Iglesia Evangélica Bautista del Centro


¡ESTUDIEMOS LA BIBLIA! - Hoja Semanal Nº 12 - Domingo 28 de Febrero de 1999.

Escuela Dominical de la Iglesia Evangélica Bautista del Centro , Rodríguez 1036, 2000 Rosario.

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LO QUE ALIMENTA LA UNIDAD DE LA IGLESIA ( 7º Parte)

 

Nadie puede experimentar el cristianismo en el aislamiento, por eso es tan vital el compañerismo y la comunicación sincera y permanente. La plenitud de los logros humanos se alcanza por medio de relaciones saludables. Una de las primeras acciones de Jesús, al inicio de su ministerio público, fue llamar a los doce. Mr 3:14 nos dice: " Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar". Remarquemos la frase "para que estuviesen con él". A partir de ellos, Jesús enseñó a sus discípulos, la forma de mantener una relación profunda y duradera con Dios y los demás hombres: amando a Dios y al prójimo. El compañerismo y la comunicación eficaz, sustenta el discipulado.

Si no eres parte activa de un cuerpo cristiano, pierdes tu más vital relación o enlace con El. Por eso repetidamente el Espíritu Santo, usa en las Escrituras el funcionamiento del cuerpo humano como una ayuda visual . Lo hace para explicar como los cristianos debemos relacionarnos con Cristo y entre nosotros. Cristo cabeza del cuerpo (Efesios 1:22,23); Dios cabeza de Cristo (1 Corintios 11:3).

En la Biblia, no existen los "Llaneros Solitarios", ni los "Robinson Crusoe" que son personajes novelescos que se movieron en la soledad e individualidad.

La medida de un siervo del Señor, fuera de la iglesia local, debe medirse por lo que es dentro de la iglesia local. Nunca va a ser afuera, más de lo que es dentro de ella, y en la misma debe ser un ejemplo de compañerismo. La comunidad cristiana-dice K. Phillips- es el cordón umbilical que nos une a Dios.

El libro de los Hechos, destaca la importancia de la unidad en la iglesia cristiana. ¡Eran una familia! Pedro predicó en Pentecostés y los demás estaban a su lado. Es notable la repetición de la palabra juntos, en la descripción de la vida de los primeros cristianos en el libro de los Hechos. "Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas" "Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón." Hc 2:44,46.

Un discípulo está comprometido a sacrificar su propio bien por el bienestar del cuerpo, pues la unidad traerá gloria a Dios.

El escritor del libro de Hebreos, anima a los creyentes a estimularse unos a otros al amor y a las buenas obras. Estimular, es una palabra que viene del original griego "paroxusmus" que quiere decir "incitar, estimular y provocar". Al amor y a las buenas obras, se refiere al ministerio cristiano y al crecimiento espiritual de los hijos de Dios.

La soledad es la comprensión dolorosa de que carecemos de relaciones significativas y estrechas con otros. Esta carencia produce vacío, melancolía, aislamiento y llega hasta la desesperación. La sociedad en que vivimos contribuye a la soledad. Estamos inmersos en una jungla de burocracia, especialización, competencia y regimentación . Los cambios constantes que ocurren ( y que cada vez son más acelerados) llevan a los individuos a sentirse fragmentados y carentes de verdaderas raíces. La familia de Dios, es el verdadero "oasis", donde podemos sentirnos parte de algo muy importante, que nos ayuda a encontrar estas raíces y tener auténtico compañerismo con aquellos que sirven al mismo Dios y están dispuestos a aceptar a los que todavía sufren la dolorosa enfermedad de la soledad. El domingo que viene seguimos.


 

LOS MALOS HÁBITOS

Se ha dicho que los seres humanos somos criaturas de hábitos. Muchas de nuestras prácticas se vuelven automáticas y, con frecuencia, ni siquiera estamos conscientes de que hacemos ciertas cosas. Los "malos hábitos" englobarían todo lo que inhibe el crecimiento cristiano u ofende a otros. Están los llamados pecados del espíritu, como la envidia, los celos, la malicia, las críticas contra otros, las murmuraciones, las mentiras, el egoísmo, la impaciencia, la morosidad, etc. O bien podemos referirnos a los actos impulsivos tales como los de comer, beber, gastar dinero, leer y ver pornografía, trabajar en exceso, las fantasías y los malos pensamientos, la masturbación, las maledicencias, etc.

El tema de los malos hábitos adquiere una vital importancia, en vista de la exigencia bíblica de que los cristianos "andemos en vida nueva" (Romanos 6:4). Al pedirle al Señor que examine nuestros corazones y nos revele lo que le desagrada (Salmo 139:23-24), comenzaremos a ver muchas cosas feas que es preciso que corrijamos. Lo más importante es que los "malos hábitos" desagradan a Dios y, con Su ayuda, se pueden abandonar, reemplazándolos con otras alternativas más correctas.

Ninguno de nosotros es inmune al cambio. El evangelio se especializa en las transformaciones (2 Cor 5:l7). Sabemos que Dios puede obrar en nuestras vidas, con el fin de ajustar nuestra conducta a lo que le complace. "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).

Adaptado del "Manual de Billy Graham para Obreros Cristianos".

 

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