Notisex. N° 27. 23 de Junio de 2000
Sin acuerdos en la cumbre
mundial sobre la mujer
Fuente: Clarin digital, 08/06/00
PAULA ALVAREZ VACCARO (En Buenos Aires)
Las delegaciones reunidas en las Naciones Unidas, en Nueva York, discuten sobre el aborto, la educación sexual y la planificación familiar
Cinco años después de la
Conferencia de Beijing, en China, mujeres de todo el mundo participan esta semana en Nueva
York de una sesión especial de la Asamblea General de la ONU para analizar si se
produjeron o no avances desde la celebración de esa cumbre. Pero, al igual que entonces,
muchos temas siguen generando agudas confrontaciones entre los países, sobre todo,
en lo referente a los derechos a la salud sexual y reproductiva de la mujer, la educación
sexual, la planificación familiar y el aborto.
Los derechos humanos de la mujer, la participación en el desarrollo económico, el
maltrato, el tráfico de mujeres, la mujer y la globalización son otros temas que se
analizan en la reunión, llamada Beijing más 5, donde el nivel de polémica es tan
grande que hay quienes temen que no se pueda llegar a acordar un documento final mañana,
día en que finaliza la sesión.
Los países de América latina, pertenecientes al grupo SLAC (Some Latin American
Countries o Algunos Países Latinoamericanos, según sus siglas en español), han
preparado un borrador de declaración, en caso que no se llegue a un consenso al
cabo del encuentro. Argentina no ha querido adherirse a ese grupo, quedando alineada en el
G77 que incluye a otros países tercermundistas como Sudán, Pakistán y Argelia.
Además de la Argentina, los otros países que no se integraron al SLAC fueron Cuba, que
no acuerda con ciertas posturas económicas, Honduras y Nicaragua, alineados con el
Vaticano en relación al aborto y las políticas reproductivas. En el caso de la
Argentina, el representante de la Cancillería, consideró como "prematura" la
incorporación de nuestro país a este grupo. El documento que presentará el SLAC, liderado
por Brasil y México, concuerda en un 80% con la postura argentina pero no excluye
específicamente el aborto como método anticonceptivo.
Sólo 4 de los 184 países que conforman la cumbre se oponen a los derechos
sexuales y de reproducción y al aborto. Este año, la Argentina, que se encontraba dentro
de ese grupo minoritario como una voz militante en contra del aborto, ha decidido
"callar" y no obstaculizar en las votaciones aun cuando la posición oficial
sobre el tema no ha variado demasiado respecto del gobierno anterior. La Cancillería ha
dado instrucciones para que se deje sentado el derecho a la vida luego de la concepción.
Esto ha generado roces entre miembros de la delegación argentina con la
Cancillería. La más crítica fue la presidenta de la Comisión de la Mujer, Carmen
Storani, que fue dejada de lado al momento de la elaboración de las instrucciones. El
secretario de Relaciones Exteriores de la Cancillería, Enrique Candioti, que es el
negociador oficial, discutió con ella durante días el discurso que él pronunciará hoy
y por el que existe gran expectativa respecto de sus contenidos.
Las organizaciones no gubernamentales, que al revés de años anteriores pudieron
acreditarse como parte de la delegación oficial, tienden a minimizar el nivel de disputas
internas. Por ahora, dicen con cierto alivio, la Argentina se ha mantenido callada cuando
en las reuniones se tratan los puntos espinosos de la conferencia relacionados son la
sexualidad, dejando que Nicaragua o los países islámicos protesten a viva voz.
Esta actitud es distinta a la que tenían los diplomáticos argentinos durante la época
de Carlos Menem, que habían establecido una alianza sin precedentes con el
Vaticano y eran los primeros en levantar la mano para oponerse a todo lo que pudiera
referirse al aborto, a la salud sexual y reproductiva de la mujer y a la planificación
familiar. Aun cuando era una de las esperanzas que guardaban sectores de la Alianza antes
de esta reunión, esta pasividad no acerca a la Argentina al resto de América latina. De
hecho, sus posiciones siguen más cerca de las de Irán, Pakistán o el Vaticano, que a
las de Brasil o México.
