Abuso de sustancias psicoactivas:
sobre la prevención
Hugo
A. Míguez
En prensa Acta Psiquiatrica y
Psicológica de América Latina
Dr. en Psicología. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. - Conicet –
Sede: Subsecretaría
de Atención a las Adicciones de
Palabras Claves :
Prevención. Cultura. Sustancias Psicoactivas.
Adicciones
Resumen
El uso de sustancias psicoactivas es analizado como resultante de un
campo de fuerzas definidas como disponibilidad, tolerancia y vulnerabilidad social.
Este conjunto conforma una pirámide
epidemiológica en cuyo ápice se encuentra la adicción. El diseño de una acción
preventiva es planteada atendiendo a segmentos representados en la prevención primaria, secundaria y terciaria.
Se considera que un marco preventivo requiere
atender sistemáticamente problemas de naturaleza y alcance diferentes. Esto
incluye desde la conceptualización a nivel de las poblaciones no involucradas
en el consumo hasta la definición de cuál es el eje por donde debe pasar la resocialización de los pacientes
dependientes.
Keys words
Prevention. Culture. Psychoactive Substances.
Addictions.
Summary
The use of psychoactive substances is analyzed as the result of a field
of forces defined as availability, tolerance and social vulnerability. This set
conforms an epidemiologic pyramid where addiction is the apex. The design of any preventive action is planned having the
segments represented in the Primaria, Secundaria and Terciaria prevention in
mind. It is considered that any preventive frame requires sistematic attention
to problems of different nature and scope. This includes problems that range
from conceptualization referring to the populations not involved, to
definitions pertaining to the axis from where resocialization of dependent
patients must be discussed. to definitions pertaining to the axis that
resocialization of dependent patients must go through.
Introducción
Estas reflexiones toman como punto de partida el supuesto de que el
comportamiento de uso de sustancias psicoactivas es ante todo un comportamiento
social8 y de que, además,
puede ser descrito y analizado como resultante de fuerzas11 ligadas
con la exposición a una situación y a la
vulnerabilidad de personas y grupos frente a la misma.
La interacción de estas fuerzas da lugar a la emergencia de diferentes modelos de relación con el tema que se muestran en un
continuo que abarca desde las representaciones
del consumo hasta la adicción. Los
estudios epidemiológicos muestran diferentes proporciones para cada una de
estas formas de relación que no solamente indican el riesgo en el consumidor
sino, también, en aquel que participa de un imaginario social que naturaliza o
legitima el abuso. Estas diferencias,
tanto de magnitud como de naturaleza del problema, conforman gráficamente una pirámide
epidemiológica cuyo ápice, visible para la percepción social, coincide con los
trastornos de la adicción o dependencia.
Por diferentes razones que van desde lo doloroso de reconocer la
existencia del problema hasta los intereses
económicos por las prestaciones que origina, el conjunto social tiende a
focalizar la atención en la dependencia o “adicción” y a reducir el fenómeno a este
segmento. La imagen del iceberg o témpano que lleva la mayor parte de su
volumen oculta, es una metáfora que ilustra la invisibilidad de
una parte de este fenómeno dentro de la cultura y la ubicación de la alarma en sus
aspectos más obvios. De acuerdo a esta
metáfora, utilizada en desarrollos anteriores9, se optó por analizar las estrategias preventivas desde el modelo de
la prevención primaria, secundaria y terciaria7 en función de la naturaleza
distinta que representa cada segmento que recorren desde los niveles menos visibles a los más
identificados socialmente.
Exposición y
vulnerabilidad.
El concepto de exposición define, para un tiempo determinado, las
condiciones que están pautadas socialmente en relación con el uso de sustancias psicoactivas dentro de un entorno
físico y cultural específico. Estas condiciones tienen un amplio margen de
independencia de la voluntad de personas que se hallan sujetas a una
convivencia, no necesariamente elegida, con las sustancias psicoactivas y sus
representaciones.
