Como en los últimos meses (desde mediados de 1999) no pudieron ocultar las importantes luchas que se desarrollan en un conjunto de países de América se ingeniaron para desvirtuar, encasillar y parcializar todo. Contra eso nosotros queremos subrayar algunos elementos importantes: las huelgas generales y enfrentamientos de proletarios (¡"campesinos e indígenas" dice la prensa!) contra milicos en diferentes ciudades de Paraguay; las barricadas, el cuestionamiento generalizado del poder y la toma de centros cruciales del Estado burgués por parte del proletariado en Ecuador (¡"indígenas" dicen los medios de difusión de derecha!, ¡"gesta heroica de los indígenas ecuatorianos" dice la prensa de izquierda y anarcoide!); la radicalización en las luchas y ocupaciones de tierra por parte de los proletarios en Brasil (¡"campesinos sin tierra" dice la prensa!), la continuidad de los escraches realizados por el proletariado contra los torturadores y asesinos sobretodo en la Argentina ("familiares de los desaparecidos" y "partidarios de los derechos humanos" dicen los fabricantes de la información), el uso por parte del proletariado minero de la dinamita en Chile para defender sus intereses ("mineros destruyen sus propias minas", dirán la televisión y los otros medios); las importantes manifestaciones proletarias con enfrentamientos callejeros en Costa Rica ("manifestantes" dirá la prensa), los permanentes enfrentamientos entre proletarios y guardianes del orden en México (¡"estudiantes" dijo la televisión, los diarios, la radio e internet!); la revuelta proletaria generalizada en toda Bolivia (¡los medios de difusión casi no lograron enterarse!), etc.
No teniendo los medios, ni las posibilidades en una revista como la nuestra, para reunir los elementos necesarios para dar una información adecuada al respecto nos contentamos en subrayar algunos aspectos de esa lucha en este caso particular en América, que lleva adelante el proletariado, contra el capitalismo y el Estado. Queremos señalar algunos elementos particularmente positivos para nuestra clase y que por eso mismo son más sistemáticamente escondidos por toda la prensa. Nos referimos a ciertas batallas y enfrentamientos de nuestra clase contra las fuerzas del orden. En esas batallas, contrariamente al mito de todopoderosas que ellas mismas, sus escribientes y periodistas tratan de hacernos creer, podemos ver que, ante un proletariado determinado y decidido a luchar, dichas tropas mercenarias son débiles y cobardes, resultan minadas por sus contradicciones y se les puede dar la paliza que merecen. Ello reafirma la perspectiva de su destrucción generalizada a escala planetaria.
En enero de este año las luchas que se habían desarrollado durante todo el año pasado en Ecuador adquieren una fuerza inusitada cuando proletarios del interior comienzan a marchar hacia Quito, radicalizando así también el movimiento preexistente en dicha ciudad. El Gobierno demócrata popular de Mahuad intenta frenar las protestas enviando represión y disolviéndolas por la fuerza. Al principio el ataque toma por sorpresa a los manifestantes hay heridos, hay presos y, en una primera instancia, dispersión y desorientación. Pero a la violencia de arriba el proletariado agrícola y urbano responde con la violencia de abajo: las manifestaciones no solo no se acaban, sino que se desarrollan en forma más organizada y se fortifican, la violencia de clase se asume abiertamente. Mientras el proletariado toma los pozos de petróleo, paraliza el oleoducto transecuatoriano cortando la distribución del combustible y detiene toda exportación de crudo, decenas de miles de manifestantes enfrentan los piquetes militares, cortan las rutas, controlan los accesos de los pueblos y ciudades y toman la calle en diversas ciudades del país. Si antes se podía aún pretender que la protesta era contra la presidencia y el poder ejecutivo, con la radicalización de las manifestaciones el cuestionamiento del Estado es tan general que se reconoce públicamente. Se prohíben las manifestaciones, se sacan todas las fuerzas de choque a la calle y se declara el Estado de Sitio. Pero las manifestaciones son cada vez más potentes, el proletariado cuestiona abiertamente la potencia estatal en su conjunto. Viéndose totalmente cuestionado y superado el presidente Mahuad intenta dar la zanahoria, designa a algunos ministros como culpables, los hace