.

• No afecta, a pesar de su radicalidad, a una primera certeza absoluta: Yo soy. Si no existiera, no podría ser engañado. Por tanto,
aunque al pensar me equivoque, es innegable que «Pienso, luego existo». Esta hipótesis equivale a suponer que tal vez mi
entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca necesariamente y siempre cuando cree haber captado la verdad. Es algo
parecido a lo que hará Nietzsche: suponer que el hombre está mal hecho, que es incapaz de captar la verdad y que vive de ilusiones
y voluntad de poder. Pero Descartes, como racionalista, opina que el hombre, utilizando adecuadamente su razón, puede llegar a la
verdad en todos los campos del saber.

     * La objeción de Kant: Pienso, luego existo no tiene por qué ser verdad: existe mucha gente que no piensa.

4º. Análisis de la primera certeza, prototipo de las demás:

• Me descubre como cosa que piensa, distinta a la realidad exterior. Puedo dudar de todo, menos de que existe un ser que duda.
Por tanto, mi existencia está exenta de toda duda o error posible.

• Sustancia pensante: = que tiene su razón de ser en sí misma, no en nada exterior a ella; semejanza con la aristotélica en
propiedades esenciales y accidentales; = mente, inteligencia, alma, razón, etc. Su actividad consiste en pensar, dudar, entender,
afirmar, negar, querer o no querer, imaginar, sentir, etc.

• Se diferencia de la realidad exterior en que su naturaleza es sólo pensar.

     * Objeción: ¿no necesita para existir de ningún lugar, cosa material, cuerpo, etc.? ¿Cómo podría ser lo que es si no
     existiera el cuerpo? Idealismo inaceptable: se sitúa al margen de la historia, de la naturaleza, como las matemáticas.
     Descartes se creía una raíz cuadrada! Supongo que después de los madrugones no pensaría igual.

• La primera certeza es modelo de toda verdad porque la capto con total claridad y distinción -Intuitivamente-. Aquí tenemos una referencia al primer modo de conocimiento: Por intuición captamos las ideas simples, las más fáciles de captar y sin posibilidad de error, sin necesidad de demostración, inmediatamente. Es el que nos muestra las verdades de la matemática, aritmética y geometría.

     Pero, ¿no hay deducción en matemáticas o en geometría? ¿No está condicionado nuestro conocimiento intuitivo por nuestro
     inconsciente, nuestros deseos, intereses, etc.? ¿Acaso las cosas más simples como las leyes de Kepler, las de Newton,
     las de la termodinámica, etc., no han exigido largos años de investigación y sofisticadas técnicas matemáticas? ® Hay que
     matizar las afirmaciones de Descartes.

• Las ideas complejas, sin embargo, las conocemos por demostración, lo que supone posibilidad de dar pasos en falso si no
utilizamos el método adecuado. Por tanto, tenemos ya el criterio de certeza: será verdadero todo lo que perciba con igual claridad y distinción. Esto valdrá como regla general.

5º. El «salto» de las ideas a la realidad objetiva

• Problema: ¿cómo demostrar, a partir de la primera certeza, la existencia de una realidad exterior al pensamiento? Contamos con dos elementos: el pensamiento (= actividad) y las ideas (= objetos del pensamiento). Ej: «Yo pienso que el mundo existe»: ® el yo que piensa (existencia indudable); ® el mundo exterior al pensamiento (= realidad dudosa); ® las ideas de mundo y existencia que indudablemente poseo (si no, no podría pensar que el mundo existe). Conclusión: el pensamiento piensa siempre ideas (en Descartes, las ideas son una representación o fotografía que contemplamos, no una lente a través de la cual percibimos las cosas).

Por tanto, ¿cómo garantizar que a la idea de mundo corresponde una realidad efectiva, el mundo tal como es, más allá de las
descripciones que hacemos de él?

• La actividad del pensamiento consiste en pensar (manejar, relacionar, procesar) ideas.

• Las ideas pueden ser consideradas bajo dos aspectos: En cuanto actos mentales (= modos de pensamiento), todas tienen la
misma realidad (10a); en cuanto poseen un contenido objetivo, son muy distintas entre sí: más importantes las que representan
sustancias que las que representan accidentes o modos.

Describia las ideas en tres tipos:

[1] Adventicias: Parecen provenir de nuestra experiencia externa (hombre, árbol, colores).

[2] Facticias: Las que construye la mente a partir de otras (p.ej.: un Pegaso). Ambas son cuestionables. Ninguna puede servirnos
para demostrar la existencia de la realidad extramental porque no tenemos certeza de que exista el mundo exterior, realmente
(contra las adventicias) y porque no tenemos garantía de la verdad de las segundas al ser construidas por el pensamiento.

[3] Innatas: pocas, pero las más importantes: las posee el pensamiento en sí mismo (pensamiento, existencia, Dios).

Toda idea se origina en una causa real, extramental.

• Dios como idea innata, necesariamente existente, que fundamenta la existencia del mundo exterior. La idea de infinito,
innata, = idea de Dios (no puede ser adventicia porque no tenemos experiencia directa de Dios, y tampoco facticia [¿cómo
demostrar que no es facticia?]; sabemos que algo es finito porque tenemos la idea de infinitud). ® Si la idea como realidad objetiva exige una causa real adecuada, la idea de un ser Infinito debe tener una causa infinita, ® luego el ser Infinito existe (12a-12b).

• Existencia del mundo: Puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede engañarme dejándome creer que el
mundo existe; ® luego el mundo existe. Por tanto, Dios garantiza la existencia del mundo exterior y de la adecuada
correspondencia de mis ideas con ese mundo exterior. Pero Descartes no indica que a todas mis ideas les corresponda una
realidad extramental: Dios sólo garantiza la existencia de extensión y movimiento (como Galileo), nada más. A partir de aquí podrán deducirse las demás cualidades de la física.