Acerca de la compleja sexualidad femenina
Fuente:
PSICOLNET Newsletter No. 58 noviembre de 1999 AÑO II
BOSTON, EEUU (DEM)
Mientras los varones han
encontrado en la Viagra la solución de las disfunciones eréctiles, no parece que las
mujeres vayan a resolver sus frecuentes problemas sexuales con una píldora. No obstante,
los investigadores tratan, con metodologías científicas, de conocer a fondo la
sexualidad femenina.
A Irwin Goldstein, el padre de la
Viagra, profesor de Urología de la Universidad de Boston (EEUU) y el hombre que más ha
contribuido a definir los modernos conceptos sobre la disfunción eréctil, ya no le
apasiona la impotencia, al menos, la que tiene que ver con los varones.
A Goldstein lo que
científicamente le motiva hoy en día son las disfunciones sexuales femeninas. De hecho,
él y un grupo de expertos procedentes de múltiples campos de la biociencia y la
psicología están dispuestos a afrontar, con toda la metodología científica al alcance
de este fin de milenio, uno de los problemas de salud más frecuentes que tienen las
mujeres: la disfunción sexual.
Prueba de que sus esfuerzos están dando frutos ha sido la brillante reunión científica
que se ha llevado a cabo el pasado fin de semana en Boston. Con una asistencia de 450
especialistas, Goldstein ha coordinado un encuentro de tres días en el que se han
actualizado -de una forma exhaustiva- los problemas sexuales que sufren las mujeres, que
son muchos.
Es la primera vez que se reúnen
para hablar de lo mismo un número importante de psicólogos urólogos,
ginecólogos, médicos de familia, psiquiatras, neurólogos y sociólogos, todos
interesados en conseguir un consenso adecuado sobre cuáles son las razones que hacen de
la disfunción sexual un problema tan frecuente en las mujeres y cómo se debe abordar su
tratamiento. Es la primera vez que se impone de una forma tan clara la necesidad de
conseguir la mejor de las metodologías científicas que exploren los problemas sexuales y
que ayuden a buscar soluciones para ellos.
¿Cuáles son los problemas?
Lo
primero que hay que hacer para enfrentarse a una patología, cualquiera que sea, es
definirla y clasificarla. Aunque las disfunciones sexuales femeninas (DSF) están bien
abordadas en el DSM-IV -el manual de clasificación de enfermedades psiquiátricas que
impera en buena parte del mundo-, los nuevos pioneros del estudio de las DSF creen que se
puede mejorar su clasificación. Sandra Leibum, psicóloga de la Facultad de Medicina
Rober Wood Johnson (EEUU) puso al día el consenso actual para, manteniendo las misma
estructura básica del DSM-IV en lo que se refiere a las DSF, mejorarla.
- Trastornos del deseo sexual
El deseo hipoactivo: es la deficiencia persistente o recurrente (o la ausencia, incluso)
de fantasías sexuales o del deseo de actividad sexual. Condición añadida a este
problema, como a otros muchos, es que la falta de deseo preocupe seriamente a la mujer.
Aversión sexual: la fobia
persistente o recurrente que conlleva evitar todo contacto sexual con un compañero.
- Trastornos que afectan a la excitación
femenina.
Es un problema de difícil
definición que consiste en la incapacidad permanente o recurrente para conseguir o
mantener la excitación. El dato que mejor define este trastorno es la incapacidad de
lubricación de la vagina y la dificultad que esta carencia añade a la penetración del
pene.
-Trastornos del orgasmo.
La dificultad de conseguirlo, incluso a pesar de que se ha alcanzado un nivel elevado de
excitación sexual.
- Dolores.
Dispareunia: el dolor genital provocado por la penetración.
Vaginismo: el espasmo involuntario
de la musculatura del tercio externo de la vagina que interfiere con la penetración.
El dolor genital que no está
relacionado con la penetración sino con otro tipo de estímulos sexuales.
«En cualquier caso, hay que ser conscientes de
que las mujeres no se quejan tan sólo de falta de respuesta genital», insistió Sandra
Leibrum, «lo que más echan en falta es la ausencia de pasión, de amor, de romance y, en
general, de placer sensual. La sexualidad femenina tiene mucho más que ver con el
contexto que la masculina y ser determinantes a la hora de etiquetar disfunciones sin
conocer a fondo los problemas interpersonales puede conducir a interpretaciones
erróneas».
¿Cuál es la respuesta
sexual?