renunciar, se nombran ministros más progresistas... Pero todo eso no sirve para nada, la lucha proletaria sigue con mayor intensidad. Comprendiendo el peligro la burguesía decide sacrificar al propio presidente y desde el Ejército y los Sindicatos se intenta calmar el juego. Dicen que "la lucha es contra la corrupción", el FUT -Frente Unitario de Trabajadores- declara que hay que castigar la corrupción y formar un Gobierno de Salvación Nacional; por su parte la Central de Trabajadores de Petro Ecuador, la Coordinadora de Movimientos Sociales, y la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) que exigen la renuncia/destitución del presidente, junto con otras reivindicaciones, resultan totalmente superados por la guerra social que se afirma a pesar de todo: los manifestantes gritan abiertamente que su lucha no es para cambiar un presidente y reafirman la lucha contra todo el Estado. La quiebra de los aparatos policiales es total, se rompe la disciplina, la desorganización es general, los proletarios controlan la calle, aunque el ejército en contraposición a la policía mantiene, en una primera instancia, una relativa unidad de cuerpo. Pero, poco después, las contradicciones de éste también se hacen patentes y cuerpos enteros del mismo pasan a participar en las manifestaciones junto a los proletarios y en algunos casos actúan en forma decidida en las tomas de edificios que realiza el movimiento. Ninguna fuerza represiva es capaz entonces de frenar el movimiento insurreccional, los pocos milicos que lo intentan son totalmente desbordados y retroceden acobardados ante esa avalancha humana de varias decenas de miles de proletarios de todos los sexos, de todas las edades, de todas las categorías (¡"indígenas" o no! - ¡periodistas hijos de mil putas!¡agentes decisivos del capital y el Estado!) que logran apoderarse así de distintos edificios públicos: en Quito toman el Palacio de Gobierno, el Parlamento, la Corte Suprema de Justicia, la Contraloría, los Ministerios, el Banco Central, así como otros edificios, al mismo tiempo que llaman a reproducir eso en todas ciudades que ya están totalmente paralizadas por el movimiento. El presidente pasa a ser una figura decorativa que aunque siga gritando que "no renunciará" queda destituido en los hechos por el movimiento mismo. El ataque real de los manifestantes contra los tres poderes formales del Estado (ejecutivo, legislativo, judicial) se acompaña, de la exigencia de la destitución de los mismos, lo que no nos cabe dudas, que es, ya, una cierta formalización jurídica extrema de la intransigente lucha proletaria por imponer su poder contra el Estado. El 23 de enero en la calle se festeja la victoria de la insurrección, aunque los maquiavelos y gatopardistas mezclados entre los insurrectos siguen intentando "buscar soluciones al movimiento". Los fabricantes de la información falsifican todo y hablan de ¡un golpe de Estado militar apoyado por los indígenas!, al mismo tiempo que se inscita al racismo antiindígena. Se declara formada una Junta de Salvación Nacional, de hecho un triunvirato constituido por militares, líderes indígenas oficialistas y un miembro en boga de la Corte Suprema, que con un discurso de izquierda intenta restablecer el orden (1). Frente a la continuidad del movimiento y a la incredibilidad total del proletariado opera un verdadero frente único de salvación nacional sindicatos, partidos y lo que queda de las fuerzas represivas que llama a cesar el movimiento y apoyar esa Junta de Salvación Nacional. El propio Presidente de la CONAIE, Antonio Vargas declara que "el pueblo ecuatoriano ha triunfado, que la Junta de Salvación Nacional no defraudará al país, y...que la unidad con las Fuerzas Armadas es una nueva experiencia para América Latina" Pero ante la incredibilidad generalizada esa Junta solo dura unas horas, el poder en los hechos sigue en la calle a pesar de los esfuerzos de los reorganizadores del Estado capitalista, dentro de los cuales los periodistas juegan sus cartas más altas ocultando, desinformando, tergiversando... Aprovechando la falta nuevas iniciativas y directivas en el proletariado, así como las consignas que llaman a volver a las casas a los proletarios, se declara (especialmente por la boca del General Carlos Mendoza en nombre del mando militar) que el "poder" del presidente destituido pasa a manos del vicepresidente Gustavo Noboa, que como