La muerte celular programada forma parte de diversos procesos vitales,
tales como el desarrollo embrionario, el control de tumores y la regulación
de las poblaciones de células del sistema inmunológico. Las alteraciones en
los genes responsables de la autodestrucción pueden ser desastrosas. Por ser
indispensable para la vida, la muerte de la célula debe seguir una planificación
meticulosa. Cualquier alteración de su regulación (tanto el exceso como la
insuficiencia) puede provocar una serie de enfermedades.
Enfermedades asociadas con la muerte celular por apoptosis
APOPTOSIS INSUFICIENTE
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APOPTOSIS EXCESIVA
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1. CÁNCER |
1. SIDA |
-Linfomas foliculares |
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-Carcinomas con mutaciones de p53 |
2. ENFERMEDADES DEGENERATIVAS |
-Tumores dependientes de hormonas |
-Enfermedad de Alzheimer |
-Cáncer de mama |
-Enfermedad de Parkinson |
-Cáncer de próstata |
-Esclerosis lateral amiotrópica |
-Cáncer de ovario |
-Retinitis pigmentosa |
2. ENFERMEDADES AUTOINMUNES |
3. SÍNDROMES MIELODISPLÁSICOS |
-Lupus eritematoso sistémico |
-Anemia aplástica |
-Glomerulonefritis inmune |
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3. INFECCIONES VIRALES |
4. LESIONES ISQUÉMICAS |
-Herpesvirus |
-Infarto de miocardio |
-PoxIvirus |
-Accidente cerebro vascular |
-Adenovirus |
5. ENFERMEDADES DEL HÍGADO INDUCIDAS POR TOXINAS |
La apoptosis excesiva puede ser la causa de enfermedades neurodegenerativas,
tales como el Alzheimer o el Parkinson, lesiones secundarias a una isquemia,
retinitis pigmentosa (una causa de ceguera) y osteoporosis.
En el caso de ataques cardiacos por isquemia, el bloqueo sanguíneo lleva
a la necrosis de las células que dependen del vaso afectado. Pero la destrucción
no termina ahí: las células próximas al área afectada también mueren, aunque
más lentamente, y su apariencia sugiere la presencia de apoptosis. Parece ser
que el contenido tóxico de las primeras células muertas, cuando no destruye
las células vecinas por necrosis, las induce al suicidio.
Las infecciones producidas por bacterias y protozoarios también pueden
provocar la apoptosis. Bacterias tales como la Shigella flexneri y especies
de la Salmonella, causantes de disenterías, invaden las células y liberan las
proteínas que activan a la caspasa-2 y llevan a la autodestrucción. El protozoo
Trypanoma cruzi, causante del mal de Chagas, induce la apoptosis en algunas
de las células que infecta (no en todas), pero no se conoce el proceso en detalle.
La ausencia de la apoptosis, en la que la célula "se olvida"
de morir, puede ocasionar enfermedades autoinmunes (en las que el sistema inmunológico
ataca al propio organismo), infecciones virales persistentes o tumores. Las
enfermedades autoinmunes pueden generarse por fallos en el programa de muerte
de las células T que reaccionan con las células del propio organismo.
Las infecciones virales también pueden prolongarse por la ausencia de la
apoptosis. Las células invadidas por el virus con frecuencia paran o reducen
la síntesis de las propias proteínas para fabricar la de los invasores. En
general, esto bastaría para llevar a la apoptosis de muchas células, pero algunos
virus inhiben el proceso. El virus Epstein-Barr, agente de la mononucleosis
y asociado a los cánceres linfáticos, produce proteínas parecidas a la Bcl-2
-inhibidora de la apoptosis- y moléculas que inducen una mayor producción de
la proteína en la célula. Otros desactivan o destruyen a la p53 (inductora
de la apoptosis), como el virus del papiloma, principal causa del cáncer de
cuello de útero; por su parte, el virus de la viruela bovina produce una proteína
que impide la cascada de caspasas. El conocimiento de estas estrategias está
facilitando la creación de drogas que permitan bloquear la acción de los virus.
En el sida la inducción de la apoptosis en células sanas contribuye a la
deficiencia del sistema inmunológico, característica de la enfermedad. El virus
del sida (HIV) infecta básicamente los linfocitos T "auxiliares",
usando como puerta de entrada a la proteína de superficie CD4. La "llave"
que encaja en el CD4 y abre esa puerta es la proteína vírica gp120 (una proteína
unida a azúcares, cuya masa es de 120 kDa). Las personas con sida pierden gran
parte de esos linfocitos, pero la mayoría de los que mueren no parecen estar
infectados y se ha comprobado que muchos mueren por apoptosis. Los estudios
recientes sugieren que la gp120, también presente en la sangre de los portadores
del HIV, activaría el suicidio de las células no infectadas al unirse con la
CD4. Las interacciones entre las proteínas Fas y FasL, cuya producción aumenta
durante la infección, harían lo mismo. Los linfocitos T citotóxicos (aunque
no contienen el CD4) también son llevados al suicido, pues dependen de los
factores de crecimiento derivados de los linfocitos T auxiliares para evitar
el proceso.
Esta es una pequeña demostración de cómo un mínima fallo en el programa
de muerte presente en toda célula puede conducir a una enfermedad y, a veces,
a la muerte del individuo. Cualquier descubrimiento es importante para la creación
de nuevas terapias y métodos de prevención que podrían evitar o tratar con
éxito innumerables enfermedades hasta hoy incurables.
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