1. BIENVENIDA
Celebrante: En el nombre del Padre...
Guía:
Semana mayor, santa, pascual o grande son diversos nombres con que se
llama a este tiempo que comprende los máximos eventos del ministerio
de la salvación realizada en la persona de Jesús. Es una semana
grande porque en ella se celebran, paso a paso, las últimas horas
del Mesías en la tierra en forma de última cena, agonía
en Getsemaní, juicios ante autoridades humanas, camino a la cruz,
muerte, sepultura y resurrección.
Su primer paso se celebra hoy, Domingo de ramos. En la celebración
encontraremos dos elementos principales: la entrada de Jesús a Jerusalén
en forma de rey victorioso, que repetiremos con una procesión con
palmas, y la lectura de su pasión al momento del evangelio, en el
que se señala la meta final de ese ingreso a la Ciudad Santa.
La lecturas bíblicas nos darán la pauta. El profeta Isaías
señala quién es y cómo actúa el auténtico
Siervo de Dios. A su vez, San Pablo dice a los filipenses que Jesús
es el Siervo de Dios, señalado ya por el profeta Isaías. Mientras
que los evangelistas, según el calendario litúrgico de los
años A, B o C, nos relatan la pasión dolorosa de Mesías.
Hagamos que este Domingo no termine en las palmas, sino motive nuestra conversión.
Y que nuestra devoción no dure esta semana o se concentre en el Viernes
Santo, sino que vaya hacia la Pascua de Jesús, que no es una noche
ni un día, sino el conjunto de nuestros días sobre la tierra.
Sólo así llegaremos a dar un testimonio completo de Jesús
y podremos mostrar la salvación de Dios que no es "amor de un
rato", sino entrega fiel y constante a favor de nuestra comunidad.
2. LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura (Isaías 50,4-7)
El Libro de Isaías presenta a un Siervo de Dios que se ofrece
para redención de todos. El no justifica su propio dolor ni critica
el ajeno. Sin embargo, aclara que Dios escucha sus lamentos y puede consolar
a aquellos que sufren en el mundo y en favor de éste.
O bien:
El dolor nos descubre la limitación de nuestra vida en el mundo.
No obstante, un profeta nos presenta una figura que nos enseña a
cumplir la voluntad de Dios, en el dolor y más allá de él.
Con todo, sólo quien lo acepta
será capaz de entenderlo
y aprovecharlo.
Segunda lectura (Filipenses 2,6-11)
En su carta a los cristianos de Filipos, Pablo presenta la pasión
de Jesús como un acto de obediencia a Dios. Encarnarse, les dice,
no es nacer, sino asumir los riesgos de la limitación humana, compartir
su impotencia y llanto y esperar la glorificación final.
O bien:
Aunque Cristo pudo salvar al hombre sin arremangarse las mangas, desde
su cielo o desde fuera, prefirió hacerlo viviendo su experiencia
en el mundo. De ahí en adelante, la forma de ayudar o liberar al
hombre sólo es una: encarnada, comprometida, terrena.
Evangelio Lucas 22,14 - 23,56
Si Jesús ha resucitado
¿por qué seguir narrando
su pasión dolorosa? El evangelista Lucas responde a los cristianos:
aceptar el dolor y la muerte como los acepta Jesús es más
que recordar lo que le pasó: es convencernos del medio que nos redime
a todos.
3. ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante:
Hermanos, todos conocemos el sufrimiento y su ardor. Imitemos a Jesús
que acepta su pasión e invoquemos al Padre para que nos ayude a sobrellevar
nuestras limitaciones.
Guía: Pidamos a Dios / Padre nuestro, permítenos llegar a tu reino.
- Por el Santo Padre: que sepa robustecer la fe de sus hermanos con evangélica
confianza y palabras de seguridad
- Por quienes guían a los pueblos:
que sean líderes de verdad, den lo mejor de sí buscando la
justicia y bien común de sus conciudadanos y les sean modelos en
el servicio y no motivos de rencor y de burla. Pidamos a Dios...
- Por los empresarios: que no sólo
tengan la capacidad de dirigir empresas para ser más ricos, sino
la conciencia de ser hermanos mayores que deben ayudar a los menores. Pidamos
a Dios
- Por los pueblos subdesarrollados:
que sepan buscar el desarrollo y quieran lograr el progreso con paciencia
y trabajo, sin recurrir a la violencia o a la venganza que sólo los
hunde en la desesperanza. Pidamos a Dios
- Por quienes ocupan los primeros lugares
en el poder, el saber o tener: que sean discretos y sabios en sus logros
y no egoístas ante los demás. Pidamos a Dios
- Por los deportistas: que busquen el
primer lugar no para aplastar competidores, sino para alcanzar una meta
gracias a ellos. Pidamos a Dios...