resulta evidente, a todos los protagonistas, impondrá la misma política económica que su predecesor. El rechazo del proletariado a tales "soluciones" sigue siendo explícito. En la calle las consignas son de total repudio a todas las tentativas que parten abiertamente del Estado. Contra ese sentimiento general (que empuja a la permanencia de la revolución) el frente de salvación nacional desde los sectores militares a los sindicatos y partidos acuerda el apoyo a Noboa y multiplica los llamados a cesar el movimiento hablando, muy timoratamente (¡tienen terrible miedo de su propia mentira!), de "triunfo". La CONAIE, organización indigenista que, como vimos, aparecía como interlocutor representante del movimiento, por la boca de su presidente Antonio Vargas apoya "la solución" (¡el indigenismo actúa contra la unificación y lucha proletaria!) pactada por partidos, ejército y sindicatos, aunque para mantener una cierta credibilidad también habla de "la traición de Mendoza". Todos los aparatos del Estado burgués vuelven a reunificarse y para ello se copta a proletarios indígenas inconsecuentes. El descontento y la desorientación en la calle es general, el sentimiento de que es un nuevo engaño es absoluto pero el golpe que significa las declaraciones de los jefes vendidos es fuerte y logra dislocar, al menos provisoriamente, al movimiento. La prensa dirá satisfecha (¡de haber cumplido con su deber de orden!) que "los indígenas vuelven a sus tierras, a sus casas". Luego de dos semanas de lucha abierta contra el Estado la vuelta a casa tiene un olor amargo. Pero al proletariado, que sintió palpablemente que podía enfrentar al Estado y desgarrarlo, ya no será tan fácil mantenerlo sometido; será muy laborioso, a pesar de todos los méritos que hacen los fabricantes de la opinión pública, catapultar su consciencia de la fuerza experimentada.
Pasemos ahora a "otras" (¡y no tanto!) situaciones y experiencias recientes del proletariado en América. En Bolivia el estado de efervescencia general es grande desde hace varios meses, las reuniones y discusiones se reproducen por todas partes, los volantes son el pan de cada día y las manifestaciones proletarias resultan, durante el último trimestre del 99, cada vez más fuertes. En La Paz se suman a las protestas grupos de mujeres y familiares de integrantes de las fuerzas represivas. Cuando los milicos mismos son enviados a reprimir a sus propios familiares, no solo se niegan, sino que se pliegan a las mismas. En Cochabamba y otras ciudades las protestas proletarias giran en torno al problema del agua y su prohibitivo costo impuesto por el Gobierno conjuntamente con la empresa Aguas del Tunari. Cuando el régimen constata que el proletariado no se amansa por las buenas intenta bajo las ordenes Banzer (¡yerba mala nunca muere!) generaliza la represión para lo cual declara el Estado de Sitio. Pero también en Bolivia el movimiento se hace fuerte y responde a la violencia del capital con la violencia proletaria: las manifestaciones atacan y logran apoderarse de varios edificios públicos rompiendo en los hechos con el orden que a palos el Estado intentaba imponer. No conocemos otros detalles del movimiento, pero en Cochabamba el fracaso del Estado de sitio es tan total (en un Estado de Sitio normal, las fuerzas represivas impiden toda circulación, ¡en Cochabamba será la revuelta que impida la circulación de milicos!) que el gobierno termina por levantarlo y otorgar importantes concesiones en toda la cuestión del agua potable.
Para terminar digamos dos palabras de algunos sucesos recientes en México. Es verdad que, en el Distrito Federal de México, los milicos de dicho Estado democrático, luego de muchos meses de intensa lucha, lograron una importante victoria contra los huelguistas y ocupantes de la UNAM (Universidad Autónoma de México) al desalojarlos violentamente, a pesar de la enorme determinación que mostraron miles de proletarios que acudieron a socorrer a los cercados en aquella oportunidad. Pero la lucha ha continuado y no en todos lados los milicos lograron imponer su terror. Así, en la pequeña ciudad de Francisco Madero, los milicos mexicanos, con la brutalidad que los caracteriza habían desalojado violentamente una escuela rural ocupada y habían apresado a 165 proletarios que habían tomado posisión de dicho local. Por supuesto los milicos maltrataron a los ocupantes y los golpearon.
