El uso de paco y la segunda exclusión

El uso de paco y la segunda exclusión.

 

Acta Psiquiatrica y Psicológica de America Latina

53(1) 18-22. 2007

 

Hugo A. Míguez

 

Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Conicet – Argentina.

Sede: Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires –SADA-.

 

www.oocities.org/hugomiguez

miguez@ciudad.com.ar.

 

Palabras claves:

Pasta base de cocaína. Exclusión social. Prevalencia. Adicciones.

Resumen

 

En un área de emergencia social del conurbano bonaerense se desarrolló un estudio de prevalencia del uso de “paco” y de sus representaciones sociales. Se halló un 12,2% de la vecindad general con consumo actual. Los usuarios comparan la búsqueda de efectos entre el inyectarse cocaína y fumar paco. Representaciones vinculadas a la ruptura de lealtades mínimas entre el usuario de paco y su propia comunidad determinan un fenómeno de doble exclusión que resta posibilidades de intervención y acentúa la problemática del usuario de paco.

Keywords:

Cocaine base, Social exclusion, Prevalence, Addictions.


 Summary.

A prevalence research study in the use of  " paco" and its social representations was developed in an area of social emergency of the Buenos Aires urban area.

It was found a general consumption of 12.2% between its inhabitants. The users compare the search of effects to smoke ¨ paco ¨, to cocaine injection. There is also a phenomenon of double exclusion that reduces intervention possibilities and accentuates the problematic one of the paco user, determined by the rupture of minimum loyalties between the paco user ant his community.


1. Introducción.

 

A comienzos del 2006 la preocupación social por el uso “paco” se intensificó con la difusión de datos que referían un aumento del 200% de  la prevalencia estudiantil del uso de “paco”. La información, difundida por Sedronar (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico), estaba basada en una encuesta propia, en distintas provincias, sobre el crecimiento porcentual del consumo de pasta base del 0,3% del último mes del 2001 al 0,9% en el 2005.

El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires  disponía en el 2004 estudios de hogares en población de 16 a 26 años en el conurbano, que indicaban una prevalencia actual del consumo de drogas del 8,6% y el de pasta base en el 0,8% Sobre estos antecedentes, el observatorio provincial de SADA puso en marcha, en junio del 2006, un estudio de prevalencia2 del uso de “paco” y de sus representaciones sociales, en un área del conurbano señalada por informantes claves como de alto consumo.

Si bien la naturaleza química del “paco” era hasta cierto punto, incierta dada las mezclas con otros productos en su comercialización, se lo consideró como un producto intermedio en el proceso de extracción de la cocaína,  a partir de las hojas de coca (Erythroxylon coca) maceradas con ácido sulfúrico y otros productos químicos. Este proceso que da lugar, según la literatura especializada, a la pasta base, daría como resultado una sustancia que puede llegar a presentar, según el lugar de comercialización,  de un 40 a 85% de sulfato de cocaína.

Se calculó que el “paco” surge en un momento de este proceso (pudiendo adicionar otras impurezas) y es consumido por la vía pulmonar (fumado) con una llegada muy rápida, tanto de sus efectos como de la duración de los mismos, creando dependencia en el corto plazo.

Los datos de 1998 y 2004 así como la información que circulaba desde los medios insistía especialmente en el uso de “paco” en los sectores de extrema pobreza. Así las cosas se seleccionó una zona del conurbano bonaerense de condiciones paupérrimas, donde habían surgido diferentes grupos que atendían  reivindicaciones locales. Entre estos, algunos estaban integrados con padres y madres del lugar que procuraban ayudar a los jóvenes con problemas de uso de “paco”.

 

2. Aspectos metodológicos

La población del área en cuestión se estimó aproximadamente en unos 50.000 habitantes. A partir de informantes claves, pacientes de los programas de la Subsecretaría de Atención a las Adicciones, se seleccionó el área que era señalada con mayor problemática de consumo de paco con un total de 700 hogares, y una población estimada en unos 3.000 habitantes. La participación en el equipo de investigación, de personas de la zona y de observadores con experiencia en zonas similares hizo posible la identificación de pasajes, viviendas y hogares hasta concluir en la ubicación de cinco conglomerados habitacionales, asimilables a “manzanas”, dentro de las cuales se realizó la selección aleatoria de las viviendas y de los 290 casos que integraron la muestra.

