25° DOMINGO ORDINARIO
CICLO C

 

PRIMERA LECTURA: Am 8, 4-7

"Escuchen esto los que pisotean al pobre
y quieren suprimir a los humildes de la tierra,
diciendo: ¿Cuándo pasará el novilunio
para poder vender el grano,
y el sábado para dar salida al trigo,
para achicar la medida y aumentar el peso,
falsificando balanzas de fraude,
para comprar por dinero a los débiles
y al pobre por un para de sandalias,
para vender hasta el salvado del grano?
Ha jurado Yahvé por el orgullo de Jacob:
¡Jamás he de olvidar todas sus obras!
¿No se estremecerá por ello la tierra,
y hará duelo todo el que en ella habita,
subirá toda entera como el Nilo
se encrespará y bajará como el Nilo de Egipto?"

 

LA HISTORIA

Amos no pertenecía a los profetas de palacio ni era descendiente de profetas, era pastor en un pueblo de Judá. Yahvé lo llamó a profetizar en el reino del norte, Israel, de donde fue echado para volver a su antiguo oficio. Predicó durante el reinado de Jeroboam II de Israel, hacia 783-743 a. C.
Esa época fue muy próspera para el reino de Israel, pero la injusticia social y con ello las diferencias sociales, se acentuaron mucho; además de que el culto era solo exterior.
Amós se convirtió en un profeta anunciador de la destrucción que Yahvé había decretado para Israel; es apenas optimista en cuanto que dice que un pequeño resto se salvará.
Las amenazas de Amós contra Israel se cumplieron el 721, cuando Sargón II sitió las ciudades y deportó a los principales a Nínive.
Amós es el primer profeta que escribió y cuyo libro nos fue conservado, y es, por tanto, el iniciador de dos grandes tradiciones: el día de Yahvé, el resto de Israel. Entre los profetas es el que anuncia con más apertura que el Señor es el guía de las historias de todos los pueblos, así como lo es de la historia de Israel y de Judá.

 

EL CONTEXTO

Los capítulos Am 7, 1-9, 10, contienen cinco visiones del profeta: las langostas: Am 7, 1-3; la sequía: Am 7, 4-6; la plomada: Am 7, 7-9; la canasta con fruta madura: Am 8, 1-3; la caída del santuario: Am 9, 1-4.
Entre estas cinco visiones (todas anuncian la ruina inminente del reino de Israel), se intercala el conflicto con Amasías: Am 7, 10-17; nuestra perícopa; anuncio del castigo Am 8, 9-10; hambre y sed de la palabra de Dios: Am 8, 11-12 y otro anuncio del castigo: Am 8, 13-14.
Nuestra perícopa está, pues, en un contexto en que el profeta anuncia desgracia y ruina inminente para Israel.

 

EL SENTIDO

La cuarta visión, que está en Am 8, 1-3, consiste en una canasta con fruta madura, significa que Israel estaba ya a punto y que moriría pronto. Nuestra perícopa profundiza esa amenaza: los que pisotean al pobre y al humilde (Am 8, 4), los protegidos de Yahvé. Los ricos quisieran que el novilunio y el sábado pasaran pronto (en esos días se suspendían las transacciones comerciales), para poder seguir haciendo negocio con los necesitados. El comercio no necesariamente era fraudulento, pero ellos, a más de pensar solo en el dinero y desear que pasaran los días santos, falsificaban las medidas.
Los comerciantes acaudalados hacían negocio incluso con las personas, comprando y vendiendo a los propios israelitas que habían caído en la desgracia (Am 8, 6). Las injusticias que realizan los israelitas con sus hermanos harían temblar a la tierra y encresparse al Nilo, un río sumamente tranquilo y regular.
Yahvé juró "por el orgullo de Jacob", que puede designar la testarudez y la arrogancia del pueblo, o al mismo Dios (Yahvé jura por su nombre).