Pero el proletariado en dicha ciudad actuó coordinada y organizadamente y decidieron correr a palos a la mayor parte de los granaderos allí apostados. A las 8 de la mañana del domingo 20 de febrero, con garrotes, palas y picos los habitantes de dicha ciudad (hombres, mujeres,... viejos y casi niños) pasaron al ataque con la intención de liberar a sus compañeros y además darle un escarmiento a los tan meritorios milicos. Tomaron todas las salidas de la ciudad para que ningún milico se pudiera escapar, los rodearon, los desarmaron, los desvistieron e hicieron una enorme y divertida fogata en la que quemaron sus uniformes, sus botas, sus correajes, sus chalecos antibalas y los tuvieron como rehenes muchas horas. Los milicos rasos en calzón, los oficiales desnudos, todos fueron atados unos a los otros y con las manos en la nuca obligados a desfilar a pie y en fila india cinco kilómetros hasta la plaza central del pueblo.
Son también incendiados todos los vehículos policiales de la ciudad, en general camionetas Chevrolet. Una vez en la plaza los proletarios pasan a pedirle cuentas a los milicos. Estos, cagados hasta las patas, piden perdón, pero los insultos de la masa siguen lloviendo y algunos proletarios no dudan en decir que hay que transformar la plaza central en patíbulo y acabar con ellos, mientras otros proponen simple y llanamente ¡quemarlos!. Las consignas del movimiento eran "¡si no hay solución -la liberación de los 165 presos- habrá quemazón!"; o más explícitamente "¡qué liberen a los detenidos o quemamos a estos pinches granaderos!
No conocemos otros detalles de los sucedido, pero ante la determinación proletaria el Estado de México se olvidó de toda formalidad jurídica y leguleya y dejando de lado los procesos con que había amenazado liberó de apuro a los presos. Se logró así liberar a los 165 presos proletarios que las fuerzas del orden habían apresado. Los milicos tirados boca abajo y vigilados por los grupos de militantes organizados y encapuchados, que esgrimían cachiporras y estacas para controlar a sus rehenes, fueron mantenidos hasta entrada la noche. Solo cuando los presos fueron abrazados por los suyos, cuando la fiesta se fue generalizando soltaron a los milicos.
Los hechos hablan por si solos y muestran que solo con la fuerza se puede responder con éxito al terror del Estado democrático, que solo la unificación en el combate contra todo el orden legal permite al proletariado imponer sus intereses y defender a los suyos. Y a quién os diga otra cosa:
"En la constitución de una clase con cadenas radicales, de una clase de la sociedad burguesa que no es una clase de la sociedad burguesa, de un estamento que es la disolución de todos los estamentos, de un sector al que su sufrimiento universal le confiere carácter universal; que no reclama un derecho especial, ya que no es una injusticia especial la que padece sino la injusticia a secas; que ya no puede invocar ningún título histórico sino su título humano; que, en vez de oponerse parcialmente a las consecuencias, se halla en completa oposición con todos los presupuestos del Estado... Es un ámbito, por último, que no puede emanciparse sin emanciparse de todos los otros ámbitos de la sociedad, emancipando así a todos ellos. En una palabra, es la pérdida total del hombre y por tanto sólo recuperándolo totalmente puede ganarse a sí misma. Esa disolución de la sociedad, en la forma de une estamento especial, es el proletariado."
Marx: "Crítica de la filosofía del derecho de Hegel" 1844
Todo, o casi todo, ya ha sido dicho a propósito de este sujeto. Desde Errico Malatesta, joven médico, que a fines del siglo pasado, en el Sur de Italia, partía en guerra contra la epidemia que diezmaba a la población declarando que la misma tenía origen social y no bacterial..., pasando por Amadeo Bordiga que, en una serie de artículos, aparecidos en los años 50, denunciaba las inundaciones en la cuenta del Po como catástrofes sociales y no como catástrofes naturales (1).
Podríamos agregar, a la ya larga lista de crímenes cotidianos que produce diariamente el orden capitalista mundial, otros horrores, como la reaparición de la tuberculosis (2), vieja compañera de la miseria. Y es de eso mismo de lo que se trata: de la generalización de la miseria que, por eufemismo, los ideólogos del mundo actual prefieren ocultar bajo su nuevo lenguaje en la expresión nueva pobreza (¡cómo si la misma fuese nueva, hubiese desaparecido o cambiado!) (3). Digan lo que digan la ciencia y sus matasanos vestidos de blanco, la enfermedad es un producto social, como lo son las inundaciones en el Sur de Francia, India, etc., los aluviones de lodo en Venezuela, o las bombas asesinas que se tiraron y se están tirando, quizás hoy mismo, en Irak, en Serbia, en Chechenia...
