"El culto de Tori"

de "Time"

Autor: Christopher John Farley MIAMI
Fecha: 1998
Transcripción:
Cynthia Lawson J. BOGOTA



La cantante pop revela un ritmo nuevo y una actitud urgente

Te dice, “METE LA CABEZA EN EL PIANO!”.  Normalmente, no es buena idea obedecer tal clase de orden, pero tiene cierta autoridad cuando viene de la boca de la diosa del pop-rock Tori Amos.  Y si estás parado en la sala de su enorme casa en Florida (tiene otra residencia en Inglaterra), es difícil negárselo.  Su biblioteca es una colección ecléctica, de libros con sabor histórico, como Mujeres de la mitología clásica y El trigesimosegundo informe anual de la Sociedad Etnológica Americana, 1910-11.  Pero lo que domina el cuarto es el gran piano negro Bösendorfer, cuya cubierta destapada parece la mandíbula de un dinosaurio.  Metes la cabeza y te quedas con la nariz casi tocando las cuerdas.  Ella empieza a tocar, con una cascada de dedos yendo y viniendo sobre las teclas.  Su estilo es energético y feroz - y de repente, todo para.  El cráneo retumba con su música.  ¿Así es cómo se siente estar dentro de la cabeza de Tori Amos?

Esta cantante, de 34 años, siempre ha sido una artista imposible de encasillar, con una personalidad difícil de entender.  En 1992, cuando irrumpió en la escena musical de los EE.UU., algunos críticos del rock alternativo la calificaron de niña mimada por su intenso estilo personal.  Pero hoy, su personalidad descaradamente sexual no parece caber dentro del estilo del concierto femenino de Lilith Fair.  “Me gusta un poco de testosterona,” dice, explicando por qué no quiere participar en el espectáculo.

Su álbum de estreno, Little Earthquakes (“Pequeños sismos”) (1992) con sus alardes heréticos, vendió más de un millón de copias, y Boys for Pele (“Muchachos para Pele”) (1996), llegó al número 2 de las listas de la revista de música Billboard.  Este último álbum incluye en su interior una foto de Amos amamantando a un cerdito.  “Mi ‘Madonna con el niño’; mi padre siempre quiso que hiciera una tarjeta de Navidad,” dice riendo.

El más reciente CD de Amos, From the Choirgirl Hotel (“Desde el Hotel Choirgirl”), es el mejor y más atrevido de su carrera.  Sus discos anteriores a veces eran irritantemente etéreos; pero en este último una banda completa acompaña a su piano, añadiendo un toque de urgencia a su música.  “Ya he explorado todo eso de la ‘chica-frente-al-piano’,”dice.  “Es hora de explorar nuevos territorios.”  Desde hace mucho tiempo, Amos ha contado con algunos de los más fervientes fans en el mundo del rock.  Hay varios sitios en el Internet dedicados a ella, y su nuevo disco indica que merece la atención escucharlo.

A Amos le gusta que se escuche su voz.  En persona es muy poquita cosa - sólo mide un metro y 57 centímetros, y tiene el cabello rojo pálido - pero le encanta hacer declaraciones rimbombantes.  He aquí una muestra:  “cuando tenía cinco años creía que Jesús y María (Magdalena) estaban enamorados, y que tenía que haber algo más entre ellos.”

Está claro que Amos, nacida en Newton, en el estado de Carolina del Norte, no se muerde la lengua.  Gran parte del escepticismo que emana de su música responde a una niñez estricta (su padre era un reverendo metodista).  El tema del asalto sexual aparece en algunas canciones, como “Me and a Gun” (“Un arma y yo”), una reacción a un incidente de hace 13 años.  Después de un concierto, Amos ofreció llevar a casa a un miembro de su audiencia, y éste la violó.  Es cofundadora de la Red Nacional contra la Violación, Abuso e Incesto, un grupo radicado en Washington.

En 1996 vivió otra tragedia, un aborto involuntario.  Decidió transformar su dolor en la creatividad.  Varias canciones de Choirgirl tratan de esta pérdida.  “El álbum realmente empezó a fluir cuando me empecé a recuperar,” dice.  “Me dije:  ‘por ahora, no puedo crear obras como mujer y madre, pero puedo hacerlas como música’.”  Hace poco se casó con Mark Howley, padre del bebé que no nació y también su ingeniero de sonido.  Hasta su casamiento, habían estado saliendo en secreto.  Amos explica que “el sonido era tan asombroso [durante su última gria], qu eme pregunté, ‘¿quién está a cargo del sonido?’  Entonces perdí el corazón.”  Durante la desesperación más profunda, después del aborto, empezó a prestar atención al sonido del agua, en busca de “ritmos femeninos ancestrales” en las olas.  De hecho, algunas de sus nuevas canciones, sobre todo “Liquid Diamonds” (“Diamantes líquidos”), poseen un ritmo natural que atrae como la gravedad.  Menos mal que por fin Amos ha sacado la cabeza del piano.  Ahora verdaderamente podemos oír todo el mundo en su música.

**Hay dos fotos:  una es la portada de FTCGH, y la otra es ella cerca, sentada en su piano.  El título de esta es “Los fans de la estrella están volcados.  En la Web se habla de ella más como mística que como rockera.” Foto: Brigitte Lacombe
 


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