Polémica de argentinos Cuando la actual cumbre
(Beijing+5) comenzó, una polémica se desató entre la Cancillería y las agrupaciones de
mujeres que conforman la delegación oficial argentina. La Cancillería privilegió la
defensa de la familia tradicional (la formada únicamente por padre, madre e hijos), la
oposición a la promoción de los derechos sexuales y reproductivos (que incluyen, entre
otros, el derecho a elegir el número y el intervalo de nacimiento de los hijos) y la
condena al aborto. La Cancillería ha dado instrucciones
precisas, que han sido revisadas por la Secretaría de Culto, para que al final de la
conferencia se confeccione una declaración interpretativa del documento, en la que se
señale la clara oposición de la Argentina a la despenalización del aborto o a su
legalización. Tan ligada sigue la posición al Vaticano que, por ejemplo, la instrucción
es de hablar de "familia" en singular, para que no se interprete que la
Argentina pueda estar a favor, por ejemplo, de la poligamia o de las madres solteras.
"Esperamos que no se retroceda del consenso de Beijing y que se respeten acuerdos
preexistentes", expresó a Clarín una de las delegadas argentinas,
requiriendo anonimato. "Nos preocupa que se nieguen los derechos humanos de las
mujeres y se frustren las expectativas de que este gobierno cambie las posturas
intolerantes que nuestro país adoptó en el pasado", expresó desde Nueva York,
María José Lubertino, asesora de Jefatura de Gabinete. |
Muchos temas sin respuestas en 25 años de debates
En 1975, Naciones Unidas
convocó a la primera de las conferencias mundiales para elaborar los planes que
asegurasen el adelanto de la mujer en el mundo. Celebrada en la ciudad de México,
inició el diálogo sobre la condición de la mujer identificando tres objetivos sobre los
que se debía avanzar: la igualdad plena y la eliminación de la discriminación
por motivos de género; la integración y participación de la mujer en el desarrollo
mundial y la contribución de la mujer en el fortalecimiento de la paz.
En la segunda conferencia, de 1980, en Copenhague, se evaluó lo planteado en la
primera y se concluyó: que faltaba participación del hombre en el mejoramiento del papel
de la mujer; que la voluntad política había sido insuficiente; que todavía no se
reconocía el valor de la contribución de la mujer en la sociedad; que había escasez de
mujeres en puestos de poder; que los servicios para apoyar el papel de la mujer en la
sociedad (como las facilidades en el crédito) y los recursos financieros eran
insuficientes y que, entre las propias mujeres, la sensibilización respecto de las
oportunidades disponibles aún no era suficiente.
La conferencia de Nairobi, celebrada en 1985, demostró que a pesar de que se
habían logrado avances en lo jurídico y social, éstos habían beneficiado sólo a
una minoría de las mujeres. Sin los objetivos logrados, se elaboró un documento que
instaba a los 157 países participantes a adoptar medidas para garantizar la igualdad en
la sociedad, en la toma de decisiones y en la participación política.
La última conferencia, realizada en Beijing, en 1990, reconoció que los esfuerzos desde la primera contribuyeron a mejorar la situación de la mujer y su acceso a los recursos. Pero también señaló que la estructura básica aún favorecía la desigualdad: los hombres seguían siendo quienes tomaban las decisiones sobre aquellos temas que afectaban la vida de todas las personas.
Alerta de UNICEF por la violencia
Fuente: Clarín Digital, 01/06/00
La
violencia contra las mujeres y las jóvenes sigue siendo un problema mundial, según un
estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) publicado en Ginebra.
El trabajo detalla que entre un 20 y un 50 por ciento de las mujeres son víctimas
de la violencia doméstica. El documento se refiere a mujeres de distintas
nacionalidades, culturas y clases sociales. El informe, titulado "Violencia
doméstica contra mujeres y niñas", fue redactado en el proceso de evaluación de
los pasos dados desde la Conferencia de la Mujer de Beijing celebrada en 1995. La autora
del informe, Sushma Kapoor, señaló que en este tiempo se registraron algunos
progresos, y unos 44 países han adoptado una legislación específica.
Pero los malos tratos en el hogar siguen estando muy extendidos y para Kapoor son
"una de las negaciones más perniciosas de los derechos humanos, porque no son
realizados por extraños, sino por los miembros de la propia familia, personas que ocupan
una posición que debiera ser de confianza". La violencia contra mujeres y niñas
no implica sólo malos tratos físicos, sino que empieza en algunos lugares ya antes del
nacimiento, con los abortos selectivos o con los infanticidios cuando el bebé es de sexo
femenino. La violencia contra las niñas también incluye la desatención, la falta de
acceso a los cuidados médicos y la educación, el incesto, la mutilación genital o la
prostitución.