El desarrollo/agudización de las contradicciones internas que minan al capitalismo hicieron que el siglo XX se terminase como había comenzado, es decir en una orgía de sangre, de catástrofes, de guerras y de enfermedades. Hoy en día también podemos morir de suicidio, de error medical, de terremotos, de accidentes de trabajo, de guerra, de asesinato, o más simplemente por la cotidianidad del capital: por respirar el aire lleno de polución capitalista o por comer comida contaminada por la tasa de beneficio. Nunca la civilización fue tan asesina.
Pero tampoco nunca la sociedad de clases justificó más enérgicamente su existencia proclamándose el mejor de los mundos, la felicidad universal, el bienestar generalizado, etc.
Desde hace siglos esta región fue reconocida por ser particularmente activa. El capitalismo, que sabe perfectamente que esta región es peligrosa y no apta para hacer construcciones, ha mostrado otra vez más su cinismo y su monstruosidad. Mientras que la gigantesca basílica de Santa Sofía, construida en Estambul hace más de 500 años, y los inmuebles edificados hace más de 10 años soportaron el golpe sísmico, los edificios más recientes (provistos de "toda la comodidad moderna", según los elogios de los promotores inmobiliarios) se desplomaron como castillos de cartas. ¿Mala suerte? ¿Casualidad? o como lo evoca seriamente el presidente de la república turca, Suleyman Demire, ¿"voluntad de Dios"? O incluso como los islámicos del partido REFA afirman: ¿"venganza de Dios contra la decadencia de la moralidad" que caracteriza esta región?
Dejemos todas estas imbecilidades a los caníbales de este sistema antropófago y a sus corderos seguidistas, para remontarnos a fines de los años 70 y encontrar una explicación racional a este nueva montaña de cadáveres. Durante estos años, Estambul, verdadero pulmón económico de la casa comercial "Turquía" concentraba ya alrededor de dos millones de habitantes. A fines de los 80, el supermercado URSS explota/implosiona dejando su lugar a toda una serie de nuevos negocios menores en la región del Cáucaso y del Mar Caspio: Georgia, Azerbaiyán, Armenia, Chechenia... Nuevos espacios de valorización son así dinamizados. Unión sagrada, guerra contra los vecinos, programas de austeridad, se suceden en esa región transformando todo, agravando (desde nuestro punto de vista) o mejorando (desde el punto de vista de los explotadores) las condiciones de extracción de la plusvalía, aumentando, finalmente, el sobretrabajo arrancado a proletarios cada vez más aterrorizados y sometidos a las necesidades del capital.
Turquía no escapa a este movimiento: lugar estratégico, pues es el pasaje obligado entre Europa y Asia, el estrecho por el que tiene que circular el transporte de mercancías, en especial el petróleo del Cáucaso. En una década, el capital implanta centenas de grandes industrias en la región, lo que exigía una selva amazónica de brazos, piernas y cabezas que Estambul no poseía. Otra "nueva "casualidad" o "voluntad de Dios"se produce cuando a principios de los 80, bajo el fondo de golpe de Estado militar y de represión anti-obrera, se generaliza la terrible guerra, que arrasa las provincias anatolianas del sureste, entre el gobierno turco y los nacionalistas kurdos del PKK (Partido Comunista Kurdo). Un gran número de proletarios de esta región, que rechazan esta interminable carnicería y esperan encontrar un lugar mejor para vivir, se dirigen hacia Estambul. Actualmente esta ciudad concentra oficialmente más de diez millones de habitantes. En muy poco tiempo el capital logra así desplazar mano de obra barata hacia las puertas de la Unión Europea, del Medio Oriente y del Cáucaso. A este movimiento migratorio se suma, además, un nuevo y gigantesco éxodo rural proveniente de todas las regiones del país, que hace pasar la población de los alrededores de esta metrópolis a más de 25.000.000 habitantes.
