20° DOMINGO ORDINARIO
CICLO C

 

Primera lectura: Jer 38, 4-6. 8-10

"Y dijeron aquellos jefes al rey: Ea, hágase morir a ese hombre, porque con eso desmoraliza a los guerreros que quedan en esta ciudad y a toda la plebe, diciéndoles tales cosas. Porque este hombre no procura en absoluto el bien del pueblo, sino su daño. Dijo el rey Sedecías: Ahí le tienen en sus manos, pues nada podría el rey contra ustedes. Ellos se apoderaron de Jeremías, y lo echaron a la cisterna de Malkiyías, hijo del rey, que había en el patio de la guardia, descolgando a Jeremías con sogas. En el pozo no había agua, sino fango, y Jeremías se hundió en el fango.
Salió Ébed Mélek de la casa del rey, y habló al rey en estos términos: Oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han hechos con el profeta Jeremías, arrojándole a la cisterna. Total lo mismo se iba a morir de hambre, pues no quedan ya víveres en la ciudad. Entonces ordenó el rey a Ébed Mélek el kusita: Toma tú mismo de aquí treinta hombres, y subes al profeta Jeremías del pozo antes de que muera".

 

LA HISTORIA

Los caldeos habían ya hecho una deportación de judíos a Babilonia el 597 a. C., se habían llevado al rey Joaquín y lo tenían en la cárcel. Nabucodonosor había puesto como rey en Israel a Sedecías. Algunos "porofetas" encendieron la chispa de la rebelión contra Babilonia y Nabucodonosor, el rey, hizo algunas ejecuciones (Jer 29, 21-23). Entre 594-593, se reunieron en Jerusalén algunos embajadores de Edom, Moab, Ammón, Tiro y Sidón, para sacudirse el yugo caldeo; los profetas apoyaban ese movimiento, excepto Jeremías, quien predicaba que la única manera de salvar la vida era la rendición.
Cuando los judíos, encabezados por Sedecías decidieron rebelarse, Edom apoyó a Babilonia. En el 588 inició Babilonia el cerco de Jerusalén; en julio de 587 Sedecías es capturado, cegado, condenado a cadena perpetua y muertos sus hijos ante él. En junio, Nebuzaradán, jefe del ejército, quema Jerusalén.

 

EL CONTEXTO

En Jer 37, 3-10, se nos narra cómo Sedecías consultó a Jeremías cuando el rey Nabucodonosor interrumpió el asedio el 588. En Jer 37, 11-21, Jeremías es arrestado y de nuevo consultado por Sedecías, quien lo saca de la prisión y le asegura el sostenimiento. En Jer 38, 1-3 se recuerdan las palabras de Jeremías respecto del sitio: "Quien se quede en la ciudad, morirá de espada, de hambre y de peste, mas el que se entregue a los caldeos vivirá, y eso saldrá ganando".
Después de nuestro texto, en Jer 38, 10-13, el rey manda a Ébed Mélek a que saque a Jeremías de la fosa, así lo hace, y vuelve él al patio de la guardia. En Jer 38, 14-28 se nos relata la última entrevista de Sedecías con el profeta.

 

EL SENTIDO

Los acusadores de Jeremías tenían toda la razón política: Jeremías desmoralizaba al pueblo y a los soldados. En realidad, los caldeos solo se habían retirado de Jerusalén para enfrentar a los egipcios; pero de un momento a otro volverían al sitio de la ciudad. El rey (v. 5) se mostró, un a vez más, falto de carácter, reconociendo que no podría, aunque quisiera, oponerse a su voluntad. En realidad, su misma autoridad estaba minada desde que fue puesto por los caldeos y no tenía a los principales en la ciudad, pues habían sido desterrados. La situación de Jeremías era muy mala, estaba destinado a morir de hambre, pero no era peor que la de los judíos, pues los caldeos tenían cercada la ciudad. Cuando arreció el sitio, se dieron las escenas más increíbles entre la población: hubo quienes se comían a los que morían de hambre e incluso se mataban unos a otros para devorarse. En el patio de la guardia, Jeremías tenía una situación privilegiada puesto que podía comer y estaba en el último reducto al que podrían entrar los sitiadores.

 

 

EVANGELIO: Lc 12, 49-53

"He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
¿Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, se lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos: tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

 

LA HISTORIA

En esta perícopa se puede traslucir la situación de la comunidad lucana: los cristianos, como su fundador, son perseguidos por los romanos y por los judíos; los que aceptan la fe corren peligro constantemente, no solo físico, sino el de la separación de la familia. Situación que no debió ser muy rara en los tres primeros siglos de nuestra era.

 

EL CONTEXTO

La lectura del domingo pasado abarcaba Lc 12, 35-48, que se puede resumir en la espera diligente del Señor. En los versos de la lectura de hoy, Jesús muestra que la opción por él puede traer muchas incomodidades y es, de hecho, un estado en el que es preciso estar siempre en lucha. En Lc 12, 54-13, 9 Jesús habla de las señales de los tiempos que los judíos tienen obligación de interpretar, y de que es urgente decidirse respecto a él. Es muy posible que Lucas, en nuestra sección, lo que haya buscado sea, precisamente, preparar esa sección.

 

EL SENTIDO

El fuego que Jesús vino a arrojar, puede entenderse como el Espíritu Santo (Mt 3, 11), que se entregaría en el momento de la cruz, tal como lo sugiere el verso 50, o en Pentecostés. Los versículos 51-53 sugieren que ese fuego es la guerra espiritual, suscitada por las enseñanzas y la vida de Jesús. Esa "guerra", no se contrapone a la paz de que tanto habla Lucas, la paz mesiánica es espiritual y corresponde a la armonía de las intenciones propias con las de Dios, la guerra que aquí Jesús está ansioso de desatar es la que incomoda a los que no quieren buscar la verdad.
La división entre las familias era una imagen común para el fin de los tiempos: Mi 7, 6; Ag 2, 22; Ml 3, 24.


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