Durante los meses de mayo a junio se llevó adelante el trabajo de campo (observación y entrevistas)  y sus resultados fueron difundidos en agosto del 2006 por la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires –SADA-. El estudio de prevalencia de sustancias ilícitas del 2006 indicó al 13,8 % de los vecinos del lugar como consumidores actuales. En el mismo grupo de vecinos el uso actual de paco alcanzó al 12,2% del total de esa población y, cuando se refiere a los varones de 14 a 30 años,  abarcó al 47,9% de este grupo.

 

3. El sistema de representaciones sociales sobre el paco

Una representación colectiva es una forma de construcción de la realidad y, en esta medida, es el precipitado de un momento social. La representación social del  paco ubicado dentro de la pobreza y, posteriormente, el intento de sostenerlo como un consumo de los sectores medios mostró no solo un cambio de visión sino, también, una forma de explicitar las prioridades que reciben diferentes grupos para su atención. (La extensión del uso de paco a los sectores medios no ha sido demostrada epidemiológicamente hasta el momento).

En el caso de los sectores de extrema pobreza, donde se localizaba con mayor fuerza el problema, de acuerdo a estudios del 2004,  la exploración del imaginario colectivo incluyó la percepción del “paquero” como alguien sin retorno y la del problema como un círculo vicioso sin salida,  ejemplificado en el ouróboro de la antigüedad ilustrado por la serpiente que devora su cola.

El imaginario colectivo que define el problema es también resultado de las interacciones diarias con la comunidad. De manera que el material recogido sobre el usuario de paco recortó ese instante de transacción, entre las representaciones sociales de una comunidad del conurbano en un momento determinado y las determinaciones de los propios paqueros sobre el conjunto comunitario.

 

 

 

 

 

 

3.1. “La droga de los pobres”

 

El uso de paco era reciente en los casos entrevistados, en su mayoría consumidores de otras drogas ilícitas: cocaína, marihuana e inhalación de pegamentos. Su iniciación en el paco fue atribuida a su costo mucho menor que las otras drogas y, a la vez, a la creencia de obtener efectos más intensos. Su precio (de 25 a 50 centavos de dólar la unidad) impulsó desde los medios la  denominación de “la droga de los pobres” y la referencia periodística señaló que su consumo originaba “estragos en las zonas marginales de la Capital y en el conurbano bonaerense” .

El paco como “droga de los pobres” encontró expresión estadística en las tasas de consumo de la población de varones de 14 a 30 años de la zona estudiada donde, su participación en el consumo, alcanzó casi a la mitad de ellos. Sin embargo los usuarios cuando referían a los costos reales del uso de paco sostuvieron que, al final, el consumo significaba un costo mucho mayor dado la necesidad imperiosa de repetirlo. 

 

No… ¡No es económico…!, porque es un peso cada cinco minutos, cada siete minutos, más no dura el efecto, …. al toque necesitás más. Pibes más grandes que se picaron me decían que es como picarse merca (inyectarse cocaína)…Es parecido a la merca, pero más rápido, subís muy rápido, instantáneo apenas fumás una pitada te pone arriba, te zumba la cabeza, los oídos… sentís que te elevás, pero de un golpe, y enseguida querés otra vez porque es cortito el mambo…

 

La referencia al tipo de sensaciones, la rapidez e intensidad del efecto y la escasa duración de los mismos, son relatos comunes entre los usuarios de paco y los del uso inyectado de cocaína. Ambos usos coinciden en dirigirse a obtener una sensación de flash que sintetiza un conjunto de efectos fuertísimos en uno solo. La “locura del flash” es un experiencia que une ideas paranoides, de ser descubierto y perseguido, y al mismo tiempo de gran excitación y placer. De esta forma la “droga de los pobres” en algunos casos, fue un equivalente del “picarse merca” al precio de un paco.

 

Diversos grupos fueron movilizados por la inquietud que despertó la relación del paco con la exclusión social. Por un lado, porque los sectores medios vincularon la explosividad social con la farmacológica. Los estudios realizados desde la Subsecretaría de Atención a las Adicciones en llamados a las líneas telefónicas de ayuda mostraron una importante progresión del delito en los consumidores de pasta base comparada con consumidores de otras drogas. Por otro lado, por las referencias desde los propios jóvenes paqueros, que descubrían la instalación de una nueva y más rápida compulsividad hacia el consumo.