A fines de este análisis se considera a
En la sociedad consumista o regida por las leyes del mercado es frecuente que la promoción del consumo de sustancias psicoactivas se haga asociado a estilos de vida basados en el hedonismo, la inmediatez y la liviandad. De esta forma el consumo es publicitado como reacciones esperables e, incluso, necesarias para el desempeño social exitoso.
La presión mediática transcurre en un contexto en el que los recursos
socioeducativos con los que se forma la niñez en la actualidad ya no son los de
una modernidad que ponía su esperanza en el progreso y el futuro. El “declive
de las instituciones”5 alcanza
a la escuela y ante la fragilidad del dispositivo
pedagógico el mensaje comercial, por vía de los medios de comunicación masiva, es
formador de una nueva subjetividad y,
también, de una nueva vulnerabilidad.
La incorporación de las sustancias
psicoactivas en el marco de estilos vida “glamorosos” es justificada
publicitariamente, dentro de una estrategia mimética, como una decisión tomada
por arbitrio propio y ajena a otros determinantes. “El poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte
importante de sí mismo” (Foucault, 1980)6.
El poder de influenciar que tiene el mensaje comercial es garantizado cuando
se ofrece para la venta de productos, paradójicamente no es reconocida esta
capacidad cuando la sociedad pide cuentas acerca de las necesidades que se han
introducido en la audiencias a las que se dirigen. En este caso su papel es relativizado como una
decisión entre otras, sosteniendo la posibilidad de elegir con “libre albedrío” frente a diferentes
posibilidades. Sin embargo, lo cierto es que las elecciones se toman dentro de un
abanico establecido de antemano. La apelación a la libertad omite señalar la predeterminación de
alternativas dentro de la que se realiza la elección. Un ejercicio
convenientemente dispuesto en el marco de una “libertad dentro de la jaula”2.
La vulnerabilidad, finalmente, se expresa en este caso como la adopción de los
sueños de los otros como propios.
¿Quién
sueña estos sueños? La cultura sueña, somos soñados por los íconos de la
cultura. Somos libremente soñados por las tapas de las revistas, los afiches,
la publicidad, la moda. (Sarlo, 1994 ) 13.
Así las cosas, el hombre actual, en un ambiente
que no es neutro en materia de uso de sustancias psicoactivas, define sus
prácticas según la suficiencia (o insuficiencia) de los recursos
personales y colectivos con que cuenta
para poder confrontar la tolerancia y la penetración de la disponibilidad
en los espacios comunitarios.
Los niveles
de
La legitimación de creencias, funcionales con un vínculo de riesgo con
las sustancias psicoactivas, organiza diferentes módulos de problemas. A la
prevención, por tanto, le corresponde abordar el abanico de condiciones y, a la
par, ponderar para cada uno de ellos una acción acorde con su magnitud
epidemiológica y con su urgencia de atención. Es decir, el diseño de la
prevención implica un plan de anticipación,
sistemática, que atienda la complejidad del fenómeno. La idea de un plan
con estas características llevó aquí a adoptar un modelo clasificatorio que
tiene la utilidad práctica de sistematizar tres niveles posibles de prevención:
la prevención primaria, secundaria y terciaria.
Prevención
Primaria
La llegada del postmodernismo trajo
consigo el cambio de los postulados que sostenían un camino histórico hacia el
progreso y la igualdad entre los
hombres. Hoy, el malestar de la cultura parece expresarse por el individualismo
extremo y la crisis del deber ser. La monetarización de la existencia tiende a
promover que “uno es lo que consume” y las reglas apuntan a la satisfacción inmediata. El desplazamiento
de “la promesa del Estado por la promesa del mercado”
Es decir que, la cultura actual no solo cuenta con una fuente inagotable de estímulos para jóvenes inundados mediaticamente por productos que prometen” la felicidad” y “el bienestar” sino que, en la inequidad para su acceso, se arman también las alternativas de escape a su privación.