Los promotores inmobiliarios, buitres más voraces los unos que los otros, se lanzan sobre este prometedor mercado: la construcción rápida de numerosas ciudadesdormitorios para encerrar ese gigantesco flujo de esclavos asalariados. Los fúnebres edificios se reproducen como hongos en las ciudades que se encuentran alrededor de la región peligrosa de los estrechos. Los beneficios se maximalizan: se economiza en material (poco cemento, mucho arena), se compra terrenos no aptos para construir para que sean más baratos sabiendo que de todas formas los permisos de construir son proporcionales a las coimas recibidas, los planos arquitecturales se hacen solo para llenar el ojo, y a veces ni existen, las normas antisísmicas son sistemáticamente rebajadas por los arquitectos y otras autoridades competentes, se contrata mano de obra no calificada, es decir mucho más barata, el ritmo de trabajo es infernal, el descuido y la negligencia son la regla... Estos son los elementos constitutivos del cóctel mortal con el que estos rapaces sedientos de beneficio provocan la muerte de miles de seres humanos. Los partidos gubernamentales en estrecha colaboración con los bancos también se apoderan de una gran parte de la torta, obligando a los proletarios a comprar sus habitaciones a través de prestamos tentadores. Un gran número de obreros, que trabajan como bestias en Alemania, Holanda, Bélgica..., ven esta posibilidad como el coronamiento de toda una vida de sacrificio. Así, paradojalmente, estos obreros financian su propia muerte y la de su familia.
En 45 segundos la hecatombe resulta imponente. Habitaciones de 7 a 8 pisos quedan reducidas a una montaña de escombros inferior a los 3 metros de altura, las placas de cemento se apilan como milhojas sin dejar un solo espacio de vida entre ellas. Desesperada la gente salta de sus balcones para escapar a la muerte... que les espera en el pavimento. Los heridos agonizan sin ninguna asistencia que los ayude a salir de ese montón de ruinas. La refinería de Izmit escupe llamas e inunda sus alrededores con una nube tóxica. Como los auxilios continúan brillando por su ausencia y no se dispone de ninguna maquinaria adecuada, la población lucha, en la mayoría de los casos infructuosamente, por extraer a los sobrevivientes con sus propias manos. El Ejército turco, que desde hace más de 75 años, es presentado como el garante del Estado providencial y laico, permanece confinado en sus cuarteles y solo interviene dos días más tarde. Se encontraba ocupado en enterrar a los pocos militares víctimas del sismo. Observemos, al pasar, que los edificios militares resistieron mucho mejor que las habitaciones obreras. La base de la NASA, instalada en esa región, ni siquiera se movió.
Durante la primera larga semana no se emprende ninguna acción seria para socorrer a las víctimas. Las ambulancias conducen a los rescatados hacia los estadios pues los hospitales también se han desplomado. La burguesía administra esta situación con un desprecio ilimitado para/con el proletariado. Los sobrevivientes tienen que andar varios kilómetros a pie para buscar agua... que se encuentra del otro lado de la base de la NASA. El ejército en vez de socorrer a los damnificados, cava osarios con sus bulldozeres para enterrar, por paquetes de treinta, los cadáveres retirados de los escombros. Los cuerpos son apilados en los frigoríficos de los mataderos de la ciudad de Izmit, en esperaba de su entierro. El cinismo llega a su cumbre cuando en medio de toneladas de carne suspendidas se invita a las familias para que identifiquen a sus muertos. ¡Ayer carne de beneficio, hoy bestia de carnicería!. He ahí el destino poco envidiable del obrero en Turquía.
La falta de reacción de nuestra clase en Turquía da espacio a un espectáculo de críticas y oposiciones de una fracción burguesa con respecto al gobierno, al ejército y a la mafia. Los ideólogos de izquierda denuncian el escándalo y al mismo tiempo lo recuperan. La función histórica de la oposición siempre es la misma: canalizar nuestra rabia y disolverla en la reforma del capital. Denuncia de la fracción rival como bárbara con el objetivo de organizar el encuadramiento del proletariado y desposeerlo de su capacidad de actuar. Se presenta como la verdadera y única defensora del obrero, para transformarlo en un ciudadano disciplinado y aterrorizado entre las manos sanguinarias del Estado. El capital se fortifica cuando llega a polarizar a los proletarios en los intereses contradictorios totalmente secundarios que perpetúan el cuadro del Estado burgués.
El poder burgués en Ankara organiza un cierto "regreso" de la población que había migrado a Estambul y que es originaria del Kurdistan turco. Es decir se aprovecha la situación de caos para enviar a los proletarios excedentarios a reventar un poco más lejos: "Al derrumbarse nuestras fábricas, ya no tenemos más necesidad de ellos" susurran los patrones.