Aunque son alarmantes, los datos disponibles sobre la violencia física se consideran muy
conservadores, porque muchos casos no se conocen, ya que las mujeres no se animan
a denunciarlos.
En los países industrializados las tasas de violencia física familiar giran en torno al
20 por ciento, o a veces algo más. En América latina la peor situación se registra en
Nicaragua, donde el porcentaje puede llegar al 52 por ciento en algunas zonas. En otros
países de la región las mujeres que sufren situaciones de violencia familiar están
entre el 20 y el 30 por ciento. Kapoor remarcó el problema de la violación o las
relaciones sexuales obligadas dentro del matrimonio, que en la mayoría de los
países no se considera un delito.
El informe de la ONU agrega que la violencia en el hogar no sólo es física sino también
psicológica, y que este tipo de maltrato es aún más difícil de cuantificar.
UNICEF pidió a todos los sectores de la vida social, de la estructura de los Estados y a
las autoridades religiosas que combatan las causas que dan pie a la violencia contra las
mujeres
Por ley, los hospitales públicos ayudarán a prevenir embarazos
Fuente: Clarín digital, 23/06/00
Habrá servicios de atención especializada · Informarán y proveerán de métodos anticonceptivos · Y trabajarán para prevenir enfermedades de transmisión sexual
La Legislatura porteña aprobó
anoche la Ley de Salud Reproductiva y Procreación Responsable que garantizará, en los
hospitales públicos de la Capital el asesoramiento gratuito sobre prevención de
embarazos y enfermedades de transmisión sexual. La ley prevé la prescripción y
provisión de métodos anticonceptivos, además de los estudios clínicos y
ginecológicos que los especialistas consideren necesarios. Y la atención y seguimiento
médico antes, durante y después de un embarazo.
La ley establece que todos los hombres y mujeres tendrán acceso a la información, los
métodos y los servicios necesarios para "el ejercicio responsable de sus
derechos sexuales y reproductivos". Una vez que se promulgue, los hospitales
públicos de la Capital contarán con un servicio dedicado específicamente a satisfacer
estas necesidades. Uno de los objetivos principales es evitar los embarazos no deseados,
tanto en adolescentes como en mujeres adultas que, por distintos motivos, deciden no tener
hijos en determinado momento. La ley también dice que se brindará toda la atención
necesaria a hombres y mujeres para prevenir enfermedades de transmisión sexual, sobre
todo el sida.
La diputada aliancista Clori Yelicic, presidente de la Comisión de Salud de la
Legislatura, explicó que se busca asegurar que las mujeres reciban una atención
integral durante el embarazo, parto y puerperio. Y beneficiar "específicamente a
la población de menores recursos, que sólo cuenta con el hospital público".
La legisladora Gabriela González Gass, presidenta del bloque de la Alianza, detalló:
"En el país se realizan unos 500 mil abortos por año, lo que equivale a
1.300 abortos diarios. La primera causa de internaciones por patologías en todos los
servicios del país son las complicaciones por abortos. Queremos evitar que se llegue a
esta situación".
Pese a las críticas, los legisladores que aprobaron la ley aseguran que de ninguna
manera se propone el uso de métodos abortivos, como acusan los grupos opositores.
"Sólo se van a prescribir los métodos aprobados por el Ministerio de Salud",
aseguró Yelicic.
Los servicios que van a recibir los pacientes La ley aprobada anoche dispone un
marco legal para los servicios que ya funcionan desde hace más de diez años en algunos
hospitales porteños, y que ahora se extenderán a todos los de la ciudad. Apunta a
beneficiar especialmente a personas de bajos recursos, que no tienen cobertura de
salud. Estos son los puntos principales: El servicio no sólo se encargará
de la provisión de los métodos de anticoncepción sino que permitirá un control
periódico de los pacientes, y funcionará como un espacio de contención y diálogo
para aquellas personas que no puedan acceder en otros ámbitos a la información sobre
procreación responsable. |
"El DIU no es abortivo"
Uno de los métodos anticonceptivos
cuestionados por algunos sectores es el dispositivo intrauterino (DIU). Consiste en
una banda de plástico moldeado, que se coloca en el útero. José María Méndez Ribas,
profesor asociado de Ginecología de la Facultad de Medicina de la UBA y director del
Servicio de Adolescencia del Hospital de Clínicas, explicó a Clarín que en el
DIU, "la banda de plástico tiene una placa de metal (cobre solo, con platino
o con oro). Los metales producen una inhibición del movimiento del espermatozoide y no
permiten su ascenso a la cavidad uterina".
