Prostitución: Latinoamérica: Explosión en el Comercio Sexual
Fuente: Tertulia Vol 2 N° II, 09-01-99
Bogotá, 15 de noviembre de 1998 (María Isabel García/IPS/Tertulia).
Las historias de un creciente número de mujeres en
América Latina no son tan diferentes de los primeros párrafos de las fotonovelas que
muchas leen: "Lo conocí en el gimnasio... Todo parecía tan emocionante..."
Pero el fin puede ser otro: lágrimas, confesiones y, a menudo, una demanda judicial. Todo
es parte de una cadena en el tráfico sexual que atrapa cada vez más a muchas mujeres
latinas. Es un fenómeno creciente determinado por las leyes de la oferta y la demanda, en
el cual mujeres dominicanas, colombianas, brasileñas y uruguayas ocupan los primeros
lugares en las estadísticas que ocultan dolorosos dilemas sociales y personales.
El tráfico de mujeres latinoamericanas y caribeñas ha sufrido un "incremento
explosivo", de acuerdo con la Comisión Europea. En Europa, el tráfico sexual
involucra a 200,000 a 500,000 mujeres procedentes a América Latina, África, Asia y
Europa Oriental, señala un estudio conducido en junio de 1996 y citado por la Comisionada
Europea para Justicia e Inmigración, Anita Gradin. Sólo en Holanda, cada año hay
entre 2,000 y 3,000 víctimas más, y muchas de estas mujeres aseguran que fueron
obligadas a ejercer la prostitución por engaño o coerción.
El tráfico de mujeres en Europa representa alrededor de 7 mil millones de dólares por
año, según estimaciones de la Organización Internacional para la Migración (OIM). En
Colombia, el fenómeno del tráfico de drogas está estrechamente relacionado con el
incremento en la prostitución femenina. El anzuelo consiste en "llevar un
paquete", con una recompensa monetaria - supuestamente - de millones, altos riesgos
pero dinero "fácil" y, sobre
todo, rápido.
"Lo conocí en el gimnasio. Ambos hacíamos la misma rutina de ejercicios antes de ir
a clases en la universidad. Todo era tan emocionante. Él parecía genuino y me ofreció
la oportunidad de ir a España para encontrarme con un ex novio", dijo Mariana, una
joven mujer de Bogotá, quien pudo evitar caer en la trampa de la prostitución forzada.
El plan consistía en que Mariana le dijera a su familia que había ganado un boleto
aéreo en una rifa. Todo lo que debía hacer era "llevar algunos documentos, lo cual,
en todo caso, sonaba como una aventura".
"Se lo conté a una amiga pues simplemente no podía ocultarlo, y fue ella quien me
salvó", dijo Mariana. El día antes de que se realizara el viaje, la amiga alertó a
la madre de Mariana, quien buscó ayuda con el fiscal del distrito. Las autoridades
lanzaron una operación que condujo al descubrimiento de una red de "trata de
blancas" en Europa. El destino de Mariana pudo haber sido como el de Patricia, otra
colombiana de 28 años que ha estado ejerciendo la prostitución en Holanda. Patricia
relató algunas historias de su dura vida a las autoras del libro «No pensé que esto
podría ocurrirme a mí» («I Didn't Think This Could Happen to Me»).
"Ya he vivido demasiado, lo he visto todo. Básicamente tuve dos posibilidades, las
únicas que tienen las mujeres colombianas: involucrarme en el tráfico de drogas o
convertirme en prostituta. Opté por lo segundo, y aquí estoy, toda jodida", dijo
Patricia. El libro, escrito por Fanny Polania y Marie-Louise Janssen, es producto de un
minucioso proyecto de investigación sobre el comercio sexual entre América Latina y
Europa, con énfasis en la conexión entre Colombia y Holanda. Rico en testimonios y
fotografías que presentan una amplia visión del problema, el libro --editado por la
Fundación Esperanza-- aborda el asunto desde la perspectiva de las víctimas y los
profesionales, personas de negocios, autoridades y defensoras/es de los derechos humanos.
S. Visser, de la Fundación A. de Graf, aboga en el libro por la despenalización de la prostitución y su incorporación en la legislación laboral. También exhorta a "considerarla como otra rama de la industria sexual". "En cualquier caso, existe un mercado para las mujeres extranjeras en la prostitución. No hay suficientes mujeres en Holanda y en el resto de Europa que estén dispuestas a cubrir la demanda", dijo Visser.