De
la misma manera que la excitación sexual en los varones conduce a la erección, en las
mujeres el deseo y la estimulación conlleva cambios en su fisiología genital. «Los
labios mayores, los menores, el clítoris, el glande periuretral, la uretra, el punto G,
quizá el cuello del útero, y el músculo pubo coxígeo son algunos de los muchos puntos
erógenos que tiene una mujer», afirmó en su explicación sobre la fisiología femenina
Roy Levin, del Departamento de Ciencias Médicas de la Universidad de Sheffield, en el
Reino Unido.
El simple deseo, la atracción y, por supuesto, la estimulación de algunos de estos
puntos activan las abundantes terminaciones nerviosas que hay a esos niveles y el cerebro
se inunda de señales sexuales.
Como respuesta a estos estímulos, el sistema nervioso prepara a los órganos sexuales
para una penetración fácil y placentera que culmine al final en un orgasmo. El corazón
aumenta los latidos, se eleva la tensión arterial y la sangre congestiona la vagina, el
útero y el clítoris dando la sensación de que toda la pelvis está llena. Una
congestión que dilata las arterias, probablemente constriñe las venas y provoca un
trasudado que aumenta la lubricación de la vagina y facilita el rozamiento del pene en su
interior.
Según Levin, «existen, incluso,
cambios vaginales y uterinos encaminados a facilitar el ascenso de los espermatozoides
hacia el interior de la matriz, tras la eyaculación». Cuanto mayor es la estimulación
física y genital, mayor es la vasocongestión genital y más aumenta el deseo de su
resolución a través del orgasmo.
¿Se puede medir la
excitación?
Al
menos eso está tratando el grupo de investigadores que dirige Irwin Goldstein. En la
octava planta del Boston Hospital hay un laboratorio singular. Basado en los datos que
mejor se conocen sobre la fisiología de la respuesta sexual femenina, los colaboradores
de Goldstein estudian a un grupo de mujeres que se quejan de falta de excitación sexual.
También en ese laboratorio, que dirige la doctora Jennifer Berman, se investiga en
voluntarias sanas los cambios fisiológicos que provoca la excitación sexual.
Ver una diapositiva de cómo se
trabaja en ese cuarto es todo un espectáculo. La mujer recostada en una camilla
confortable con un casco de realidad virtual en su cabeza. Aislada del entorno, el casco
hace llegar a la paciente un vídeo pornográfico de una gran calidad, de acuerdo con los
expertos.
Colocada al lado de la cama, una
investigadora introduce en la vagina de la fémina una especie de falo que servirá para
medir la vasocongestión de la vagina. También le medirán, mediante un eco-doppler, los
cambios de la vasculatura del clítoris comprobando hasta dónde la excitación sexual
eleva el flujo de este órgano tan sensible de las mujeres.
¿Para qué se mide la
excitación?
Muchos
de los que impulsan el conseguir el mayor número de datos objetivos sobre la disfunción
sexual de las mujeres lo hacen pensando en la Viagra. Puesto que la prevalencia de la
disfunción sexual femenina es, en casi todos los países, mayor que la de los hombres,
encontrar un tratamiento médico que baje esas cifras sería un hito para cualquier
industria que se dedica a los medicamentos. Sin embargo, desde hace mucho tiempo ningún
nuevo producto de farmacia o indicación para un fármaco viejo se autoriza si no hay
datos detrás. Y de la misma forma que la Viagra se puso en el mercado con la
demostración frente a un placebo de que el medicamento era eficaz, cualquier nuevo
producto contra la disfunción sexual femenina deberá autorizarse tras analizar
parámetros en los que no haya sesgo.
¿Servirá la Viagra a las mujeres?
Probablemente no. El equipo de Goldstein ha
investigado a fondo los efectos del sildenafilo y tiene algunos datos prometedores. Sin
embargo, son estudios abiertos, de muy pocas pacientes y utilizando parámetros subjetivos
poco reproducibles. «Los ensayos controlados que hay con la Viagra y mujeres y que se
presentarán dentro de poco en la reunión de la American Society of Obstetric &
Gynecology no son alentadores», aseguró en su charla sobre fármacos vasoactivos y
disfunción sexual el doctor Raymond Rosen, uno de los máximos expertos mundiales en el
tema.
¿Qué fármacos usar
entonces?
