ENTREVISTA CON LOS GRANDES FILÓSOFOS DE LA ANTIGÜEDAD


Por Carlos Pala Trujillo

Ahora es Diógenes de Sínope , el segundo de los cínicos, quizá el más conocido de ellos, quien nos acompaña esta noche. Este hombre que no tuvo empacho en decirle al ser más poderoso de su tiempo, Alejandro Magno, cuando éste le ofreció ayuda incondicional, " hazte   un lado que me estás tapando el sol".
 
Diógenes mucho gusto en tenerte aquí con nosotros.
 
DIO: Gracias
 
CP:Para comenzar con esta entrevista. ¿por qué no nos dices dónde y cuándo naciste ?
 
DIO: Nací en Sínope ciudad que se encontraba en las costas del Mar Negro, en el año 413 a.C.

CP: Tu padre fue Icesio, un conocido banquero de aquella época.
 
DIO: Asì es. Por cierto, fue perseguido por falsificar moneda.
 
CP: ¡Menudo ejemplo tuviste! ¿Por esto no le diste importancia a la riqueza, más bien para ti ser pobre era más que un honor?
 
DIO: Yo considero que nuestras necesidades son únicamente aquellas, las más elementales, que es necesario satisfacer, no importando dónde y cómo. Todo lo que está más allá de estas necesidades es superfluo, inútil.
 
CP: ¿No exageras la nota Diógenes?
 
DIO: ¿Por qué lo dices?
 
CP: Por lo que puedo apreciar en tu arreglo personal, no te peinas, no te haz de bañar muy seguido, no te afeitas. Tu vestido es un manto doble que deja mucho que desear. Usas como bordón un vil palo. Y cargas con un zurrón de mendigo que solamente tu sabes que traes dentro de él ¿Por qué está actitud   Diógenes?
 
DIO: Yo prefiero la pobreza a la riqueza, como ya te lo hice ver, me siento más a gusto viviendo así, no me creo más necesidades que las más elementales para subsistir. Tengo un desprecio muy marcado por todas las convenciones artificiales.
 
CP: Se cuentan muchas anécdotas de ti. Se dice que una vez Platón te invitó a comer a su casa con otros filósofos, y que al llegar pisaste las hermosas alfombras con tus pies sucios, y le dijiste a los invitados " observen como ensucio con mis pies la soberbia   de Platón"
 
DIO: A lo que Platón me contestó " Pero conque soberbia Diógenes"
 
CP: Y tú  ¿ qué le respondiste?
 
DIO: Nada, me quedé callado. Comprendí que Platón tenía razón.
 
CP: Platícanos otra  anécdota tuya.
 
DIO: Recuerdo un día en que estábamos todos en un banquete que se celebraba en la casa de Platón, uno de los comensales que no estaba de acuerdo con mi forma de vida y pensamiento, lanzó hacia mi lugar un hueso que le quedó de su ración de carne, así como si yo fuese un perro ( por cierto, con ese mote se me conocía en Atenas.
 
CP: ¿ Y tú respondiste al insulto? ¿ Qué hiciste?
 
DIO: Me levanté de mi lugar, me dirigí hacia él. Levanté una de mis piernas, así como lo hacen los perros cuando orinan, y me oriné sobre él.
 
CP: Tu tocayo Diógenes Laercio  nos cuenta que un buen día que estabas tomando el sol sentado en cuclillas, se te acercó el hombre más poderoso del mundo conocido en tu tiempo, Alejandro Magno, para decirte que le pidieras lo que tu quisieras, pues sentía una admiración muy particular por ti, y que tu le contestaste " Te pido que te hagas un lado que me estás tapando el sol". ¿ Es verdad esta anécdota?
 
DIO: Es cierto, así fue. Él era demasiado grande, y frente a mí su sombra me privaba de la luz del sol.
 
 
CP: Algunos comentaristas han dicho que con esta expresión quisiste enviarle un mensaje que iba más haya del aspecto físico de la situación ¿ Qué nos puedes decir sobre esto?
 
DIO: En cierta forma si, ya que yo no deseaba que con su grandeza eclipsara mi pensamiento y  principios en los que yo creía; a los que por ningún motivo iba a traicionar al aceptar lo que él me  ofreciera. Eso hubiera ido en contra de mi forma de ser. Creo que siempre fui  congruente con mi estilo de vida y  pensamiento.
 