La “leche negra” descrita
por el poema de Paul Celan alcanza a los
niños excluidos del consumo, en una sociedad de “compro luego existo” 1. Las alternativas apuntan al refugio en la virtualidad de los nuevos mundos
digitales. La fuerza del conflicto, atizada en el desamparo y la violencia
familiar de un personaje contemporáneo
como Harry Potter, solo halla salida por el escape mágico a otro mundo12. La problemática de “la droga antes de la
droga” tiene que ver en
En el siglo XX, la cultura emergente de la guerra y la pobreza, hizo del esfuerzo y el trabajo el eje de narrativas que transmitían parte de un legado basado en la resiliencia y en las formas de enfrentar a la adversidad. El diario de Ana Frank o la búsqueda desde los Apeninos a los Andes de Marco Rossi fueron muestra de una herencia cultural en la que la vida transcurrió con la creencia que uno debía y podía mirar de frente las dificultades.
Fueron las historias del pasado.
Hoy, desde
En
La prevención primaria requiere el
rescate de una cultura narrativa más vinculada a la historia resiliente de Ana
o la de los niños inmigrantes en
La prevención para la niñez que no está aún en la conducta del consumo de sustancias psicoactivas, pero participa del mercado consumista, tiene que ver con una expresión local e histórica que confronte el relato escapista y desde ese lugar pueda ser un integrador conceptual de la estrategia preventiva.
La prevención desde la cultura necesita, hoy, no un cuento escapista
más, sino un relato ético sobre el enfrentamiento de la adversidad.
Prevención
Secundaria
Los grupos de abuso de sustancias
definen el alcance de la prevención secundaria. Un abuso definido según la
situación, la dosis, la frecuencia u otras condiciones que implican el riesgo
de daño sobre si mismo o a terceros. La
cultura consumista, que reacciona con
alarma en este terreno actúa, sin embargo, en complicidad con estos riesgos al exaltar
desde los sustancias el armado de una ficción emocional acorde a los
códigos del consumismo.
La
farmacologización del malestar en la vida cotidiana no atiende sus causas pero recomienda
el silenciamiento de las sensaciones y emociones ligadas a la calidad de la
vida de las personas. El cansancio, la
angustia, el miedo o el displacer en general10
integra el mundo de lo que debe ser disuelto más allá de que el fenómeno que lo
determina quede intacto. De esta forma la
vulnerabilidad para enfrentar los obstáculos que presenta
el mundo externo consolida la vía del escape y la confrontación pasa a ser una actitud políticamente incorrecta.
Sociedades emocionalmente inmaduras, incapaces para experimentar las tribulaciones de la vida, organizan “burbujas” publicitarias donde nadie crece, envejece o muere. El síndrome de Peter Pan se extiende apoyado en la ilusión farmacológica de acabar con inseguridades y certezas angustiantes. Los encuentros plenos entre las personas son difíciles dentro de culturas urbanas cada vez más rápidas y efímeras. Las sustancias psicoactivas intermedian el contacto humano actuando como una emocionalidad protésica que “protege” del involucramiento directo, incluso en la relación más íntima y personal.
Por otra parte la lógica publicitaria de los valores anudados
comercialmente al consumo de objetos y, a su vez, de los castigos sociales por
no tenerlos, promueve también los escapes para sobrevivir. En este proceso de
comunicación comercial se involucran dos procesos: la naturalización de las
sustancias psicoactivas como objeto que completa el vacío y el modelaje de la
forma como la persona debe vincularse con ellas.
La naturalización de las sustancias psicoactivas en el completamiento personal
es un material largamente trabajado desde el mercadeo de las bebidas
alcohóllicas y el tabaco. Más recientemente desde las campañas de medicación
analgésica. La introducción juvenil exitosa en el mundo de la fiesta, el
rendimiento suplementario de un empleado que hace horas extras o el baile
incansable en una “rave” se acepta que
deviene del uso de las sustancias que calman o estimulan o despegan. El consumo
es parte del dispositivo social establecido.
Frente a esta naturalización de recursos para la alteración del estado
de ánimo, el comportamiento o la percepción, el placer de la emocionalidad genuina
resultante de la consciencia es retirado
del escenario de las cosas posibles. El mensaje naturaliza la idea de un placer
construido a partir de un objeto no desde un sujeto.