"Por acción del metal sobre el endometrio se produce una reacción inflamatoria, que
también dificulta el ascenso del espermatozoide agregó el médico. El
espermatozoide no llega a unirse con el óvulo, por lo tanto, el DIU no es
abortivo". Méndez Ribas señaló que "la nueva generación de DIU, en vez
de placa de metal, tiene una placa con progesterona, una hormona que inhibe la
ovulación, por lo que tampoco es abortivo".
Mujeres,
con más conciencia
Fuente: Clarín digital, 05/06/00
INFORME DE LA OMS: POR QUE VIVEN MAS
A principios del siglo XX, las mujeres vivieron en
promedio de 2 a 3 años más que los hombres en los países más ricos del mundo. En 1999,
en esos mismos países las mujeres vivieron, en general, de 7 a 8 años más que los
hombres.
¿Por qué las mujeres han vivido vidas más largas y saludables en países más
desarrollados? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), generalmente, las
mujeres son más conscientes de su salud en países de economías ascendentes.
Básicamente, ellas siempre fumaron menos que los hombres, mientras que los hombres
consumen más cigarrillos y realizan menos actividad física. Además, los especialistas
señalan que los hombres que viven en países con economías fuertes tienden a tener
dietas más pobres que las mujeres. La mala alimentación masculina se suma a que los
hombres hacen menos actividades físicas que las que practicaban sus abuelos.
Por género, el último estudio de la OMS demuestra que las mujeres viven más años con
buena salud: las japonesas son las primeras (77,2 años) y, entre las latinoamericanas,
las chilenas viven más (71,3 años), seguidas por las uruguayas (69,9 años) y las
argentinas (69,6 años).
Algunos estudios demostraron que mientras los países se hacen más ricos, la mortalidad
masculina tiende a bajar menos que la mortalidad femenina. Ahora, el nuevo estudio de la
OMS indica que cuando se miden las expectativas saludables de vida se mantienen los
mismos valores.
Pero en el futuro esos datos pueden variar. El consumo de tabaco en las mujeres que viven
en países desarrollados aumentó en los últimos años. Y la OMS advierte que eso
se traducirá en incapacidades más altas e índices de mortalidad en los próximos años.
A todo esto, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en
el mundo occidental.
En la Argentina, 46 de cada 100 muertes son consecuencia de estas afecciones. Los factores
de riesgo clásicos son la obesidad, el sedentarismo, el colesterol alto, la hipertensión
y el tabaquismo. Es que los mayores riesgos que enfrenta la gente son las enfermedades
derivadas de la vida sedentaria, los excesos en la comida, el cigarrillo y la artritis
reumática. El cáncer es la segunda causa de muerte de enfermedad en la Argentina. Las
estadísticas dicen que se mueren 130 enfermos de cáncer por día, que se detectan entre
100 y 120 mil nuevos casos por año y que los números tienden a aumentar.
Según la OMS, cerca de dos tercios de todas las muertes por cáncer en todo el mundo se
debieron a sólo cuatro factores: la dieta (estómago, colon/recto, hígado), tabaco
(pulmón), infecciones (linfoma y cérvix) y hormonas (seno).
Violencia doméstica: una epidemia mundial
Fuente: CNN en español, 20/06/00
Por TESY DE BIASE
(SALUTIA) -- El mapa de la salud femenina arde en silencio. Detrás de las estadísticas internacionales que las Naciones Unidas dio a conocer recientemente hay millones de escenas familiares de golpes, maltratos y dolor. "La violencia contra las mujeres y las niñas continúa siendo una epidemia que mata y tortura física, psicológica, sexual y económicamente", define el documento conocido como Pekín 5, declaración final de la Conferencia Mundial sobre la Mujer que se realizó en Estados Unidos. El cuadro está teñido de la peor crueldad, porque los protagonistas son "hombres de confianza, maridos, novios, padres, padrastros, tíos, sobrinos y otros familiares". Todo ello a pesar de la legislación que 44 países, incluidos 12 de América latina, introdujeron para controlar o al menos penar la violencia doméstica.