 
CP: ¿No te dio muchos problemas con tus coetáneos el estilo de vida que seguías?. Sabemos que comías carne cruda, que tenías por habitación un tonel que en otro tiempo almacenaba aceite de oliva. Y que despreciabas todo pudor y satisfacías tus necesidades en cualquier lugar. Además hay quien dice que te masturbabas en las esquinas de las calles de Atenas para demostrarle a las mujeres que no las necesitabas.
 
 DIO: Siempre hice lo que quise, no fui portador de inhibición alguna, no me importó lo que dijeran, me tenía sin cuidado. Por esto se me tachó de mordaz e irónico.
 
CP: Háblanos ahora de tu linterna encendida en pleno luz del día, ¿ Cuál era el propósito de encenderla cuando la luz del sol brillaba en todo su esplendor?
 
DIO: La utilicé como una metáfora, una alegoría. Buscaba al hombre que viviese auténticamente más allá de los convencionalismos sociales, que fuese congruente consigo mismo. Dueño de sí mismo. Portador de la verdad y por lo tanto de felicidad, su verdad y felicidad interna.
 
 Con esto quise demostrar a la gente que es imposible encontrar la verdad en el exterior, aun cuando la luz ajena, en este caso la del sol, pueda iluminar el mundo. Y que tampoco la luz del conocimiento, en este caso mi linterna, es capaz de dar la felicidad al hombre.
 
CP: ¿Entonces, dónde buscar la verdad y la felicidad?
 
DIO: Como ya te lo dije anteriormente, la verdad y la felicidad, mi querido CP, la llevas dentro, es un tesoro que no puedes encontrar ni en lo alto de las montañas, ni en la profundidad del mar. La verdad que te hará vivir feliz la llevas en tu interior y no fuera de él.
 
CP: ¿En qué consiste para ti la formación, la educación, de un hombre o de una mujer?
 
DIO: En mi tiempo la educación era dirigida exclusivamente para los hombres, aunque había sus honrosas excepciones sobre todo en la educación de las cortesanas, recuerda a Aspasia, quien llegó a ser la esposa de Pericles. Pero ahora en tu tiempo podemos referirnos a ellas también, aunque utilizaré la palabra "hombre" en su acepción genérica.
 
Los cínicos guardamos una oposición a todos los valores sociales y culturales, a los refinamientos y complicaciones de la vida ciudadana.
 
El hombre siempre tiene a su disposición lo que necesita para ser feliz, a condición de que sepa darse cuenta de cuáles son las exigencias reales de su naturaleza.
 
Vivir sin metas, me refiero a las metas que la sociedad propone como necesarias y que en realidad no lo son para la vida; ya que son necesidades creadas, superfluas  que esclavizan al hombre. Vives para satisfacerlas olvidándote de lo que te es esencial. Cuanto más las eliminas más libre eres, más feliz.
 
CP: Esta forma de vida que tu propones, ¿   a dónde te lleva?
 
DIO: A la sabiduría. Para mí el hombre sabio   menosprecia las opiniones comunes, se libera de todos los deseos y de todas las necesidades. Amante de la vida natural. No tiene familia, por lo tanto no se preocupa del cuidado de la mujer y de los hijos, ya que tanto la mujer como los hijos deben de ser comunes. No tiene más patria que el mundo.
 
CP: Y las relaciones del hombre con los demás ¿ Cómo serán?
 
DIO: De lo más cordiales, ya que a todos los considera sus hermanos, no hace distinción de clases sociales.
 
CP: Pues bien, he presentado ante ustedes, el pensamiento de un hombre que vivió de acuerdo a su verdad, fue auténtico consigo mismo, estemos o no de acuerdo con él.
 
 Gracias por habernos acompañado esta noche Diógenes de
Sínope.
 


·          Para el desarrollo de esta entrevista me basé en las obras de:
 
Guillermo Fraile. Historia de la Filosofía, volumen I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1990.
 
G.W.F. Hegel.
Lecciones sobre historia de la filosofía, tomo II. FCE. Segunda reimpresión 1979.
 
 
Diógenes Laercio. Vida de los filósofos más ilustres. Editorial Porrrúa, número 427, Sepan Cuantos. Primera edición en la colección: 1984.
 
 
Reale- Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico. Herder. Vol. I. Segunda edición 1991


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