 

 

EVANGELIO: Lc 16, 1-13

"Decía también a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando. Se dijo a sí mismo el administrador: ¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas.
Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Respondió: Cien medidas de aceite. Él le dijo: Toma tu recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Tú ¿cuánto debes? Contestó: Cien cargas de trigo. Le dice: Toma tu recibo y escribe ochenta.
El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.
Yo les dijo: Háganse con el dinero, para que, cuando llegue a faltar, los reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, lo es también en lo mucho. Si, pues, no fueron fieles en el Dinero injusto, ¿quién les confirmará lo verdadero? Y si no fueron fieles con lo ajeno, ¿quién les dará lo suyo?
Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero."

 

LA HISTORIA

El mayordomo de una propiedad no recibía sueldo y sus ganancias estaban en lo que él cobraba de más en los préstamos que hacía, en eso consistía su ganancia y no había en ello nada de clandestino.

 

EL CONTEXTO

Después de las parábolas de la misericordia (la oveja perdida, la dracma perdida y el mal hermano), Lucas vuelve a la renuncia a los bienes, de que venía hablando en Lc 14, 25-33; en donde plantó que sus discípulos deben renunciar a lo que más aman y a las riquezas; en contraste con los fariseos, que aman los primeros puestos y los honores.
Después de nuestro texto, en Lc 16, 14-15, se dirige de nuevo a los fariseos, que eran amigos de las riquezas. El capítulo 15, con las parábolas de la misericordia, se nos presenta, de esta forma, como una cuña, tal vez con la intención de mostrar cómo el discípulo debe desprenderse de las riquezas y fijarse en la misericordia.

 

EL SENTIDO

El administrador infiel (Lc 16, 1-8), había prestado las cantidades por las que hizo firmar a los deudores, al hacerlos firmar por una cantidad menor, redujo la deuda a las cantidades que ellos habían recibido, sacrificando así la ganancia que él iba a recibir. Esa ganancia era desmedida, pero era su derecho, al sacrificarla, se hace de amigos que después puedan ayudarlo. En esa maniobra no está la razón de su despido, sino en algún detalle que no se menciona en la parábola. El amo no puede sino felicitar al administrador; con ello no lo presenta como ejemplo de conducta, sino de habilidad.
Los versículos 9-12 contienen unos dichos un poco extraños. El dinero "injusto", es todo el dinero, no solo el que se ha ganado injustamente. Ese dinero puede hacer que se abran las moradas eternas; es decir, el dinero, que se obtiene solo por una extorsión, o por explotación, es siempre injusto, pero si se usa adecuadamente (como hipoteca social), servirá para beneficiar a muchos y ser así recibido en las moradas eternas. La sentencia del versículo 8 puede considerarse como una exhortación a los discípulos para ser más creativos y atrevidos en su ministerio.
El versículo 10 asienta que quien es fiel en lo poco, lo será en lo mucho y quien es infiel en lo poco lo será también en lo mucho. El "poco" es el dinero, las cosas materiales, quien es infiel en lo material, no recibirá lo espiritual, lo verdadero; así, quien es fiel en lo material, el dinero, recibirá lo mucho, es decir, lo espiritual, lo que verdaderamente le pertenece (16, 12).
El versículo 13 es un logia diferente. En realidad, el amor al dinero consiste en apropiárselo, en disfrutarlo sin miramientos a los hermanos, y ese amor impide amar a Dios.

 

El dinero y la administración de los bienes es algo a lo que un cristiano no debe renunciar si esa administración puede beneficiar a muchos. Quien tiene dinero tiene doble trabajo, tenerlo y no tenerlo, es decir, tenerlo y saber que es un administrador y que se le pedirán cuentas.

 


© Derechos Reservados. Esta versión electrónica Comentarios a los Domingos Ordinarios, ha sido realizada por el IAFOBI. Se permite su reproducción siempre y cuando se cite la fuente: IAFOBI, Dr. Javier Quezada del Rio. México D.F. 2001.


 

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