Desde entonces, los medios de comunicación paran de criticar al gobierno y al ejército y todo el mundo se remanga la camisa para "reconstruir el país siniestrado". Los únicos responsables de esa decena de miles de muertos y de heridos, y ni hablar de las centenas de miles de desalojados, traumatizados, desposeídos, fueron finalmente encontrados por la policía: un puñado de empresarios constructores de esos edificioscementerios son acusados. El espectáculo de proceso se anuncia como un gran momento de desahogo popular. Estos empresarios, tal vez, purgarán parte de su pena para permitir que el sistema en su conjunto continúe amontonando proletarios en edificios peligrosos. Estas son las bases que permiten a la industria de la construcción seguir edificando esas porquerías de habitaciones que llaman casas, apartamentos, ciudades... hasta que venga una próxima catástrofe, que también será considerada como catástrofe natural y que volverá a enterrar a decenas de miles de víctimas. Mientras el proletariado no reaccione actuando como clase y como fuerza, al capitalismo, que lo único que busca es su beneficio, le importa un carajo la acumulación de cadáveres de los pobres. Si le es útil, si sirve a su ganancia, no dudará en seguir concentrando a millones de proletarios en regiones peligrosas como Turquía o Bangladesh (5), poco le importa el coste de vidas humanas. Incluso la destrucción de Estambul ya ha sido anunciada por los especialistas, para dentro de más o menos una treintena de años. Ante tal previsión, ¿piensa el capitalismo organizar la evacuación de la población? Según las últimas informaciones, la respuesta es negativa.
El capital encuentra siempre algunos defensores o/y gestionarios que nos dirán que él no es responsable de las catástrofes, que ellas son naturales, o que "Dios las envío"... pero ¿al proletariado le basta con creerse en los dogmas del capital para salvarse? ¿Son una cuestión de creencia esos cadáveres, bien temporales, que provocan todas esas catástrofes naturales? ¿Son una cuestión de creencia las enfermedades que actualmente desarrolla el capital? ¿Son una cuestión de creencia la carne, los huevos y otros productos alimenticios cargados de dioxina, hormonas, nitratos o genéticamente modificados... que nos hacen tragar todos los días?
El capital es una catástrofe permanente para la humanidad, pero su sociedad de trabajo y de sumisión es transitoria. A todos los niveles de organización de esta sociedad, el beneficio se define como el objetivo de la actividad humana. Cada instante de la subvida mercantil, nos muestra, que el capital ya ha vivido demasiado y que al mismo tiempo que ha concentrado en el seno de los explotados toda la inhumanidad de su sistema, ha concentrado también su propia negación revolucionaria, el proletariado, una negación violenta, que al afirmarse como clase afirma igualmente la negación de todas las clases y se prepara para engendrar otra organización de la producción y de la reproducción de la vida, dirigida hacia la satisfacción de las necesidades humanas. La comunidad humana mundial se encuentra en el devenir de esta contradicción revolucionaria, en la negación de la sociedad del dinero. La misma se encuentra en los límites propios al desarrollo de esta sociedad: masacres, individualización, contaminación,... dificultades de valorización del capital... porque al desposeer cada vez más al proletariado de toda parcela de humanidad va determinando su existencia en tanto que enterrador del capital y partero de un nuevo mundo. El proletariado se encuentra determinado históricamente a despertarse, atormentado por las miserias cotidianas, por las muertes accidentales ocasionadas por la explotación accidental que realizan nuestros patrones, por el aire sofocante, la comida insípida, el agua contaminada y los ritmos de trabajo que no cesan de aumentar.
2- Esta enfermedad, expresión típica de la miseria, de las carencias alimentarias, de la falta de higiene, se ha agudizado por las campañas de vacunación que minan todo nuestro sistema inmunitario y de los antibióticos que, dada el consumo cotidiano que se ha impuesto, ya ni hacen efecto (solo basta ver la cantidad que contiene la carne).
