VIEDMA - Así como el billete reemplazó al oro en la historia
de la humanidad cuando el metal empezó a escasear, hoy los bolsillos
apelan al trueque, un fenómeno social que ya tiene 100.000 adeptos
en la Argentina y Río Negro no se queda atrás.
El Club del Trueque forma parte de una red de autoayuda empresaria donde
el objetivo no es el lucro sino mejorar la calidad de vida, planteando un
sistema de intercambio multirrecíproco, según el espíritu
que mueve a sus defensores.
Todos los socios se integran como "prosumidores", es decir
cada uno produce un artículo o servicio y a la vez también
consume lo que otros miembros de la red ofrecen sin necesidad de usar dinero.
La computación introdujo en la sociedad un nuevo lenguaje. El desarrollo
de los clubes también aportó lo suyo, dado que el dinero es
reemplazado por una herramienta de intercambio denominada "crédito",
mientras que a los lugares de reunión se los conoce por "nodos".
Dos de los firmes impulsores en la Argentina, Horacio Covas y Carlos
De Sanzo, hacen hincapié en que en el mundo moderno las personas
"se vuelven cada vez menos autosuficientes y más dependientes,
y si bien pueden afirmar que tiene un nivel de educación más
elevado que cualquier generación pasada, lo cierto es que no pueden
hacer nada sin ayuda de otros".
De esa manera lo fueron entendiendo en las grandes urbes y de a poco
el oleaje llegó a Viedma, Bariloche, San Antonio Oeste y próximamente
se subirán al carro los roquenses.
Covas y De Sanzo, ya conocidos en el país desde el primer club
creado en la ciudad bonaerense de Bernal, también dan por tierra
con algunos prejuicios sobre que el trueque es "regresivo" o "utópico".
A su entender ninguna de esas afirmaciones es cierta, dado que "se
trata de una modalidad actual que emplean países y empresas para
intercambiar sus productos nacionales, y desde los clubes liberamos a los
pequeños y medianos productores de la impotencia, el sometimiento
y la frustración causada por la falta de circulante".
Como filosofía principal es que la pertenencia a esta red implica
integración y no relación de dependencia, desaparecen patrones
y empleados, ordenadores y ordenados, sólo es para ciudadanos dispuestos
a intercambiar soluciones de vida con sus vecinos.
Cuando los clubes funcionan a pleno aparece una nueva meta a superar
a partir de "pautas de éxito". Lo primordial es regalar
productos del club, cobrar y pagar deudas con productos y servicios para
el club, capacitarse y acercar nuevos emprendimientos.
Todo lo que se ofrece en productos no tiene la serie de gastos que sí
acarrean las industrias, y en razón de esto, el precio de los artículos
será levemente inferior al del mercado común. Por lo general,
para fijar precio se parte de que un crédito es igual a un peso.
Otra variable que ya manejan los socios para reducir costos es el envase
retornable con el que se fraccionan algunas infusiones o mermeladas, provocando
una disminución del 10 al 20% del costo.
"Cómo pago?"
Los socios reciben un mínimo de vales que representan habitualmente
a 50 créditos distribuidos en cifras de 0,50, 1 crédito, 5
ó 10. Allí puede comenzar el intercambio, aunque cuidando
los papeles si desde el principio el "truequista" no ofrece producto
o servicio alguno.
Cada club deberá fomentar el suficiente "fondo de respaldo",
informar periódicamente a través del boletín sobre
la evolución de los bienes de respaldo y la circulación de
vales, y asimismo, regular la emisión de éstos para mantener
constantemente su valor de uso.
Pero para funcionar hay que tener en cuenta ciertas reglas indispensables.
Se trata de una serie de principios de autosupervivencia para aplicar
dentro de los clubes, que los defensores de esta sorprendente actividad
han diseñado con mucho ingenio:
* Promover la reinserción al sistema de consumo a personas que
dada su condición social económica quedaba relegada -como
el caso de los obreros desocupados en la construcción- sin que las
autoridades les puedan otorgar alguna solución.
* Permite incorporarse a la producción, aun careciendo de sofisticación
tecnológica y capital.
* Al no haber dinero de por medio, pueden armarse y deshacerse emprendimientos
sin generar desconfianza ni susceptibilidad. Hay que despreocuparse porque
no hay devaluación ni inflación de ninguna clase.
* Los "rojos" o saldos negativos de algunos socios no son un
motivo de preocupación debido a que se transforman en órdenes
de consumo que se pueden subastar o ser utilizadas en la red.
* Es un sistema económico amigable donde no hay costos financieros,
intereses o gastos punitorios. |