El horror en númerosUn informe que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó recientemente define a la violencia contra la mujer como "todo acto que dañe física, sexual o mentalmente a la mujer, causándole sufrimiento; la amenaza de esos actos; la coerción y la deprivación arbitraria de la libertad". No importa si la acción es pública o privada. A través de un relevamiento internacional, la OMS denuncia que entre el 10 y el 50 por ciento de las mujeres ha sido físicamente abusado por una pareja en algún momento de su vida. Además, entre el 12 y el 25 por ciento fueron forzadas a mantener relaciones sexuales.
Por su parte, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos y la organización International Child Abuse Network aseguran que 92 por ciento de los casos de violencia familiar son de agresión de un hombre a una mujer, 75 por ciento de las consultas a servicios de urgencia de mujeres golpeadas surgen a raíz de la separación conyugal.
La cifra mundial de incidentes de violencia aumentó un 117 por ciento desde 1983 hasta 1991, el 50 por ciento de las mujeres y niños sin casa están en la calle por una situación de violencia, cada 15 segundos ocurre en el mundo un episodio de violencia doméstica y seis de cada diez parejas viven un cuadro de violencia en algún momento de su vida en común.
La violencia psicológicaLa violencia es la décima causa de muerte entre mujeres de 15 a 44 años. Al desolador panorama se suman los efectos del abuso emocional. "La violencia psicológica está asociada a las mismas consecuencias que tiene para la salud la violencia física cometida por un compañero íntimo", confirma la investigadora estadounidense Ann Coker, de la Universidad de Carolina del Sur. Tras entrevistar a 1152 mujeres la investigadora concluyó que "las mujeres sujetas a abusos psicológicos tenían el doble de probabilidades de experimentar dolores crónicos, infecciones trasmitidas sexualmente, úlceras estomacales, espasmos de colon, infecciones del tracto urinario y migrañas".
Según la especialista argentina en violencia familiar Lilian Milshttnein, "los efectos que produce una situación de abuso psicológico son, en forma general, una marcada baja de autoestima". "En la medida que la estima va disminuyendo, la mujer se vuelve más insegura, comienza a aislarse, a perder grupos de pertenencia, deja de tener vida social y hasta familiar, y también suele perder el trabajo", dijo Milshttnein. "En forma gradual se llega muchas veces a depresiones graves y enfermedades psicosomáticas, desde una gastritis o una úlcera hasta un cáncer", añadió.
Aída Remezar, médica psiquiatra de la Fundación Alicia Moreau de Justo, en Argentina, agrega que "las afecciones más comunes que aparecen como consecuencia de situaciones de violencia psicológica son: las enfermedades autoinmunes, es decir aquellas en las que el organismo reacciona contra sí mismo, como artritis y esclerosis, por ejemplo, los trastornos del sueño y todas aquellas vinculadas con situaciones de estrés: taquicardia, hipertensión y trastornos neuroendócrinos".
Cortar por lo sanoPor su parte Silvina Saa, coordinadora del Equipo de Asistencia a la Víctima de Violencia Conyugal, del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, opina que "es tan nociva la violencia física como la psicológica". En todos los casos, la alternativa es, según Saa, "salir de un ambiente que enferma". Saa asegura que la prevención es indispensable para que los hijos no queden atrapados en un circuito de violencia que también los afecta. "Los hijos van juntando resentimiento y cuando son adultos tienden a ejercer la misma violencia que vivieron; se identifican con el padre o con la madre y repiten ese modelo de víctima o victimario", señaló.
La propuesta concreta consiste en "pedir ayuda, dejar de lado el miedo y la vergüenza y consultar tanto a un equipo de asistencia psicológica como a un abogado que haga respetar el derecho de la mujer a conservar su integridad".
¿Cuál es el verdadero número de genes que
tiene el genoma humano?
Fuente: El Mundo Salud, 10/06/00
MYRIAM LÓPEZ-BLANCO
Hablar de la secuenciación del genoma humano empieza a estar anticuado, porque el famoso borrador con las letras que conforman nuestro Libro de la Vida (así llamaron al genoma en la última reunión anual sobre el genoma de los laboratorios Cold Spring Harbor, en Nueva York, EEUU, celebrada hace unas semanas) está prácticamente terminado.
