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Hume

David Hume nació el 26 de abril de 1711 en Edimburgo. Estudió en aquella Universidad jurisprudencia; pero sus aficiones le llevaban a la filosofía y a la literatura. Tras un débil y brevísimo intento de ejercer la abogacía en Bristol, se trasladó a Francia, donde permaneció tres años para proseguir sus estudios. Estableció, entonces, aquel plan de vida que siguió constantemente después. “resolví suplir mi escasa fortuna con una rígida frugalidad, mantener intacta mi libertad y considerar como despreciable todo lo que no se refiriese a la aplicación de mi ingenio a las letras.”

Hume quiso ser y fue el “filósofo de la naturaleza humana”. “La naturaleza humana, dice, es la única ciencia del hombre; y con todo, ha sido descuidada hasta ahora. Yo habré hecho bastante si contribuyo a ponerla un poco más de moda: esta esperanza me ayuda a disipar mi carácter melancólico y me da fuerzas contra la indolencia que a veces me domina”.

En realidad, todas las ciencias se vinculan con la naturaleza humana, aun aquellas que parecen más independientes, como las matemáticas, la física y la religión natural; porque también éstas forman parte de los conocimientos del hombre y caen bajo el juicio de las potencias y las facultades humanas. Por esto, el único medio de llevar adelante la investigación filosófica es la de encaminarla directamente hacia su centro, que es la naturaleza humana.

Fue el autor ingles que llevo el empirismo hasta sus ultimas consecuencias. Después de él, difícilmente se puede añadir algo nuevo a la corriente empirista. Su fenomenismo y escepticismo científico despertaron a Kant de su "sueño dogmático", como él mismo confiesa. Hume y Wolff representan los dos polos opuestos que influyeron en el sistema crítico de Kant.

Al igual que Locke, también Hume pretende basar todos los conocimientos en la experiencia sensible. Las percepciones son de dos clases: impresiones e ideas. Las impresiones son mas fuertes y se reciben directamente de los sentidos, en cambio las ideas son débiles y una especie de copia borrosa de las impresiones.

Hume se lanza y critica también el principio de casualidad. Dice, el error consiste en pretender que "post hoc ergo propter hoc" (después de esto, luego a causa de esto). Es decir, cuando vemos dos fenómenos siempre unidos y sucesivos, estamos acostumbrados a llamar causa al primero y efecto al segundo.

Hume sostiene el principio de la inmanencia: "Solo conocemos nuestras representaciones internas". De esta manera, el idealismo esta cerrado a la mentalidad de la época. En el caso de Hume, no se llega a dicho idealismo, pero si a un franco fenomenismo, es decir, si no hay sustancias todo lo que existe es una serie sucesiva de estados fenoménicos, sin soporte, sin nada que permanezca.