La confrontación a una normativa comunicacional que define valores y significados sociales a partir de la adquisición de productos comerciales no es fácil desde ninguna etapa de la vida. Se requiere descifrar las falsas señales de avance de aquellas que, paradójicamente, muestran hacia adelante solo el camino de regreso. Las presiones que ejercen las sustancias como las bebidas alcohólicas, el tabaco y las drogas ilegales, requieren ser contestadas desde un pensamiento crítico y una maduración emocional que haga posible, incluso, ser un disidente.
La capacidad que las personas hayan adquirido para cuestionar la presión social del consumo y para comprender, contener y manejar libremente las emociones que despierta la vida cotidiana es una tarea en la que participan múltiples instituciones del campo público y privado. Pero, en el campo de la niñez y de la juventud, el papel de los padres en este proceso es intransferible. Fortalecer a los niños, niñas y jóvenes en habilidades que le permitan desarrollar una mayor capacidad crítica frente a la comunicación social y una mejor comprensión y aceptación de las emociones que despierta el desarrollo es responsabilidad del vínculo de los padres y madres con sus hijos. Las instituciones de la comunidad solo pueden apoyarlo, no sustituirlo.
Prevención
Terciaria
La dependencia o adicción es un
problema expresado a partir de una nueva unidad, la del sujeto con la sustancia. La percepción de insuficiencia frente
a la realidad externa, toma el lugar del sujeto pasando del “completamiento”
ocasional a la sustitución. La subjetividad
incluye las urgencias del objeto y el
sometimiento de la persona a esta condición. Ahora, como subjetividad de la dependencia, las vivencias de la vida
cotidiana expresadas como emociones y sentimientos son sustituidas por la acción de la droga que
actúa construyendo temporariamente las representaciones del bienestar.
Frente a esta problemática la membrana social, en algunos casos, actúa
como un límite endeble y permeable. La “egosintonía”
cultural que puede resultar entre el uso de drogas y la comunidad es un
problema de la prevención que incluye a
sus tres niveles, expresándose con máxima crudeza en éste último.
La banalización de los problemas que introducen las drogas legales y los
modelos de consumo como “parte de una cultura”, la desestimación del uso
de marihuana y otras drogas ilícitas como “una transgresión recreativa” o
“parte de un ceremonial de diversión” y la actitud fatalista frente al
usuario de drogas pueden representar una escalada que termina en la aceptación
resignada del uso de las sustancias adictivas como “otro estilo de vida más
con un consumo diferente”. Un estilo donde la experiencia del goce, desde una consciencia sin
alteraciones farmacológicas constituye, cuando menos, una rareza. Un estilo
donde la experiencia de la privación, es una amenaza permanente.
El objeto de la prevención en este nivel tiene relación con interrumpir
la la fusión cada vez más indisoluble
con la droga y, por consiguiente, con el avance de costos gravísimos en los
vínculos sociales y sobre la salud física y psíquica. Se trata desde
Las políticas públicas que toman como prioridad la cesación del consumo,
han partido de la definición de un regreso social solo posible mediante un alto compromiso vecinal. De esta
manera los esfuerzos preventivos, ligados a evitar el empeoramiento de las
condiciones del adicto, se reorientan a la habilitación efectiva de canales
comunitarios. La capacitación de las organizaciones comunitarias implica una estrategia
de resocialización que pone del “lado de afuera” de la membrana social
la cultura de la adicción y “del lado de adentro” el adicto, no a la
inversa. De esta forma la población “diana”
de
Bibliografía
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2 Beck, H.) Hijos de
3 Bettelheim, B. Psicoanálisis de los cuentos de hadas.Biblioteca de Bolsillo. 8° edición. Barcelona. 2007.
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12 Rowling J.KHarry Potter y la piedra filosofal Barcelona: Salamandra . 2001.
13 Sarlo, B. Escenas de la vida posmoderna.
Intelectuales, arte y videocultura en
14Duschatzky,S. Corea,C. (2004) Op.cit.
15 Tardivo, L.
Asociación Argentina para