VICTORIA EN LAS BATALLAS DE LA VIDA.

 

 

Recordar la historia de David y Goliat en 1 Samuel 17:1-58. Aunque esta historia es contada a nuestros niños desde la más tierna infancia, contiene principios importantísimos de Dios para la vida victoriosa que se aplican en todas las etapas de nuestra vida. Frente a cualquier batalla, nuestro deseo es salir victoriosos. Hay ciertos elementos que hacen la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre la victoria o la derrota. Veamos siete de ellos, extractado de la historia de David frente al gigante:

 

1) Debemos entender cual es la verdadera naturaleza de la batalla. Para todos los soldados ese día posiblemente era una confrontación de fuerzas entre los dos ejércitos. Muchos creían que simplemente era el pueblo filisteo contra el rey Saúl. 1 Sam 17:26, nos dice que David preguntó: "¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?" en el verso 46 David dice: "Jehová te entregará hoy en mi mano". Ver 2 Corintios 10:3-6 y Efesios 6:10-20.

 

2)Debemos recordar las victorias previas. David se encontraba en el medio de una gran batalla, porque había obedecido a su padre y fue a preguntar por sus tres hermanos mayores, llevándoles queso y otras cosas. Estuvo en el lugar preciso, en el momento preciso. En los versículos 34 al 37, encontramos una recordación precisa de las intervenciones previas de Dios y la valentía de David al confrontar con osos o leones. Ver 1 Corintios 1:26-31. David recordó las situaciones difíciles por las cuales había pasado en su propia vida, que seguramente le otorgarían gran confianza y valor. Por eso es tan importante de alguna manera sencilla o no de llevar un diario espiritual donde anotemos, lo que sentimos, nuestras reacciones a las circunstancias difíciles, el recuerdo de los hechos, donde anclemos nuestra vida. Es necesario contar con el cuadro biográfico, en razón de nuestra frágil memoria. Todos olvidamos con gran facilidad. Anote en un versículo la fecha de algo, o algún cometario sobre lo que pasó en determinado momento.

 

3) Debemos volver a afirmar la motivación adecuada. El filisteo desafiaba a Dios. El nombre de Dios representaba mucho para David. Muchos hoy día profanan el nombre de Dios recordándolo en toda circunstancia. La motivación de David, era defender el nombre de Dios ante el ataque y la profanación de un pagano. En cada tentación debemos recordar la verdadera motivación de la vida de fe, en todo enojo debemos tener presente la motivación que motoriza nuestra vida. Lo mismo debemos hacer frente a una situación de celos, promoción de otra persona en el trabajo en lugar de nosotros. ¿Cómo reaccionamos en esas batallas? ¿Qué hizo Dios en tales hechos? Suplió todo sin importar cuales eran las necesidades a cubrir.

Los que no se amparan en Dios resisten las dificultades por corto tiempo. Los cristianos podemos hacerlo por largo tiempo. David esperó por 10 largos años, en donde tuvo incontables luchas para llegar a ser rey. Ya ungido para ser rey, nunca olvidó que su motivación principal era defender el nombre de Dios.

 

4) Debemos rechazar las palabras desalentadoras de los demás. Los hermanos le dijeron y con enojo (28-29), para que había venido al campo de batalla y dejado las pocas ovejas en el desierto. Fue acusado de soberbia y malicia injustamente por su propia familia y que había ido a la batalla para ver lo que estaba pasando. El rey Saúl tuvo comentarios para desinflarlo, al decir que era muy jóven y que el oponente era varón de guerra desde su juventud (33). Por último vino el desaliento del propio contrincante, que lo tuvo en poco a David (42-44), y le prometió que daría su carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Las palabras desalentadoras nos pueden desviar y hacer fracasar. Recordar el caso de Aarón cuando su hermano Moisés se encontraba en el monte recibiendo la ley de Dios, la voluntad del pueblo lo llevó a fracasar postrándose junto al becerro de oro fabricado por sus propias manos. ¿Qué es lo que usted está escuchando hoy? ¿lo empujan hacia la meta o lo tiran hacia atrás? El mundo está lleno de desalentadores porque no tiene un mensaje que aliente el alma, al contrario la desmotiva y la desvía de la dirección correcta. Ojo que sus propios hermanos pueden actuar como desalentadores. Quien escucha a Dios por largo tiempo, no va a hacer caso de las palabras negativas y desalentadoras. Goliat servía a otros dioses y David no se impresionó con toda su fanfarronería. David se consideró siervo del Dios viviente. El Dios que creó las estrellas, los cielos, el mundo con todas sus bellezas. El ser superior, el más importante de todos. El ser que había creado a David y a Goliat. Si has visto a Dios cara a cara, tus circunstancias jamás despertarán pánico alguno en tí. David tuvo una relación íntima con Dios permanentemente, que le daba tal aplomo, serenidad ,confianza y valor. David se enfrentó a un hombre desnudo. Si aunque venía con un uniforme impresionante, estaba desnudo porque estaba sin Dios.

 

5) Debemos reaccionar al desafío con una confesión positiva de fe. Esta confesión debe declarar lo que ya somos. Somos hijos de Dios y debe incluir a quien vive en nosotros. El Dios de los cielos por la obra del Espíritu Santo mora en nosotros. En la tentación debemos recordar con claridad todo esto. En los momentos de decisión no debemos olvidarlo. Frente a las pruebas tampoco. Podemos hacer frente a cualquier batalla cuando confiamos en Dios, confesando lo que somo en El. Somos más que vencedores.

 

6) Debemos depender del poder de Dios. 1 Samuel 17:45-46. David iba contra el gigante en el nombre de Jehová, el Dios de Israel. Dependió de la fuerza, la confianza que había en El, pero que provenía de Dios. Su poder derivaba de Dios y no de sí mismo. Hoy muchos confían del poder que deriba de ellos mismos y sufren estrepitosas derrotas y frustraciones (Zac 4:6). Dios penetra y satura nuestro ser como ninguna otra cosa puede hacer para capacitarnos para resistir todo.

 

7) Debemos dar por hecho la victoria antes de iniciar la batalla. 1 Samuel 17:45-46. La batalla se libró en su mente, antes de ir a la lucha con el gigante. En lo íntimo de nuestro corazón libramos las batallas espirituales. La libramos en el lugar secreto, de rodillas. El nos da de su sabiduría, el poder del Espíritu Santo para manejarnos con integridad. El mundo provee sabiduría terrena, nos enseña a mentir, manipular, manejar a otros, etc. David daba por hecho la victoria. Nosotros podemos obtener esta certeza en nuestras devociones, leyendo las Escrituras, meditando en los grandes hechos de Dios. Recordando el hecho de nuestra unión con El, y que no estamos separados.

¿Y que si no soy creyente? l) Debo reconocer que he pecado contra Dios. 2) Que Dios envió a su Hijo para salvarme. Juan 3:16. 3) Debo abrir mi corazón para hacer frente a la verdadera batalla.

 

 

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