La filosofía del club del trueque apunta a la participación
en una red de autoayuda empresaria, donde el objetivo no es el lucro sino
mejorar la calidad de vida de la gente.
A su vez, se plantea un sistema de intercambio multirecíproco,
según el espíritu que mueve a sus defensores. Los socios se
integran como "prosumidores", es decir cada uno produce un artículo
o servicio, y a la vez también consume lo que otros miembros de la
red ofrecen sin necesidad de usar dinero.
Tienen sus propios códigos, ya que el dinero es suplantado por
una herramienta de intercambio denominada "crédito", mientras
que a los lugares de reunión se los conoce por "nodos".
Dos los firmes impulsores en Argentina, Horacio Covas y Carlos De Sanzo
de la ciudad bonaerense de Bernal, hacen hincapié en que en el mundo
moderno las personas "se vuelven cada vez menos autosuficientes y más
dependientes. Si bien tienen un nivel educativo más elevado que cualquier
generación pasada, lo cierto es que no pueden hacer nada sin la ayuda
de otros".
Covas y De Sanzo dan por tierra con algunos prejuicios referidos a que
el trueque es "regresivo" o "utópico". A su entender,
"se trata de una modalidad actual que emplean países y empresas
para intercambiar sus productos nacionales, y desde los clubes liberamos
a los pequeños y medianos productores de la impotencia y el sometimiento
por la falta de circulante". |