Grupos de cantantes reconocidos de “música villera” (supuesta expresión cultural de jóvenes en situación de pobreza) grabaron y difundieron mensajes preventivos tales como “El paco te mata”. Mientras, paradójicamente, mantuvieron en sus recitales canciones de apología al descontrol con el alcohol, con la marihuana y con la cocaína. El imaginario colectivo ubicó en el paco, con grafittis representando calaveras y tibias cruzadas, la peligrosidad y el riesgo de muerte que habitualmente minimizaba en otras sustancias adictivas. De esta forma la representación del riesgo no recayó en el drogarse sino en la sustancia utilizada para hacerlo. Unas sustancias matan, otras no.

 

 

3.2. “El muerto-vivo”.

La representación social del usuario de paco como alguien sin retorno, fue el “muerto-vivo” y fue argumentado sobre la base del absoluto abandono de si mismos.

 

(se los llama así por) El aspecto… de la persona, como esta vestido … en que está muy sucio, yo los veo por mi casa a la noche, es un desfile, pum, pum, pum, … parecen muertos vivos en serio, les falta caminar así nada mas [extiende los brazos hacia delante]. … sucios, no se cuidan, dejados totalmente].

 

En pocas semanas se les empiezan a notar las costillas y los ojos se les hunden en unas cuencas grandes y cenicientas. Es como si en lugar de chupar el humo por ese caño, el caño succionara todo lo que hay entre los huesos y la piel.]




 

Este abandono, en la representación social de la mujer paquera,  fue referido como una entrega incondicional por un paco. El sometimiento a prácticas humillantes de prostitución al precio de monedas caracterizaba a la “paquera” y la convertía, en el relato de los entrevistados,  en objeto de desprecio sexual. En las entrevistas con  “transas” o vendedores de paco estos se ufanaron precisamente de estas situaciones de degradación de sus clientes (“los pibitos”) como forma de exhibir el dominio social que tenían.

 

A fines de la década de los setenta en el Perú, Almeida mencionó como consecuencia psicológica del patrón de uso de la pasta base el “síndrome de psicopatización secundaria”, caracterizado entre otros, por el deterioro de lazos afectivos, la hostilidad y el comportamiento delictivo hacia la familia.  Años después, los estudios en el conurbano bonaerense señalaron estas conductas, similares o agravadas,  en la población usuaria de paco y, también, los costos sociales de las mismas.

La fuerte conflictiva comunitaria que despertaron las prácticas del paquero en su propia comunidad determinó en muchos casos el  marginamiento de sus grupos cercanos y este, probablemente, haya sido el costo más alto de su consumo.

Las razones de este proceso de exclusión temporal y, a veces, definitivo encontró explicación en una representación que tiene como base a las urgencias que despierta el paco. La vecindad entiende que, más que con otras sustancias, el uso del paco estaba relacionado con el hurto de las pocas cosas valiosas de la casa para la obtención de dinero con el que comprar más. El paquero rompe el contrato social con su comunidad y en esa medida es vivido como una amenaza. Es, en la descripción de sus vecinos,  “el que se roba la soga” aludiendo con esto al robo de la ropa tendida en las casas de su propio barrio.

Lo cierto es que de a poco, la exclusión ahora de su propio grupo, lo lleva a la escogencia de otras amistades, hábitos y lugares que ayudarán a la construcción de un mundo que lo confirma en la representación social de “paquero”, es decir, alguien sin lealtades dentro de su propia comunidad.

 

“Los paqueros se mandan presos entre ellos…Si le roban a alguno en el barrio, el dueño sale a buscar quién le afanó y los pibes (paqueros)  le dicen: si me das tres pesos te digo quién fue...”

 

De esta forma, la representación social del consumidor de paco lo constituye en un  “doble excluido” porque, no sólo forma parte de una situación de pobreza estructural que lo aísla socialmente, sino, además, porque se lo percibe como alguien desleal con el cual se cree que es necesario poner una distancia protectora separándolo de su familia, su grupo y sus vecinos.

Finalmente la distancia con los pares, el descontrol de su necesidad y el estado de abandono de si mismo hace la diferencia con otras drogas ilícitas. La familia y la comunidad registran que el paquero ha pasado a pertenecer a un mundo que la sustituye.