Ahora falta averiguar cuántas palabras (genes) hay
en ese texto y qué significan. Lo único que se sabe con exactitud es que hay muy pocas.
Menos del 3% de todo el ADN forma parte de los genes, y el resto es ADN basura. El trabajo
para descifrar el código escrito en cada una de nuestras células podría durar varias
décadas durante las cuales apenas se podrán extraer beneficios terapéuticos del genoma.
Mientras tanto, se especula con la cifra de los genes. ¿Cuántos cree usted que tiene el
genoma humano? Según se ha venido repitiendo, entre 80.000 y 100.000, pero la verdad es
que nadie lo sabe. En la conferencia de Cold Spring
Harbor Laboratory éste fue el tema más debatido. Y, en vista de la enorme
variabilidad de respuestas obtenida, se decidió poner en marcha una curiosa apuesta que
se mantendrá abierta hasta el año 2003.
Se puede visitar en: http://www.ensembl.org/genesweep.html
Entre 20.000 y 200.000
De momento, las cifras más altas rondan los 200.000 genes, y las más bajas, apenas
superan los 20.000. ¿Qué relevancia puede tener tener más o menos genes? Según el
último número de Nature Genetics, desde el punto de vista práctico, la importancia de
la cantidad de genes humanos es económica. «Algunas compañías biotecnológicas, como
Incyte o como Human Genome Sciences aseguran que tienen pruebas e insinúan que ya poseen
las secuencias de más de 100.000 genes, para convertir a sus bases de datos privadas en
algo más deseable para los clientes que pagarán por acceder a ellas», dice la revista.
Según el doctor Miguel Pocoví, profesor titular de Bioquímica y Biología Molecular de
la Universidad de Zaragoza , «hay mucho interés
económico en torno al genoma, y todo lo que pueda suponer una noticia sensacionalista
para que las acciones de bolsa suban es bueno para las empresas de biotecnología».
En el mismo ejemplar de Nature Genetics , se
publican tres estudios que arrojan tres cifras distintas del número de genes. Dos de
ellos apoyan un número bajo. El primero, realizado por Brent Ewin y Philip Green de la
Universidad de Washington (EEUU), concluye que hay unos 34.000. El segundo, del equipo de
la doctora Jean Weissenbach, de Genoscope, Francia, estima que son 30.000. En contraste,
un estudio realizado en el Instituto para la Investigación del Genoma, liderado por el
doctor John Quackenbush, concluye que tenemos 120.000.
Éstos son sólo los últimos tres estudios de una larga lista. El motivo de que se
obtengan números tan dispares está relacionado con en el método utilizado para contar
los genes. Hay varios sistemas. Uno de los más utilizados consiste en comparar el ADN del
genoma con unas secuencias llamadas EST (Expressed Tagged Sequences). Las EST son
fragmentos de ADN codificante (o sea, que representan partes de genes) y pueden
sintetizarse fácilmente en el laboratorio.
Bases de datos
Existen enormes bases de datos donde se van recopilando estos trozos de ADN, pero no está
del todo claro si tener una colección de EST es lo mismo que tener entre manos los genes
del genoma. Además, un gen puede generar dos o más tipos de EST, y esto complica
todavía más el proceso de buscar genes a partir de este ADN codificante.
En un editorial, el doctor Samuel Aparicio, del Wellcome Trust Centre for Molecular
Mechanism in Disease, de Cambridge, Reino Unido, analiza cada uno de los métodos
utilizados en los tres nuevos trabajos. Su conclusión es que «estos estudios indican que
no sólo deberíamos revisar nuestras expectativas del número de genes humanos, y esperar
que la cifra real sea más baja, sino que además las bases de datos de EST existentes
seguramente contienen menos del 40% de la fracción del genoma que codifica para
proteínas».
Intrones, un misterio
En 1977, se descubrió que los genes no son continuos sino que llevan unos fragmentos de
ADN insertados que aparentemente no sirven para nada, y que a lo largo del proceso que va
desde el gen hasta la proteína, tienen necesariamente que ser eliminados. En los ochenta,
un grupo de biólogos descubrió que las células tienen un mecanismo de edición de estos
intrones. Primero, la secuencia de ADN, con los intrones, se transcribe a RNA y, más
tarde, un grupo de enzimas los cortan y vuelven a juntar el RNA restante (que forma los
exones). El trabajo se realiza con absoluta precisión.