De
momento, lo que sí está indicado en las disfunciones sexuales de las mujeres
menopáusicas es la terapia hormonal sustitutoria. Sin el concurso de los estrógenos y la
progesterona no hay forma de paliar los trastornos de la excitación sexual que puedan
presentarse. Aún no se ha definido el papel de la testosterona o de la DHEA para elevar
la libido. Lo que sí se sabe es que esa hormona, típicamente masculina, puede tener un
papel importante en la sexualidad de las mujeres y que se necesitarán más estudios para
definir si habrá que usarla o no en el futuro.
¿Y la psicoterapia?
No
sólo no debe relegarse, empujada por la actual corriente biologicista, sino que habría
que potenciarla más. La psicoterapia ha demostrado su valor en los trastornos orgásmicos
y puede ser de utilidad en muchos otros. La sexualidad femenina es mucho más complicada
que la de los varones y nadie serio puede negar la trascendencia de los procesos
psicológicos en la mayoría de las quejas sexuales femeninas. Lo mejor es la combinación
multidisciplinaria rigurosa de lo físico - químico y psicológico.
Viagra: satisfechos ellos pero, ¿y ellas?
El sildenafilo es uno de los grandes avances farmacéuticos de los últimos años. La
Viagra ha devuelto la potencia a una buena parte de los varones con disfunción eréctil y
está, al parecer, mejorando espectacularmente las dotes de aquellos que no son en
realidad impotentes. En todas las encuestas, la Viagra ha conseguido satisfacer a una gran
mayoría de aquellos que la usan. Sin embargo, ¿ha servido este fármaco para mejorar la
vida sexual de las mujeres de la misma manera que la de sus compañeros con disfunción
eréctil?
Hay datos que indican que el
producto no ha logrado entre las mujeres la misma aceptación. En una encuesta realizada
en un gran hospital de Milán (Italia) entre las compañeras de varones tratados con la
Viagra el grado de satisfacción no fue muy elevado. En el 29% de los casos, las mujeres
consideraron no estar satisfechas con los buenos resultados que mostraban sus maridos
Casualmente, el 75% de las mujeres que no reconocían valor a la Viagra manifestaron tener
algún tipo de disfunción sexual. De acuerdo con uno de los autores del trabajo, el
doctor Francesco Montorsi, en Italia es muy poco frecuente que los hombres presenten a un
especialista un problema de impotencia acompañados de su pareja estable. Lo mismo pasa,
al parecer, en España. Los expertos creen que la función sexual de las mujeres de los
afectados de disfunción eréctil debería investigarse.
Denuncias feministas
Una
información publicada por la BBC, titula que la Viagra para mujeres será una realidad en
tres años. La BBC cita la reunión de Boston como fuente y pone en boca de Laura Berman,
una de las colaboradoras de Goldstein, declaraciones que corroboran el titular.
La noticia no se ajusta a la realidad de lo que ocurrió en esa reunión científica.
Precisamente esta publicidad errónea es lo que muchas feministas de prestigio en EEUU
temían que ocurriera. Tanto en Angeles Times como en el Boston Globe se han publicado
artículos muy duros denunciando que lo que Goldstein y los laboratorios que lo apoyan
quieren hacer es medicalizar la sexualidad de las mujeres.
Leonore Tiefe, una veterana
psicóloga especialista en disfunciones sexuales femeninas, fue especialmente contundente
en la conferencia que pronunció. «Veo mucha urología, mucha ginecología,
farmacología, psiquiatría y geriatría en esta reunión. Echo de menos a la sociología,
a la antropología médica, a la historia de la medicina y a los estudios étnicos. Creo
que lo único que se pretende en esta conferencia es promover la medicalización de los
problemas sexuales femeninos, para así establecer normas universales y decidir cuáles
son los problemas y cómo hay que tratarlos con fármacos».
De forma similar, quizá algo más
suave, se expresó John Bancroft, director en la Universidad de Indiana del Kinsey
Institute (EEUU) para la investigación del sexo y de la reproducción. Bancroft insistió
en que las dificultades sexuales femeninas no están centradas, como pasa en los varones,
en la fisiología y, consecuentemente, en los problemas del tejido eréctil o del orgasmo.
El científico recalcó que las mujeres pretenden disfrutar del sexo de una manera
diferente y que buscan mejorar aspectos subjetivos de la relación sexual y no sólo la
fisiología de la misma.
En cualquier caso una cosa sí es cierta:
Irwin Goldstein está abierto a todas las opiniones y eso siempre es muy valorable.