 


Consideraciones finales

 

A fines de la década de los 70 Fidel de La Garza introdujo el concepto de la doble marginalidad para caracterizar la situación de los niños inhaladores de pegamentos en las barriadas marginales de la ciudad de Monterrey en México. “A mayor marginalidad, mayor es la farmacodependencia, y a mayor inhalación, más intensa es la respuesta de la familia y de la comunidad con conductas represivas. Trágico círculo donde la serpiente se muerde la cola”. Años más tarde, en Bolivia, Roth planteaba asimismo un doble marginamiento del consumidor de drogas: “uno que lo condena a una subsistencia limitada en el ámbito social y económico; y otro que lo priva de la aceptación familiar.”

Lo cierto es que en el conurbano bonaerense la “segunda exclusión” representa un encadenamiento de situaciones donde, a mayor profundidad del rechazo se produce una mayor inmersión en el uso del paco y, finalmente, en la adopción de una representación de si mismo como paquero.

Los consumidores de paco, excluidos dentro de los excluidos, configuran una situación extrema desde la cual es especialmente difícil acceder a una ayuda tanto por la compulsividad del consumo como por el deterioro progresivo de sus vínculos en su propio grupo social.

Frente a esta representación cobran especial importancia los programas públicos porque, como un último puente, pueden poner en entredicho la representación de “paquero perdido” cuyo fatalismo presupone que cualquier ayuda es inútil. Abrir una puerta cuando el resto la cierra es una respuesta institucional que marca la diferencia entre la resignación y el auxilio y, de esta manera, la representación de la serpiente mordiendo su cola halla aquello que la contradice. Cuando las prioridades, en estos temas,  se concentran en ayudar al joven y a la comunidad a superar la estigmatización de la segunda exclusión (ser excluido por paquero) puede evitarse que el desgranamiento comunitario sabotee los esfuerzos por encontrar las salidas de la primera (ser excluido por ser pobre).

Referencias

[1][1][1][Sedronar (2005). Segunda Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media. 2005. p.p. 143-148

 

2 SADA- Subsecretaría de Asistencia a las Adicciones del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires – BID. Banco Interamericano de Desarrollo (2004). Encuesta Provincial sobre Adicciones.

 

3 SADA- Subsecretaría de Asistencia a las Adicciones. Observatorio sobre uso de sustancias psicoactivas (2006) Estudio de pasta base en una villa de emergencia del conurbano bonaerense.

 

4 Lizasoain,I & Moro,M.A. (2003).Drogodependencias. E. Médica Panamericana. 2°Ed. España.p.164

 

5 Míguez H. (1997). Cocaína, pobreza y nueva pobreza. Acta psiquiát. Psicol Am. lat. 43(3) 231-236

 

6 SADA-BID. (2004) Op.cit.

 

7 SADA (2006). Op.cit.

 

8 Jodelet, d. (1984) Représentation sociales : phénomenes, concept et théorie, in S. Moscovici, Psychologie sociale. París : P.U.F.

 

9Alarcón,C, (2006) El Paco en la clase media es invisible. sobre informes de Rangugni, V. Rossi, D. Corda,A. Asociación Intercambios. en Web. CONACE. www.conacedrogas.cl/inicio/noti_titular.php?id=1857

 

10 Sagasti,R. (2006) En los Dominios del Paco. Periódico La Nación 19/02/06.  Web. www.lanacion.com.ar/781887

 

11 Míguez, H. (2006) Consulta por uso de drogas. Acta Psiquiát Psicol. Am lat., 52(2)

 

12 Di Meo,A. en estudio SADA (2006). Op. Cit.

 

13 Ibid.

 

14 Almeida,M.(1978) Contribución al estudio de la historia natural de la dependencia a la pasta básica de cocaína. Revista de Neuropsiquiatría, 41:44-55.

 

15 De la Garza, F., Mediola, I.,Rábago. (1979) Adolescencia Marginal e inhalantes. Trillas. p.104

 

16 Roth, E. Urquidi, E. Borth, R. Quiroga, S. Montes, R. Rivero, N. (1987) Características del consumo de pasta de cocaína, el caso boliviano. Centro Interdisciplinario de Estudios Comunitarios . CIEC. La Paz. Bolivia.; pp 34-36.