Hay genes muy parecidos en especies animales muy distintas, por ejemplo, en el ratón y en
el ser humano. A menudo, la principal diferencia entre las diferentes versiones de un gen
es el número de intrones. Es mayor cuanto más arriba esté el animal en la jerarquía
evolutiva. Por ejemplo, hay genes que no tienen intrones en su versión de la levadura,
por ejemplo, y, sin embargo, tienen hasta 50 en la versión del mismo gen que llevan los
seres humanos.
Algoritmos genéticos
Los algoritmos genéticos son sistemas para resolver problemas difíciles. Al igual que
las redes neuronales, ambos tienen orígenes en la biología, aunque son sistemas
informáticos. Se basan en mecanismos de la selección natural y de la genética. Se
pueden aplicar a multitud de problemas, el mercado de valores en la bolsa, el transporte o
los juegos de ordenador, pero tienen una importante utilidad para facilitar la
comprensión de procesos biológicos complejos. Fueron creados por John Holland y sus
colegas de la Universidad de Michigan (EEUU). Utilizan los principios de las especies más
aptas para la supervivencia y los intercambios de información en la población.
50 millones de trozos de ADN
Tener la secuencia completa del genoma humano significaría tener el orden en el que
están dispuestas los 300.000.000.000 pares de bases que lo conforman. La técnica que
emplea la empresa Celera Genomics para secuenciar un genoma consiste en cortarlo en
pedazos muy pequeños. En el caso del humano, han cortado de forma aleatoria unos 50
millones de fragmentos para que las máquinas secuenciadoras puedan analizarlos. Ese
trabajo ya está finalizado. Ahora, los científicos de Celera están ensamblándolos,
superponiendo los trozos en las zonas comunes. Este trabajo se realiza con potentes
ordenadores. El siguiente y definitivo paso a describir el genoma será entenderlo.
Pero, ¿qué es un gen?
Para calcular los genes que hay en un genoma
primero hay que tener claro lo que son. En la reunión de Cold Spring Harbor, en Nueva
York (EEUU), se inició un peculiar debate sobre cuál es la definición de gen y en las
bases de la apuesta figura una definición. El genoma humano está compuesto por 3.000
millones de pares de bases, o nucleótidos, que se representan por sus iniciales A, T, C,
G. Toda esta inmensa molécula está enrollada y comprimida en el interior del núcleo de
cada una de nuestras células, en unidades llamadas cromosomas (23 cromosomas que hemos
heredado del padre y otros 23 de la madre). Sólo el 2-3% de los 3.000 millones de letras
forman los genes, es decir, sólo esa diminuta cantidad de ADN forma palabras con sentido,
capaces de ofrecer información (proteínas). El resto es un texto ininteligible.
Podríamos comparar esta lista inacabable de nucleótidos del genoma con una secuencia de
fotogramas.
Muchos fotogramas enlazados ofrecen una información determinada, que se traduce en una
película cinematográfica. Trasladándolo a la célula, la serie de bases que forma el
gen ofrece también una información, que en este caso es una proteína. En las películas
puede haber pausas publicitarias. En los genes, algo parecido, los intrones. Son
fragmentos de ADN que interrumpen la secuencia y que hay que eliminar para que el gen
cumpla su función, es decir, produzca ARN mensajero y la proteína.
Todo esto se complica todavía más porque los genes sólo se ponen a funcionar en
determinadas condiciones ambientales. Esto hace que, aunque tengamos una dosis completa de
los genes en todas las células, la insulina se produzca sólo en las célula del
páncreas y no en las de la piel, por ejemplo. «La forma de averiguar qué ADN es el que
forma los genes y cuál es el otro ADN, el no codificante, que está en las regiones
intergénicas o en las zonas repetitivas, es obtener todos los RNA de todas las células,
transformarlo en ADN codificante, marcarlo y unirlo al ADN genómico complementario, es
decir a las 3.000.millones de pares de bases, para ver si se une o no», explica el doctor
Miguel Pocoví. «El problema es obtener todos esos ARN de todas las células y en las
condiciones que hagan que se expresen».
Existen bases de datos con fragmentos de ADN codificante de distintas especies animales.
Entre ellas se establecen comparaciones que facilitan mucho el estudio del genoma.