Las discusiones
de pareja hacen subir la tensión arterial, sobre todo la del cónyuge menos dominante
Fuente: Periódico La Vanguardia, España, 31/01/99
Josep Corbella.- Barcelona
Hay amores que matan... bueno, por lo menos hay
matrimonios que matan. Es la conclusión de un estudio efectuado por psicólogos de la
Universidad de Utah (Estados Unidos), que ha demostrado que las discusiones conyugales
hacen subir la tensión, lo cual puede desencadenar un infarto fatal.
El estudio pone de manifiesto que el efecto de las discusiones sobre la tensión arterial
depende del tipo de relación que tenga la pareja. Si el marido es relativamente
dominante, la tensión de la mujer puede subir más de diez milímetros de mercurio
durante la discusión --por ejemplo, la tensión máxima puede subir de 13 a 14--. Pero si
el marido es claramente dominante, la tensión de la mujer apenas si varía. Los autores
del estudio lo atribuyen a que, cuando un cónyuge es muy dominante, el otro da la
discusión por perdida de antemano. Estos resultados, presentados esta semana en la
revista "Annals of Behavioral Medicine", se repiten para los dos sexos, es
decir, cuando la mujer es el cónyuge dominante y el marido, el sumiso.
Estudios previos habían demostrado de manera concluyente que las personas casadas tienen
menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares que las que viven solas. Sin embargo,
"el nivel de beneficio parece estar moderado por características de la relación,
como el desacuerdo conyugal", escriben los investigadores de la Universidad de Utah.
Dos investigaciones presentadas en 1991 y 1994 habían revelado que, cuando la relación
de una pareja es hostil, la tensión arterial durante una discusión sube más que cuando
la relación es amistosa. En esta misma línea, se ha comprobado que enseñar a personas
hipertensas a abordar las discusiones conyugales con una actitud constructiva en lugar de
hostil modera el aumento de la tensión durante las disputas.
"Aquellas investigaciones de muestran que las relaciones de pareja varían según una
dimensión de d", escriben los investigadores de la Universidad de Utah, dirigidos
por Timothy Smith. "Pero las conductas sociales también varían según una segunda
dimensión básica: la relación de dominación-sumisión". Para aclarar de qué modo
esta segunda dimensión afecta a la tensión arterial, los investigadores han reclutado 45
matrimonios y, a cambio de diez dólares, les han propuesto que discutieran a qué ocho
profesores debían echar de una escuela imaginaria. Previamente, los participantes en el
estudio habían respondido a un cuestionario que,mediante preguntas sutiles, revelaba si
tenían una relación de dominación o sumisión con su pareja. Los matrimonios habían
estado casados una media de cuatro años y, según una escala de satisfacción matrimonial
empleada por los psicólogos, no eran parejas conflictivas.
Durante las discusiones, en las que se ha tomado la tensión doce veces a cada
participante, se ha visto que los cónyuges que tienen una posición dominante se estresan
menos que quienes tienen una posición de sumisión ante la aparición de un conflicto.
Pero esta regla deja de cumplirse cuando la sumisión es muy marcada y "la tarea de
convencer al otro:brr: se percibe como imposible o no merecedora del esfuerzo necesario
para conseguirlo", escriben los investigadores.
Según recalcan los psicólogos de la Universidad de Utah, "las luchas por el dominio
o el control se asocian con un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular". Sin
embargo, reconocen unos párrafos más adelante que "las pruebas empíricas a favor
de que cambios de la tensión arterial como los observados aquí contribuyen a la
enfermedad cardiovascular no son concluyentes".