Carbón y Silicio


Sus ojos grises me miraron con cierto aire de condescendencia cuando llegué con la caja. Ninguno de los dos sabía entonces lo que significaba... Al principio ocupó un pequeño espacio, casi un rincón entre muchas otras cosas realmente importantes. Pero lenta y juguetonamente empezó a llamar mi atención, a hacerse extrañar, y no pasó mucho tiempo antes de que se convirtiera en el centro de la habitación y, sobretodo, de mi atención... ELLA, despreocupada como siempre de todo aquello que no estuviera lleno de vida, lentamente empezó a sentir como mi alma se alejaba para empezar a girar alrededor de OTRA... Y de pronto se dió cuenta que su suave risa no podía compararse a la de una multitud que OTRA me traía a casa, su fresca inteligencia no era rival para todas aquellas voces que OTRA me permitía conocer... Un día que no puedo olvidar ELLA llegó a mi, y serenamente me dijo: "No puedo competir con mil almas"... Mientras las lágrimas rodaban por mi mejilla sentí que lo que me decía era verdad, y tarde recordé la advertencia que un triste amigo me dejó: "Cuando la computadora entra por la puerta, el amor salta por la ventana".

Autor: Juan Tinoco