- Por todos nosotros que celebramos
la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén: que no seamos orgullosos
de nuestros triunfos pasajeros o miopes ante el sufrimiento de nuestros
conocidos y vecinos. Pidamos a Dios
- (Otras intenciones. Pidamos a Dios )
Celebrante:
Señor, que con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén
quisiste mostrar la victoria del bien sobre el mal y de la mansedumbre sobre
el poder: haznos comprender que dar la vida significa hoy favorecer a los
hermanos débiles. Por Cristo nuestro Señor. - AMÉN
4. EXHORTACIÓN FINAL
Guía:
Hermanos: hemos celebrado otro aniversario del ingreso histórico
y triunfal de Cristo a Jerusalén como signo del que realizará
al final de los tiempos ante todos.
Hagamos que nuestra celebración
no termine en el rito de las palmas benditas, como si se tratase de conseguir
trofeos. Por ello, tratemos de comprender que la esencia de la solemnidad
propone diversas salidas: la vida nos ha sido dada para entregarla como
Jesús; vale la pena vivirla; y es necesario calibrarla como él,
en México o en Jerusalén, inclusive cuando esto implica pasar
por el Huerto de Getsemaní o por el Calvario.
Cuando nuestra celebración pase del rito a la realidad sabremos que hemos celebrado, de verdad, el principio de un camino que nos llevará hasta la resurrección.
Celebrante: En el nombre del Padre...
5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR
Aunque tradicional, el nombre de "Domingo
de ramos" sólo muestra parte de lo que significa la entrada
mesiánica de Jesús a Jerusalén, principio de la "Semana
Santa", "mayor" o "pascual". Según testimonio
de la peregrina Egeria (siglo IV), en su tiempo se realizaba una solemne
procesión desde el Monte de los Olivos hasta la Basílica de
la resurrección para evocar la entrada de Jesús a la capital
judía, de acuerdo a algunos textos bíblicos (Mt 21,1-11; Zac
9,9). A partir de entonces, la misma procesión se sigue realizando,
tanto en Jerusalén como en muchos templos del mundo, para educar
a las nuevas generaciones de cristianos y hacerles llegar el mensaje completo
de hoy. El "Domingo de ramos" recuerda que dar la vida por los
demás es mensaje que debe vivir y dar cada cristiano, pues fue Cristo
quien inició esa forma de compromiso.
Por el contrario, sucede que muchos
de nosotros, aún en países "de tradición cristiana",
no acostumbramos dar vida, sino la estorbamos y promovemos que se le quite.
Algunas veces, por comodidad, aceptamos o justificamos que se elimine a
indeseables, como si esto resolviera el problema y la tierra quedase libre
de rufianes y habitada sólo por los que nos consideramos buenos.
Otras veces, aprobamos las "culturas de la muerte", en que unos
explotamos a los otros, concentramos los bienes en manos de los "elegidos"
y propiciamos que todos los demás realicen los trabajos de segunda.
El Domingo de ramos nos recuerda mensajes
fundamentales para vivir nuestra pascua. En primer lugar, evoca la decisión
de Jesús de dar la vida en favor de los hombres y no sólo
de los privilegiados. Vino a morir y a salvar a chinos y Curitas, narcos
y policías, indígenas y diputados, ateos y Ayatolas, prostitutas
y religiosos. En segundo lugar, este domingo nos adelanta algo que llegará
en el próximo: la resurrección de Jesús, la fiesta
de la vida. En tercer lugar, nos recuerda la meta final de Jesús:
su ser para los demás y su compromiso con todo lo humano, por limitado,
pequeño o perdido que parezca.
Participar en la celebración del Domingo de Ramos es aceptar llegar al Viernes santo y encaminarnos hacia el Domingo de resurrección, o sea: aprender a ver la vida desde el punto de vista de Jesús y del Padre; aprender a vivir, a convivir y a compartir, como único camino para llegar a ser enteramente cristianos; y aprender a dar la vida como él, en las decisiones de cada día y en las opciones definitivas. Sólo de este modo, todo será nuevo como la vida de los resucitados que vino a iniciar con su salida de la tumba. La entrada de Jesús a Jerusalén es imagen de su llegada a nosotros para enseñarnos a hacer la voluntad de Dios, Padre Suyo, Nuestro y de todos los demás.