Una experta asegura que el abuso sexual infantil afecta a todas las clases sociales

Fuente: Periódico La Vanguardia, España, 24-01-99

ISABEL RAMOS RIOJA--BARCELONA.

 

Un 20% de las mujeres y entre un 5 y un 10% de los hombres han sido víctimas de abuso antes de los 18 años, cifras alarmantes para la psiquiatra Intebi

"Abusos sexuales infantiles en las mejores familias." El título del libro que acaba de publicar (Editorial Granica) la psicóloga y psiquiatra infanto-juvenil Irene V. Intebi es revelador. Es usual creer que "éste es un flagelo de los estratos sociales más bajos, que es un problema de pobres y borrachos", dice Irene V. Intebi. La realidad, sin embargo, desmonta esta creencia. En primer lugar, pasa con más frecuencia de lo que se piensa y, en segundo lugar, afecta a todas las clases sociales, sólo que es más difícil de detectar en las clases altas. Aunque el libro se basa en su experiencia en Argentina, los datos son extrapolables a Europa.
Hay estudios que muestran que un 20 % de las mujeres y entre un 5 y un 10 % de los hombres han sido víctimas de abuso antes de los 18 años. "Son cifras alarmantes", comenta Intebi.
La forma más habitual de detectar los abusos es a través de las consultas en los centros sanitarios públicos o en los centros escolares. Si se trata de una consulta privada de la que la persona que ha cometido los abusos es paciente, de pago, es muy raro que ésta se arriesgue a perder al cliente, así que opta por callarse. Un colegio privado no querrá ver cómo su buen nombre se ve mezclado con asuntos de abusos.
Lo primero que sorprende cuando se estudia el abuso sexual infantil es lo aparentemente normales que son la mayoría de quienes lo cometen, que en un 90 % son hombres. Ya en 1886, el investigador Paul Bernard muestra su sorpresa de que los agresores no fueran todos analfabetos sino que, con frecuencia, eran personas de elevada educación y que no llevaban vidas marginales. El rasgo que comparten la mayoría de quienes cometen abusos es el de haber sufrido en su infancia abusos sexuales o de otro tipo: entre un 40 y un 70 % fueron maltratados. ¿Cómo, si ellos fueron víctimas, pueden convertirse en verdugos?
"Para sobrevivir al abuso crónico se produce la ruptura con las escenas de violencia que vivió. Cuando es adulto no sabe qué siente el niño cuando abusan de él; por eso puede abusar", explica Intebi. Es el mecanismo de la disociación, por el cual se separan los hechos reales de los sentimientos que generan. Así se garantiza que las emociones que produce la situación traumática no invadirán otros aspectos de la vida de forma descontrolada.
Además, los principales responsables son los padres biológicos, seguidos de familiares cercanos, conocidos y, en último lugar, padrastros.
El hecho de que el abuso se produzca en el seno de la familia hace más difícil denunciarlo. Según un estudio realizado en Boston, el 73 % de los padres de las víctimas denunció los hechos cuando se trató de un desconocido, y el 23 %, cuando fue un simple conocido. Ninguno lo explicó por propia iniciativa cuando el abusador era de la familia.
Los casos más graves son aquellos en los que padre y madre han abusado del niño. "En 14 años sólo hemos visto cinco casos de abuso compartido, pero son los más severos. Actualmente hay un matrimonio de clase media en prisión preventiva. Los dos trabajaban y sus cuatro hijos (tres chicas y un chico) quedaban al cuidado de los abuelos. Los abuelos maternos, el tío y el tío abuelo maternos abusaron de ellos durante años. El mayor tiene 13 años y la madre sospechaba que algo pasaba desde que tenía cinco."
Las cosas no cambiarán hasta que ciertos conceptos extendidos en la sociedad cambien. Los hombres que cometen abusos tienden a descargar la responsabilidad en los niños alegando que no son de piedra y les provocaron.

En una sentencia del tribunal de Kempten, Alemania, de julio de 1984, el juez admite, a favor del acusado de un ataque sexual, que la iniciativa que condujo al delito "partió, hasta cierto punto, de la víctima, de talante precoz". La víctima era una niña de siete años.

La madre calla para no romper la familia

En ocasiones la connivencia de la madre es indispensable para que la situación se perpetúe. Hay madres que lo saben pero callan porque temen a los abusadores o por conveniencia económica. Si las víctimas del abuso son chicas adolescentes, las ven como rivales. Si son más pequeñas, la mujer calla porque no quiere que la familia se rompa.
El apoyo de la madre una vez descubierto el abuso es fundamental para la recuperación del menor. Si bien se ha observado que la mujer cada vez apoya más a su hijo (en torno al 51 %), ese apoyo baja considerablemente si quien ha cometido el abuso es su pareja en ese momento o si es el padre biológico del niño.
"La mayor herida que deja el maltrato --asegura la psiquiatra y psicóloga Intebi-- no es tanto física como emocional: queda lastimada la capacidad de establecer vínculos de confianza. Nadie es digno de confianza: si las personas que tenían que haberlo protegido han abusado de él descaradamente..."

 

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