3- "Nuevo orden económico", "globalización", "nueva pobreza", "neoliberalismo", términos actualmente en boga utilizados por diferentes fracciones burguesas para hacernos creer que el mundo ha cambiado mucho. En realidad lo escencial de este mundo podrido sigue exactamente igual desde hace más de 500 años. El capitalismo siempre fue mundial, siempre fue global y la pobreza es muy vieja, por la simple razón de que es el capitalismo mismo quien la produce y reproduce cotidianamente. Lo único diferente es la transformación de cantidad en calidad en todos los órdenes de la vida social, en el terreno de las catástrofes ecónomicas, sociales, ecológicas, causadas por la guerra,... Mientras todavía tratan de hacer creer que se trata de fenómenos sorpresivos provocados por causas inesperadas, naturales, étnicas o religiosas el capital mundial y los diferentes Estados, no solo los saben fenómenos necesarios, cíclicos, y, a veces, previsibles sino que tratan de rentabilizar sus consecuencias: hay un mercado de "socorros en casos de catástrofes", servicios especializados en inundaciones o/y terremotos.... empresas privadas o ONG que viven de eso, especulaciones inmobiliarias que dependen de las catástrofes anunciadas, empresas "reconstructoras" de importancia internacional y un sin número de etcéteras.
4- En el lenguaje de moda esto se contabiliza de la manera siguiente: 14.000 muertos oficialmente censados y 35.000 desaparecidos.
5- Ver Comunismo No.40 "No hay inundaciones en Bangladesh" (marzo 1997).
El 1º de mayo conmemora el día internacional del proletariado, día que recuerda el, asesinato legal efectuado por el Estado yanqui en 1887 de cuatro militantes anarquistas en Chicago. Hay quienes en este día tratan de conciliar las contradicciones de clase, vociferando que el 1º de mayo es la fiesta del trabajo o el día del trabajo, palabras tan patéticas no pueden venir nada más y nada menos de todos los agentes contrarrevolucionarios (izquierdistas de toda laya) que se mezclan entre nosotros y se apropian de nuestras banderas para desviarnos por el camino del pacifismo de la democracia es decir de la dictadura legal del capital. Los anarquistas de Chicago no murieron por ello, murieron por un mundo nuevo que ganar sin Estado ni democracia ni capital.
Reforzando la línea histórica de la Revolución, en la que se encuadran Marx, Bakunin, Flores Magón, González Prada y todos los que supieron identificar al Estado, la democracia y al capital como los enemigos máximos que niegan nuestra humanidad, seguiremos gritando que el 1 de mayo es "día internacional de la lucha proletaria" y No la fiesta del trabajo. Festejar el trabajo es festejar la explotación, es festejar la acción permanente de vender día a día nuestra fuerza de trabajo por dinero, en fin es festejar y dar vivas a la puta "Comunidad del dinero" de los Estados burgueses. Es por ello que desde la ONU, que es la Organización Internacional del Capitalismo (donde están representadas todas las dictaduras democráticas), salen las arengas a la fiesta del trabajo a fin de que festejemos la inhumanidad de vivir felices dentro de la explotación del Estado y del capital.
El 1º de mayo en estos momentos de reacción generalizada del capital, debe ser del día en que "la línea histórica de la revolución" comience nuevamente a cobrar vida zanjando posiciones y desmitificando al oportunismo burgués radical pintado de rojo representadas por todas las izquierdas (la fracción intelectual de la pequeña burguesía radical) leninistas, estalinistas, trotskistas, maoistas, guevaristas, castristas, mariateguistas, apristas, etc, etc, que en todas partes del mundo, nos infunden celebrar el trabajo, seguir con el argumento reaccionario de la gestión del capital a manos obreras, y el reciclado de la democracia Popular y liberación nacional, con lo cual boicotean la constitución del proletariado en clase revolucionaria y la desvían continuamente a los causes de la mentalidad capitalista.
Entre izquierda y derecha no hay oposición ideológica ni práctica, ambas son líneas democráticas y por tanto hermanos capitalistas diferenciándose solo en los modelos económicos de como gestionar el capital a manos del Estado. En esta forma dentro de la democracia en la que juegan izquierdistas y derechistas no hay oposición hay uniformidad dentro de la cloaca de la gestión del capital y el trabajo, generando todas sus taras: mercancía, acumulación y comercio; patrias y guerras; fronteras, explotación y miseria; democracia y esclavos asalariados. Por ello y por siempre recordando a González Prada celebrar el 1º de mayo como la fiesta del trabajo es hacer el papel de ingenuos, infelices, e inconscientes defendiendo la miseria y el rol de esclavos asalariados (2), es hacer el papel de pavos que se regocijan en la mesa del festín de Pascua. El proletario consciente celebra en el 1º de mayo el día de la revolución (3).