NEUQUEN .- Un grupo de jóvenes que viven en los barrios más
pobres de la ciudad acaba de declararle la guerra a su peor enemigo: el
desempleo. Cansados de intentar abrir puertas que se cierran y de vivir
al borde de la marginalidad formaron una red solidaria laboral que ya tiene
60 integrantes.
En pocos años, la mayoría de estos adolescentes ya pasaron
por experiencias de vida muy duras. A muchos de ellos la inocencia se les
escapó de las manos cuando eran niños, pero ahora están
dispuestos a torcer su destino y a demostrar que es posible encontrar un
lugar en un mundo donde el límite de la alfabetización es
la computadora.
Algunos son plomeros, electricistas, albañiles, pintores, herreros,
jardineros y modistas. Otros se dedican a restaurar muebles, a la serigrafía,
a arreglar televisores y a dibujar letras para carteles. En la variada oferta
de 20 rubros hay animadores de fiestas infantiles, servicio domésticos
y hasta gente que limpia terrenos baldíos.
No es obligación pagarles con dinero. Los muchachos aceptan canjear
su trabajo por ropa usada, útiles escolares, libros, herramientas
y hasta comida.
Comenzaron a ofrecer sus servicios hace apenas 48 horas y ya cerraron
una decena de contratos. Están tan entusiasmados con el proyecto
que hasta piensan en ofrecer sus servicios a través de Internet.
Difunden su proyecto
Por el momento se conforman con una modesta campaña de difusión:
repartirán 50.000 volantes en casas y comercios de la ciudad para
conseguir clientes.
Se reúnen todos los días en una casa del barrio Islas Malvinas
y uno de los promotores de este proyecto recibe los mensajes de los clientes
en un celular que le prestaron.
El proyecto está en manos de 60 personas, 40 hombres y 20 mujeres
que no superan los 25 años y no bajan de 17. Los une un solo objetivo:
la necesidad de trabajar para vivir con dignidad.
Los integrantes de esta red de empleo provienen de familias carenciadas
de los barrios Islas Malvinas, Cordón Colon, Villa Ceferino y San
Lorenzo. Pero están con las puertas abiertas para recibir a nuevos
integrantes que quieran participar de esta oferta laboral, inclusive jóvenes
discapacitados y mayores dispuestos a enseñar su oficio.
La condición que exigen para entrar al grupo es mínima,
pero excluyente: responsabilidad y solidaridad para divulgar conocimientos
que permitan preparar a los menos entrenados. Cuando una persona con experiencia
ingresa al grupo tiene la obligación de trabajar junto a un integrante
joven para que se vaya formando en un oficio.
Antonio Pormam tiene 40 años y Javier Panetti 18. Los dos viven
en Islas Malvinas y desde ese barrio motorizaron esta red de empleo que
acaba de nacer.
"Esta es la única esperanza para los chicos", dice Porman.
Panetti agrega una una frase que le dolió siempre: "los jóvenes
estábamos cansados que nos miraran en el barrio y nos dijeran que
eramos vagos y borrachos".
La red no tiene apoyo oficial, no está vinculada con el vecinalismo
ni con credos religiosos. "La pusimos en marcha cuando nos dimos cuenta
de que nadie nos prestaba atención y que no había más
remedio que ponerse a trabajar", cuenta Porman después de atender
una llamada: desde el barrio Mercantil el cliente número 11 le acababa
de pedir un presupuesto. |