Miércoles 01 abril 1998

 

 

Un grupo de jóvenes declaró
la guerra al desempleo

 

Sesenta desocupados de los barrios más pobres de Neuquén se cansaron de vivir del clientelismo. Crearon una red de empleo solidario para combatir unidos la falta de trabajo. Entre ellos hay numerosos adolescentes y una veintena de mujeres. Ofrecen todo tipo de servicios. Desde la plomería a las tareas domésticas. Aceptan como forma de pago el trueque por alimentos, útiles escolares y herramientas. Asumieron el compromiso de enseñarse unos a otros.

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NEUQUEN .- Un grupo de jóvenes que viven en los barrios más pobres de la ciudad acaba de declararle la guerra a su peor enemigo: el desempleo. Cansados de intentar abrir puertas que se cierran y de vivir al borde de la marginalidad formaron una red solidaria laboral que ya tiene 60 integrantes.

En pocos años, la mayoría de estos adolescentes ya pasaron por experiencias de vida muy duras. A muchos de ellos la inocencia se les escapó de las manos cuando eran niños, pero ahora están dispuestos a torcer su destino y a demostrar que es posible encontrar un lugar en un mundo donde el límite de la alfabetización es la computadora.

Algunos son plomeros, electricistas, albañiles, pintores, herreros, jardineros y modistas. Otros se dedican a restaurar muebles, a la serigrafía, a arreglar televisores y a dibujar letras para carteles. En la variada oferta de 20 rubros hay animadores de fiestas infantiles, servicio domésticos y hasta gente que limpia terrenos baldíos.

No es obligación pagarles con dinero. Los muchachos aceptan canjear su trabajo por ropa usada, útiles escolares, libros, herramientas y hasta comida.

Comenzaron a ofrecer sus servicios hace apenas 48 horas y ya cerraron una decena de contratos. Están tan entusiasmados con el proyecto que hasta piensan en ofrecer sus servicios a través de Internet.

 

Difunden su proyecto

Por el momento se conforman con una modesta campaña de difusión: repartirán 50.000 volantes en casas y comercios de la ciudad para conseguir clientes.

Se reúnen todos los días en una casa del barrio Islas Malvinas y uno de los promotores de este proyecto recibe los mensajes de los clientes en un celular que le prestaron.

El proyecto está en manos de 60 personas, 40 hombres y 20 mujeres que no superan los 25 años y no bajan de 17. Los une un solo objetivo: la necesidad de trabajar para vivir con dignidad.

Los integrantes de esta red de empleo provienen de familias carenciadas de los barrios Islas Malvinas, Cordón Colon, Villa Ceferino y San Lorenzo. Pero están con las puertas abiertas para recibir a nuevos integrantes que quieran participar de esta oferta laboral, inclusive jóvenes discapacitados y mayores dispuestos a enseñar su oficio.

La condición que exigen para entrar al grupo es mínima, pero excluyente: responsabilidad y solidaridad para divulgar conocimientos que permitan preparar a los menos entrenados. Cuando una persona con experiencia ingresa al grupo tiene la obligación de trabajar junto a un integrante joven para que se vaya formando en un oficio.

Antonio Pormam tiene 40 años y Javier Panetti 18. Los dos viven en Islas Malvinas y desde ese barrio motorizaron esta red de empleo que acaba de nacer.

"Esta es la única esperanza para los chicos", dice Porman. Panetti agrega una una frase que le dolió siempre: "los jóvenes estábamos cansados que nos miraran en el barrio y nos dijeran que eramos vagos y borrachos".

La red no tiene apoyo oficial, no está vinculada con el vecinalismo ni con credos religiosos. "La pusimos en marcha cuando nos dimos cuenta de que nadie nos prestaba atención y que no había más remedio que ponerse a trabajar", cuenta Porman después de atender una llamada: desde el barrio Mercantil el cliente número 11 le acababa de pedir un presupuesto.

 

 

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