Luego está la historia de Margot Alvarez, una de las mujeres entrevistadas por Polania y Janssen. Alvarez ejerció la prostitución por 11 años, después de los cuales se retiró y empezó a trabajar para una organización que defiende los derechos de las trabajadoras sexuales en Holanda. Alvarez habló sobre la condición de clandestinidad de la mayoría de las prostitutas. "Si mi padre se entera, tendrá un infarto. Aun las mujeres que dejaron la prostitución hace más de 20 años todavía luchan con el problema: vivir con su secreto", dijo.
María Torres, de España, es una trabajadora social que trabaja con el Proyecto de Prostitución en el Centro de Salud de la municipalidad de La Haya, donde se ofrece apoyo a mujeres hispanas. Ella dice que las actitudes hacia las prostitutas que llegan a buscar ayuda deberían ser positivas. "No creo que ellas debieran ser vistas sólo como víctimas. Las mujeres que vienen aquí son muy fuertes. Se han atrevido a empacar sus maletas, así nomás, y a dejar sus países. Estas mujeres no deberían ser tratadas como pobrecitas indefensas", dijo.
Lin Lap-Chew, de Singapur, trabaja como promotora
para la Alianza Global contra el Tráfico de Mujeres. Señala las particularidades
culturales de los grupos de mujeres que ejercen la prostitución en Europa. En su
opinión, no se trata de un problema Norte-Sur (la oferta de materia prima del Sur hacia
el Norte), sino, más bien, de un problema de ricos y pobres en cada región de origen. El
trabajo preventivo es importante en los países de origen de las mujeres, dice Lin,
co-autora de un informe de 1997 de las Naciones Unidas sobre el tema. En este sentido,
dice que la creciente promoción del turismo sexual es un punto de entrada al tráfico de
mujeres. Lin dijo que la publicidad para el turismo sexual empezó en 1982 y, según
un estudio en el que ella participó, en los países de origen de las mujeres el
crecimiento de la prostitución es tan elevado que las agencias de viajes ni siquiera
tuvieron que promover la venta de boletos aéreos.
El turismo sexual fue, precisamente, el tema de una conferencia que se realizó este año
en Kingston, Jamaica, cuyos organizadores fueron el Instituto Latinoamericano para
Servicios Alternativos Legales (ILSA), el Centro de Investigación para la Acción
Femenina y el Departamento de Estudios de la Mujer de la Universidad de Colorado.
Uno de los objetivos de la conferencia, que fue parte de un proyecto denominado
"Turismo y Trabajo Sexual en el Caribe", consistió en sistematizar información
sobre la base de ocho estudios de casos: Jamaica, Guyana, Belice, Barbados, Colombia,
Curazao, la República Dominicana y Surinam. Entre los muchos puntos en común que
emanaron de la comparación de los estudios de casos, Cyndi Mellon, del equipo del ILSA,
destacó la falta de oportunidades económicas y laborales, así como la necesidad de
emigrar a fin de conseguir empleo. También identificó la falta de protección, el abuso
de las autoridades en los países anfitriones, los problemas de salud y el riesgo de
adquirir el VIH/SIDA. Otras causas incluyen las condiciones de explotación e inseguridad
laboral, la discriminación y la falta de oportunidades de una plena participación en la
sociedad civil.
La publicación de la Fundación Esperanza --que
también patrocinó varios talleres regionales este año en Colombia para analizar el tema
del tráfico y la prostitución de mujeres-- y la investigación presentada en la
conferencia en Kingston, así como informes especiales de prensa, revelan que el problema
ha adquirido enormes dimensiones.
A veces, los anuncios con que las redes internacionales de traficantes enganchan a mujeres
ingenuas o ambiciosas son muy atractivos para quienes desean superarse rápidamente, sin
mayor esfuerzo. Algunos anuncios son sutiles e indirectos, como el que apareció en el
diario El País, en Cali, de un centro de reclutamiento para emigrantes: "¿Desea
viajar a cualquier país? Ofrecemos asesoría sobre contratos en Estocolmo, con
alojamiento y alimentación". Otros son directos y nada ambiguos: "Se requiere
personal femenino para acompañar a extranjeros; elevado ingreso". La terminología
varía según el país, pero las consecuencias no son muy diferentes. A menudo, las
fantasías no duran más que el tiempo de vuelo de Bogotá a Frankfurt, o de Santo Domingo
a Madrid.
El retorno es incierto y a menudo improbable. Algunas mujeres intentan recuperar su lugar
en sus familias, pero las frases de aliento que éstas mismas les dan acerca de sus
éxitos en Europa, así como el dinero que han enviado --lo cual parece confirmarlos-- las
mantiene atrapadas en la mentira. Quizás todo el mundo prefiere mirar a otro lado.
Traducción de L. E. Asturias
Versión en inglés: http://www.oneworld.org/ips2/nov98/03_46_010.html