La celebración anual de la Muerte y Resurrección de Cristo culminan en la noche pascual. Esta noche es según expresión de San Agustín: "La Madre de Todas las Vigilias". La liturgia oriental canta: "Es el día de la resurrección: pueblo, irradiamos alegría Que el cielo se regocije y la tierra esté en la alegría, que el mundo visible e invisible esté de fiesta, porque Cristo ha resucitado, Él, la eterna alegría " Esta es la noche en que los israelitas comían el cordero para dar gracias al "Dios del principio y del fin". En la Vigilia Pascual tenemos la exhortación del Señor a velar y a orar, el cristiano vela porque esta noche el Señor resucitó e inauguró para nosotros en su carne, la vida en que no hay muerte. ¡Ha resucitado!. Esto es lo que celebramos esta noche. Y la liturgia se vuelca en ello con toda la exuberancia de signos: fuego, luz, agua; todo es vida. Todo proclama la resurrección de Jesús, que irrumpe en el mundo con la plenitud de la inmensa alegría divina, de la vida eterna, de la gloria de Dios. Iniciamos nuestro recorrido paso a paso por esta litúrgia central que esperamos sea de utilidad para nuestras comunidades y círculos litúrgicos.